“El fútbol es el deporte mundial indiscutible y una excelente lente para comprender y explicar los fenómenos sociales, políticos y económicos”, comienza diciendo el libro Fútbol, globalización e innovación, editado por Kirk Bowman, del Instituto Tecnológico de Georgia, Estados Unidos, y John Boyd, de la Universidad Estatal de Michigan, también de Estados Unidos, y que fue publicado recientemente por la editorial académica Routledge.

“El fútbol es el deporte mundial indiscutible, y las fuerzas disruptivas de la rápida globalización influyen en el deporte de maneras profundas”, dicen ambos editores en la introducción. ¿Qué tanto? Así: “Las figuritas de Panini son ahora buscadas en todo el mundo; los entrenadores y jugadores viajan por el globo a edades cada vez más tempranas; los oligarcas ricos y los fondos soberanos de riqueza compran equipos, a menudo múltiples equipos, en todo el planeta; los cánticos de los fanáticos pueden viajar desde las gradas de Buenos Aires a Japón casi instantáneamente; los seguidores del Liverpool pueden celebrar victorias y lamentar derrotas en clubes de fans desde Shanghái hasta Lagos; los videojuegos de fútbol conectan a jugadores desde Lima hasta Atlanta; los videos y el streaming de Youtube traen miles de partidos a nuestros hogares y dispositivos móviles; enormes diásporas de inmigrantes y refugiados alientan a su patria en competencias internacionales, y la tecnología está impactando rápidamente en todo, desde las canchas hasta el rendimiento y el arbitraje. ¿Cómo afecta esta rápida globalización al juego? ¿Quiénes son los ganadores y los perdedores? ¿Cuáles son los mecanismos de poder para impugnar los que está sucediendo?”.

Con semejante introducción, la curiosidad ya picó hace rato, más en un país que se paraliza cuando juega su selección y donde el enfrentamiento entre Peñarol y Nacional requiere más operativos de seguridad que una cumbre de mandatarios. Aun así, hay otro motivo para sumergirse en las páginas de la obra: somos parte de esta reflexión colectiva, ya que el sociólogo celeste Felipe Arocena se despacha no con uno, sino con dos capítulos.

Efectivamente, nuestro compatriota firma el capítulo 12, titulado “¿Quién decide? La inteligencia artificial y el fútbol”, y el siguiente, denominado “Innovación en el fútbol uruguayo”. “Si la inteligencia artificial (IA) está cambiando todo, sus impactos en los deportes en general, y en el fútbol en particular, serán tan profundos como en otras áreas”, arranca diciendo en el primero de ellos y de esa manera nos obliga a salir disparados a entrevistarlo más rápido que lo que la hinchada de un cuadro uruguayo pide echar a un técnico ante un resultado adverso.

Un sociólogo en la cancha del rey Obdulio

¿Cómo llega Felipe Arocena, del Departamento de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República, a participar en esta publicación? “Es una historia que comienza hace tiempo”, confiesa.

En el año 2000 viajó con su familia a Estados Unidos. Allí comenzó a dar clases como profesor asistente en el Instituto Tecnológico de Georgia, en el estado de Atlanta, donde entabló amistad con varios docentes, entre ellos, Kirk Bowman, uno de los editores del libro. “Él es cientista político, pero es especialista en la economía política del fútbol. Y siempre que hablamos con él, hablamos de fútbol”, dice Felipe. La amistad los llevó a colaborar en reiteradas ocasiones desde entonces. De hecho, Felipe sigue vinculado con la universidad de Atlanta, ya que, como parte de su programa de Estudios en el Exterior, cada dos años llegan a Montevideo Kirk y un grupo de estudiantes al que le da clases.

“La última colaboración que hicimos juntos fue en una conferencia que él organizó en el Instituto Tecnológico de Georgia en 2023”, dice Felipe. La conferencia se denominó “SoccerCon: The Atlanta Conference on Soccer and Social Innovation” (algo así como “FútbolConf: la conferencia de Atlanta sobre fútbol e innovación social”), y en ella presentó sus dos artículos. De hecho, todos los artículos que aparecen en el libro fueron presentados en esa conferencia.

