A mediados del año pasado, un operativo en el que participó Interpol logró desbaratar la acción criminal de una red de tráfico y liberar a decenas de individuos, muchos de ellos deshidratados y mantenidos en condiciones pésimas de hacinamiento. Pese al éxito del operativo, varios de ellos murieron en las 24 horas siguientes al procedimiento.

Resumido así, parece un argumento salido de alguna serie de Netflix sobre narcotráfico o tráfico de personas en las fronteras desérticas de México y Estados Unidos, pero ocurrió en Uruguay.

Las víctimas, en este caso, no fueron seres humanos sino cardenales amarillos (Gubernatrix cristata), aves que se caracterizan por sus colores llamativos, su aspecto elegante y su canto melodioso. Junto con Interpol trabajaron en este operativo integrantes del Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca (MGAP) y el Ministerio de Ambiente (MA).

Los cardenales sobrevivientes fueron enviados a la Estación de Cría de Fauna Autóctona (ECFA) del cerro Pan de Azúcar, donde pasaron por un proceso de recuperación que llevó cinco meses.

Luego de realizados varios análisis sanitarios y genéticos, 14 de estos cardenales amarillos fueron liberados a fines de noviembre en ambientes propicios de Uruguay, cuya ubicación se mantiene en reserva. La genética ayudó a que se decidiera liberarlos aquí, ya que los exámenes confirmaron que los ejemplares incautados pertenecían a la población de cardenales amarillos que Uruguay comparte con Corrientes y Entre Ríos, considerada una unidad de manejo para la especie por ser genéticamente significativa.

Para la mayoría de estos ejemplares incautados la historia tuvo un final feliz, pero no es así para muchos otros que resisten a la extinción aún en Uruguay, el centro y este de Argentina y un pedacito de Brasil. ¿Qué es lo que provoca que haya personas dispuestas a pagar cientos de dólares por tener un cardenal amarillo enjaulado en su casa, y muchas otras que se arriesgan a cometer un crimen para proporcionarlos? La rareza y la belleza del ave tienen que ver con el asunto, como sabemos desde hace tiempo, a tal punto que las pistas de su declive actual pueden leerse en textos muy antiguos.

El ave por el pico muere

Ya en 1883 el cardenal amarillo era “un ave común de jaula” en Uruguay, como sabemos por los textos del naturalista estadounidense Walter Barrows. El escritor William Hudson narró también en 1888 que el cardenal amarillo tiene “una voz fuerte y musical”, una cualidad que “desafortunadamente lo ha convertido en una de las aves de jaula favoritas”. “Los juveniles son buscados diligentemente en los bosques y criados luego a mano”, advertía, además de señalar con clarividencia que estaba volviéndose raro de ver. Cuatro años después, el británico Oliver Aplin recordó también en sus diarios de viaje que solía ver a estas aves en jaulas en Uruguay.

Su aspecto vistoso y su canto han jugado en su contra, porque más de 140 años después de estas observaciones el cardenal amarillo sigue sufriendo el tráfico de fauna y, como resultado, prácticamente ha desaparecido en el país. La captura para tráfico no es el único problema que enfrenta en una región que ha vivido cambios drásticos en el uso del suelo, pero en Uruguay, según el biólogo Adrián Azpiroz, es por lejos el más preocupante. En la Lista roja de las aves del Uruguay, de 2012, estimó en 300 el número de ejemplares que quedan en el país, de un total de entre 1.500 y 3.000 en el mundo. Como el cardenal amarillo no parece haber sido nunca una especie naturalmente abundante en Uruguay, la presión de caza tuvo una incidencia especialmente relevante.

Si bien está protegido por la Ley de Fauna, fue incluido en la Convención Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (Cites) y es una especie prioritaria para el Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP), sus poblaciones actuales conocidas se encuentran mayoritariamente por fuera de las áreas protegidas públicas del país.

¿Qué pasará con esta ave emblemática y amenazada en algunos años, en un contexto de cambio climático y de expansión de las actividades humanas? ¿Empeorará su situación? ¿Tendremos áreas protegidas suficientes que ayuden a evitar su extinción? Esas son algunas de las preguntas que intenta contestar una reciente publicación de un artículo científico firmado por Regina Gabriela Medina, de la Universidad Católica de Chile, y Marisol Domínguez, del Instituto de Ecología, Genética y Evolución de Buenos Aires, del Conicet (Argentina).

Para hablar de este trabajo y de investigaciones similares que están llevando a cabo en Uruguay con esta y otras especies de aves amenazadas, charlamos con Fátima