“En la conferencia no sólo se abordó la innovación en el sentido tecnológico, sino también la innovación en nuevas maneras de jugar el fútbol, nuevas maneras de globalizar el fútbol, innovaciones en la parte más social, la utilización del fútbol para crear comunidad, etcétera”, detalla Felipe.

Está bien, eso explica gran parte del asunto, pero sin embargo aún resta explicitar de dónde surge el interés de Felipe por el fútbol y la IA.

“El fútbol nunca fue mi principal tema de investigación, pero sí siempre fue un tema al que le presté atención. De hecho, en 2019, con un conjunto de autores, publicamos el libro Qué significa el fútbol en la sociedad uruguaya. Cada tanto publico alguna cosa, pero hay otros investigadores que se dedican solamente al fútbol”, señala.

Corners pasados a grafos y esquema de análisis de TacticAI. Tomado de Wang et al 2024.

Corners pasados a grafos y esquema de análisis de TacticAI. Tomado de Wang et al 2024.

Le pregunto si no es extraño que en Uruguay, con el peso que tiene el fútbol, no haya más estudios sobre el fútbol o gente que se dedique a ello desde la sociología u otras disciplinas que no sean las estrictamente deportivas.

“La academia uruguaya, y diría que la academia latinoamericana en general, le prestó atención tardía al fenómeno del fútbol. No era un tema considerado intelectualmente relevante, sino para periodistas, para algún ensayo, pero no para la investigación académica”, reflexiona.

“Dentro de la academia, dentro de los estudios y las investigaciones universitarias, el fútbol era considerado como el opio de los pueblos, pan y circo, y no fue abordado como un fenómeno importante para entender lo que es Uruguay o la importancia que tiene en otros países latinoamericanos. Creo que esa fue la razón por la cual empezamos tardíamente a tener al fútbol como objeto de investigación. Esto empezó a cambiar hace poco más de 20 años”, agrega Felipe.

Explicado lo del fútbol, resta comprender por qué Felipe indagó sobre los impactos de la IA en él. Y allí se suma otra de sus inquietudes como investigador.

“La aceleración tecnológica es uno de mis temas centrales de investigación desde hace unos siete u ocho años. De hecho, con mi colega Sebastián Sansone publicamos en 2023 un libro titulado justamente Aceleración. En él trabajamos mucho el impacto de tecnologías disruptivas en distintas áreas de la sociedad contemporánea”, afirma.

Así que con un libro sobre fútbol debajo del brazo y otro sobre aceleración tecnológica bajo el otro, cuando su colega lo invitó a participar en la SoccerCon, la suerte ya estaba echada. “Ahí se me ocurrió mezclar ambos temas. Y se me ocurrió hacerlo desde la IA”, cuenta Felipe.

“Eso fue en 2023. Y aunque me parezca mentira, dos años para el avance de la IA es un mundo. La Ley de Moore decía que la capacidad tecnológica se duplicaba cada 18 meses, pero la capacidad de los modelos de IA generativa se duplica cada seis meses, así que hoy estamos unas cuatro veces adelante de 2023, que fue cuando escribí el artículo. Y en aquel momento no había demasiado sobre IA y fútbol”, contextualiza.

Debemos decidir quién decide

El título del artículo de Felipe plantea el asunto desde una perspectiva clara: al preguntar quién decidirá en el fútbol, nos lleva a reflexionar sobre el papel que le estamos dando a la IA en nuestras vidas.

“El quién decide es la pregunta que para mí condensa y resume nuestro dilema actual en todas las áreas con relación a la IA, el prever hasta qué punto los sistemas artificiales de inteligencia van a tomar decisiones por nosotros, a veces sabiendo que pueden hacerlo, a veces sin siquiera saber que lo hacen, porque muchas veces no nos damos cuenta de cómo están tomando decisiones que nos influyen”, afirma Felipe.

Sobre esto último, lo de no sospechar las decisiones que se están tomando por nosotros, no hace falta imaginar escenarios propios de la serie Black Mirror. De hecho, pone un ejemplo de lo más común y corriente. “Cada vez que abrís Google lo que ves está presentado a la carta para vos. Filtran la información que se sabe que te va a interesar y descartan la otra. Cuando buscás algo en Google vas a ver otra cosa que la que yo vea con la misma búsqueda, porque ya está prefiltrado, y así en todas las áreas. ¿Quién decide?”, dice Felipe. La respuesta es que ciertamente no estamos decidiendo cada uno y cada una de nosotros.

“Y en el fútbol también está este tema de quién decide. En esas decisiones, por un lado, está la capacidad más racional de llegar a una decisión a través del análisis frío de la información, o una sugerencia, y por otro lado están los sistemas en donde la biología de los humanos impone emociones, espontaneidad y otro montón de sesgos que, junto con la información, inciden en las decisiones que tomamos”, señala Felipe, proponiendo hacer una pausa sobre el fútbol para poner un ejemplo sobre este punto.

“¿Qué va a pasar si en una operación un sistema artificial le dice al cirujano que tiene que hacer determinada cosa y el cirujano no se había dado cuenta de que tenía que hacerla? ¿El cirujano decidirá que eso que la IA le está diciendo no es lo que diagnosticó él y tomará un curso de acción diferente al sugerido? Si hace eso y se muere el paciente, ¿qué pasa? Supongamos que el cirujano toma la decisión que le sugiere el sistema de IA y sale bien. Entonces, ¿para qué está el cirujano? Y si sale mal, ¿en quién recae el peso de la decisión?”, plantea.

“Lo que siempre se sugiere, y en teoría a lo que se apunta, es una combinación de las dos cosas. Un sistema inteligente artificial junto con un sistema biológico, un ser humano, buscando una complementariedad. Eso se aplica a todas las áreas, en la medicina, en el periodismo, la literatura, y en el fútbol también”, enfatiza. Así que veamos en qué áreas del fútbol las decisiones corren riesgo de pasar cada vez más a manos de IA.

¿Corre peligro el puesto de director técnico?

“En el fútbol hay un conjunto de información y de decisiones que podría tomar una IA que, si uno traza una línea de futuro, podría llegar a plantearse la posibilidad de suplantar a un director técnico en la toma de decisiones. Las decisiones podrían estar procesadas o generadas por sistemas artificiales de información. Y entonces, el director técnico, como el cirujano, ¿qué hace? ¿Toma una decisión diferente? Porque si se equivoca, la va a quedar. Y si toma solamente la decisión que le proporciona el sistema artificial de datos, entonces, ¿para qué está?”, remarca Felipe. “La otra opción es amalgamar las dos cosas. En el capítulo pongo un ejemplo bastante interesante, que es el caso del Liverpool”, dice en referencia al cuadro de Reino Unido y no al de la cuchilla.

“El Liverpool fue uno de los pioneros en utilizar la IA. Hizo un acuerdo con DeepMind y ahí comenzó una interacción. Los científicos de IA se dieron cuenta de que el fútbol puede ser un buen objeto de estudio para ellos, con gran cantidad de datos para alimentar modelos y extraer patrones, y los directivos del Liverpool se dieron cuenta de que la IA podría ayudarlos”, cuenta Felipe. “El técnico en ese momento era Jürgen Klopp, uno de los técnicos que más empatía desarrollaban con los jugadores. Y ahí se dio esa especie de mezcla, de cosa híbrida, entre una persona del Liverpool, que era un técnico muy emocional y carismático, y al mismo tiempo un conjunto de información generada artificialmente, que el técnico tomaba en cuenta o no”, prosigue.

¿Cómo se resolvió el asunto? ¿Qué grado de independencia tuvo Klopp respecto de lo que le dictaminaban los algoritmos?

“Hasta ahora independencia siempre hay. Pero la sustitución avanza”, dice, alertándonos, Felipe. “Hay muchos puestos de trabajo que hoy se anularon por esta tecnología. En este caso del director técnico, como pasa también con el cirujano, todavía no llegamos al punto de la sustitución. Pero podemos pensar en un punto de fuga; de aquí a un cierto tiempo podría pasar”, señala.

“Lo que ocurre ahora es que hay una interacción entre un técnico con sus debilidades, sus pasiones, sus emociones, y un sistema que avanza, va ganando terreno hasta no se sabe qué punto. Por eso es la pregunta del artículo. En el Liverpool lo tomaron muy bien y funcionan las dos maneras de organizar un equipo y un club. Porque la IA en el fútbol no solamente organiza o genera información para innovar y variar las estrategias del partido, del juego, sino también estrategias para organizar la dirección de los cuadros de fútbol, estrategias para entrenar a los jugadores, estrategias para vender y comprar a los jugadores. Por eso, en un subtítulo del artículo, hablo de mejores tácticas, mejores jugadores y mejores reglas. No es que eso vaya a ser así, es decir que la IA traiga necesariamente mejoras, pero son tres ámbitos en que la IA podría implicar cambios”, dice Felipe. Así que vayamos a eso.

¿Veremos nuevas jugadas creadas con IA?

Felipe, en su texto, repasa algunos acontecimientos e hitos que relacionan la IA con el juego. Varias plataformas han derrotado a campeones de ajedrez humanos y del Go, una especie de ajedrez chino. La posibilidad de computar jugadas, predecir movimientos y anticipar maniobras es un campo donde las máquinas pueden moverse con eficacia y, como ya han hecho, superar a los campeones humanos.

Al pensar en las jugadas de fútbol, algunas son más repetitivas y dignas de meter la cola de la IA en ellas. Es el caso de los córners, de los que Felipe habla en su artículo.

“Los córners son un buen objetivo para la IA porque es una jugada que se repite en todos los partidos y conlleva un alto riesgo; la pelota va directo al área, pero al mismo tiempo tiene una ubicación predeterminada al dispararse desde un punto fijo”, señala en su trabajo. También dice que los saques de esquina son “ideales para un análisis táctico profundo porque ocurren con frecuencia (con un promedio de unos diez córners por partido), se ejecutan desde la misma posición y brindan una oportunidad inmediata de gol, una combinación única entre las jugadas de pelota quieta”.

Todo eso no es nuevo: los técnicos ensayan distintas estrategias para ejecutar los córners en función del cuadro rival y las virtudes de su propio plantel. El asunto es que ya hay IA haciendo este trabajo. En su texto, Felipe pone el ejemplo de TacticAI, “un asistente de fútbol impulsado por IA diseñado para ayudar a los expertos a planificar jugadas de pelota quieta y perfeccionar las estrategias de tiros de esquina”, cuyos resultados fueran comunicados en un trabajo en una revista científica por parte de Zhe Wang y colegas en 2024.

Incluso, al hablar de cómo La Liga española adoptó la IA, Felipe menciona un software que analiza el desempeño de los jugadores y nos cuenta que, según la plataforma Olocip, creada por el exfutbolista Esteban Granero, “que mide el rendimiento según la participación en ataque, defensa, creación de juego y goles, Federico Valverde fue el mejor jugador de la primera mitad de La Liga 2022-2023”, y agrega que, según el análisis de esta IA, “gracias al Pajarito Real Madrid anotó ocho goles más que los que habría anotado sin él”.

Si de todo eso se hablaba en 2023, es inevitable pensar cuánto más se le vendrá encima al fútbol. “Sin duda, frente a ese avance de la IA, todos nos planteamos nuestras incertidumbres, nuestros miedos y elaboramos nuestras críticas”, comenta Felipe.

“Efectivamente, la visión de una computadora puede generar algo que el ser humano no vio, porque es capaz de analizar un montón de información que nosotros no somos capaces de procesar y, por lo tanto, organizar una jugada de una manera innovadora. Al tiempo que se producen esas innovaciones, esa capacidad para mejorar el juego, tenemos que preguntarnos hasta dónde va a avanzar, o queremos que avance, esa IA”, sostiene.

“El fútbol se caracteriza no solamente por la organización táctica o el entrenamiento, sino también por ser consecuencia de la creatividad singular de algunos jugadores, por su capacidad para hacer jugadas impensables o geniales. Por eso es que están los grandes jugadores”, remarca Felipe.

“Esos grandes jugadores uno podría pensar que seguirán existiendo, pero al mismo tiempo hay un sistema de preparación y de organización que se ha modificado y que también delineará cómo se va a jugar al fútbol en los próximos tiempos”, lanza entonces. ¿Veremos un fútbol más artificial, sintético, con jugadas ya no de laboratorio sino de simulaciones computadas? ¿Vendrán innovaciones en la forma de jugar?

“Creo que la última gran innovación en cómo se juega el fútbol fue cuando en 1974 Holanda nos dio una paliza”, dice Felipe en referencia al encuentro mundialista que terminó 2-0 a favor de los neerlandeses.

“Los jugadores uruguayos veíamos pasar camisetas naranjas y no agarrábamos una. Ahí fue cuando empezó el fútbol total. Entonces no existía inteligencia artificial, pero había una concepción de cómo debía organizarse un conjunto de personas jugando al fútbol. En esa concepción todos debían ser capaces de jugar en todos los puestos y tener una preparación, apoyada en conocimientos científicos, para lograr una resistencia física impresionante”, apunta. “Los uruguayos pensábamos que todavía con el talento y la creatividad de algunos jugadores podíamos competir contra eso, pero nos dimos cuenta de que no había manera. Y ahí empieza toda la parte física, táctica, científica de pensar cómo se juega el fútbol de una manera muy diferente a lo que se jugaba”, señala.

Felipe Arocena.

Felipe Arocena.

Foto: Alessandro Maradei

Ya fuimos innovadores: ¿le cederemos ese rol a la IA?

En el libro, Felipe no participa sólo con el artículo sobre fútbol e IA, sino también aborda en otro las innovaciones en el fútbol uruguayo. A su entender, esas innovaciones, en parte, explican cómo es que un país tan pequeño ha logrado convertirse en una potencia futbolística, o al menos en el presente, en un país exportador de jugadores en pie.

En ese capítulo Felipe nos cuenta que, en el primer torneo mundial, el de la Olimpíada de París 1924, Uruguay sorprendió a los europeos y al resto de los participantes.

“La primera gran innovación que cambió la manera de jugar el fútbol se produjo en el Río de la Plata”, dice con cierto orgullo Felipe. “En el campeonato olímpico de 1924, los periodistas y el público europeo vieron que Uruguay jugaba a un deporte que para ellos era totalmente diferente. Llegaron a decir que Uruguay, más que al fútbol, jugaba al ajedrez, porque hacía pases cortos, movía la pelota cortita y al pie. Lo veían como una especie de cálculo y de destreza para mover piezas en la cancha, algo similar a lo que sucede en el tablero de ajedrez. Antes de eso la pelota se pateaba para adelante e iban diez jugadores atrás”, enfatiza Felipe.

Así pues, en 1924, los uruguayos, con sus pases cortos y rastreros, parecían tan extraterrestres como los holandeses de 1974 les parecieron a los celestes. El fútbol que jugaban los ingleses era más al pelotazo, algo, si se quiere, más emparentado con su deporte medio hermano, el rugby.

Le pregunto qué nos pasó, por qué nos olvidamos de eso que nosotros mismos creamos, por qué ahora jugamos tanto al pelotazo. Felipe ríe. Es sociólogo, no un oráculo que se las sabe todas. “Tal vez nos alejamos de los orígenes, pero esa fue la primera gran innovación”, retoma. “Después vino la de 1974, que creo que es la que más se mantiene hasta ahora. Lo que creo es que es probable que estemos ante una nueva manera de organizar el fútbol a través del avance de la IA. Y probablemente empiezan a aparecer cosas que antes no se nos habían ocurrido”, conjetura.

“Lo del ajedrez es interesante porque en un momento del artículo hablo de cómo un sistema artificial que juega al ajedrez se hizo imbatible, menciono el movimiento de la jugada 37 donde el AlphaZero le gana al campeón de Go. Los programadores del AlphaZero no entendían qué era lo que estaba haciendo el sistema artificial en ese movimiento. Todos pensaron que AlphaZero había cometido un error, y sin embargo hizo una jugada que, en miles y miles de años, en un juego jugado por millones de personas, nunca antes había sido pensada”, lanza. Y entonces es claro el paralelismo: “Seguramente van a aparecer maneras de jugar el fútbol que no nos habíamos imaginado”.

Jugadores acosados por la IA

Como bien dijo Felipe, la IA no sólo afectará las tácticas y el propio juego, sino también otros órdenes de asuntos relacionados con el fútbol. Mientras que en algunos seguramente puedan proporcionar novedades positivas, hay un campo en el que las cosas parecen ser, mayoritariamente, preocupantes.

“La IA aplicada al mercado de jugadores afecta mucho a los jugadores, en tres sentidos. Por un lado, porque están monitoreados permanentemente, no solamente en los aspectos más directamente relacionados con el juego, sino muchas veces también son monitoreados en su vida cotidiana. Esa montaña de variables y de datos sobre cómo varía su presión, cuántas horas duermen, cómo respiran, qué comieron, ahora se puede hacer inteligible”, remarca Felipe.

“Antes teníamos datos, pero no había manera de encontrar un sentido que los relacionara con el juego, pero ahora, con la velocidad de análisis y procesamiento, cada vez es más factible encontrar sentido en todo ese conjunto de variables de la vida de las personas en el rendimiento del jugador. Para el jugador estar permanentemente monitoreado es como tener una espada de Damocles sobre la cabeza”, enfatiza.

“Luego están todos los temas éticos sobre cómo se utiliza toda esa información privada y personal de un jugador, y por último está el tema de cómo se utiliza toda esa información en el mercado de pases, en esa especie de Tinder de jugadores”, agrega. En el trabajo Felipe habla de una aplicación que se llama justamente Libro de Pases.

En el sitio de la plataforma se dice que sus “modelos de IA, construidos con criterios estadísticos deportivos y de negocio, permiten a clubes y agentes tomar decisiones más rápidas, precisas y rentables” y que “forman un ecosistema integrado que transforma datos fragmentados en decisiones estratégicas de transferencia”. Sobre su modelo de IA prometen que permite la “valuación y proyección del valor futuro de los jugadores”, el “cálculo de la probabilidad de éxito de cada transferencia jugador-club”, la “detección de necesidades de plantilla y análisis de similitud/reemplazos”, así como una “mayor eficiencia en el scouting y capacidad de escalar la gestión”.

Es decir, así como hay empresas que están haciendo la selección de personal asistidas o directamente con IA, estos modelos también están siendo empleados para la compra, venta, transferencia y puesta en valor de los jugadores. La cuantiosa información que hay de los jugadores, tanto dentro como fuera de la cancha, puede ser usada a pesar de lo que ellos quieran mostrar o no.

“Nuevamente, el asunto allí es quién decide. Hay cada vez más áreas de nuestras vidas en donde somos afectados por decisiones que toman sistemas de inteligencia artificial programados de una manera determinada para tomar esas decisiones”, comenta Felipe.

“Si vas a hacerte un seguro de vida, la decisión no la va a tomar un ser humano sino un algoritmo que va a manejar mucha información tuya, incluso información que probablemente ni siquiera sepas que está disponible, y va a decidir si darte el seguro de vida o no, o a qué costo”, explica. “El asunto es que las razones para negarte el seguro, o para cobrarte determinado monto, no te las van a decir. No vas a saber por qué te dieron una categoría negativa, o positiva, pero con un seguro más caro. Y el gerente de la compañía de seguros tampoco va a saber por qué en tu caso la póliza es así, porque no es una decisión que tomó él, sino un algoritmo que es opaco en sus decisiones. Ahí estamos ante una decisión totalmente tomada por un sistema artificial que afecta directamente la vida de una persona”, sostiene Felipe.

“¿Cómo se decide que un banco tome a un consultor para cuentas personales? Cada vez más se va a decidir por un algoritmo, y prácticamente el conocimiento personal va a quedar en un lugar muy secundario. Con los jugadores de fútbol también empieza a pasar un poco eso. El conocimiento personal que tenga el técnico o el entrenador pasa a tener menos importancia. En algunas áreas ya decide directamente un sistema artificial. En el fútbol empieza a tomar cada vez más preponderancia un sistema artificial, aunque todavía la decisión final es del entrenador o de la directiva del club, o lo que sea. El asunto es hasta cuándo, porque, así como hay áreas que fueron totalmente colonizadas por sistemas de IA, la transferencia de los jugadores podría seguir ese proceso”, lanza entonces.

El VAR y la rebeldía ante la tecnología

En países como el nuestro, el VAR parece no haber terminado con las discusiones sobre los penales, orsais, faltas y goles. Las finales del Campeonato Uruguayo son ejemplo de ello, con dos penales no cobrados pese a que todo apuntaría a que debieron cobrarse. ¿La rebeldía ante el VAR implica cierto espacio para abrigar esperanza de que hay dominios de lo humano en el fútbol que nos resistiremos a que sean conquistados por lo tecnológico?

“Depende de qué aspectos se le otorguen al VAR para incidir. Actualmente el VAR no toma decisiones por sí mismo. La decisión la toma un juez asistente que ve lo que el VAR supuestamente le informa. Ese juez asistente lo más probable es que en unos años no exista más, y la decisión la tome solamente ese agente de IA, se llame VAR o se llame de otra manera. Ese agente, y no el juez asistente o el juez de campo, será quien dirá si hubo o no orsai. Cobrará sin derecho a pataleo, sin necesidad de interpretación. Si fue penal o no fue penal no va a pasar por el filtro de un humano, como está pasando hasta ahora”, responde Felipe.

“Todavía hoy, si la pelota sale o no sale del campo, lo decide un ser humano. Pero el juez de línea va a desaparecer rápidamente, va a haber una tecnología automatizada que dirá si la pelota salió o no”, aventura. Las suposiciones de Felipe no son antojadizas. Están basadas en lo que viene sucediendo en el deporte.

“Tenemos el ejemplo de lo que pasó en el torneo de tenis de Wimbledon, donde quienes dicen si la pelota salió o no de la cancha ya no fueron personas, no fueron los asistentes que estaban al final de la cancha, sino un sistema artificial”, trae al tapete.

“Creo que esto que vemos con el VAR todavía es una situación intermedia. Pero la tendencia es a que cada vez más aspectos de las reglas del juego van a estar automatizados y esas decisiones van a ser tomadas por un sistema de IA”, afirma. Pero, entonces, abre un paraguas de esperanza: “Eso si no hay una rebelión contra las máquinas”.

“Porque en algún momento podemos estar tan cansados de la tecnología, que alguien proponga hacer una liga sin tecnología alguna, en la que las decisiones sean todas, a la vieja usanza, tomadas por humanos. Eso podría pasar”, afirma Felipe. “Podríamos llegar a una especie de rebelión, o de rechazo motivado por el hartazgo del avance de la IA en el fútbol, como ocurre en muchas áreas”, remarca.

“Creo que una forma de leer este artículo sobre fútbol e IA es hacerlo pensando que lo que está descrito ahí ocurre en todas las áreas de nuestra vida. El fútbol es muy popular, tiene un cierto componente de creatividad alta, de singularidad, de genialidad, de espontaneidad, de lo humano. Pero lo que pasa ahí, la aceptación o no de los avances de esta tecnología, es algo que ocurre en todas las áreas”, afirma.

“En cualquier área que te imagines va a estar esa disyuntiva, desde escribir un artículo para una revista científica hasta encontrar pareja en aplicaciones como Tinder. La tendencia es recurrir cada vez más a IA para las decisiones que tomamos. Y al mismo tiempo, frente a la conciencia de eso, cuánto nos revelamos, cuánto aceptamos, cuánto rechazamos, cuánto logramos compatibilizar más la cuestión del cálculo, de las toneladas de información, de la objetividad con la parte más emocional, la parte más subjetiva”, reflexiona. El artículo de Felipe, entonces, es como una especie de pintar la cancha para pintar el mundo.

“Me interesa pensar el fútbol como una arena donde prácticamente todas las áreas de la sociedad, de una u otra manera, también aparecen en el escenario. Ya sea en un partido, en cómo se organizan los clubes, en cómo se seleccionan los jugadores, en cómo se entrenan, cómo se hacen los pases, las relaciones de poder, de amor, los enemigos, cómo nos definimos como personas, frustraciones, éxitos, siempre hay parte de la sociedad. En el fútbol, en alguna parte de ese juego, uno puede encontrar prácticamente todas las dimensiones de la vida del ser humano”, redondea Felipe.

Dicen que la pelota no se mancha. Tenemos que ver entonces si meter la IA en cada uno de sus aspectos es una forma de mancharla o no.

Artículo: Who decides? Artificial Intelligence and soccer
Autor: Felipe Arocena
Libro: Soccer, globalization, and innovation (setiembre de 2025)
Editores: Kirk Bowman y John Boyd
Editorial: Routledge.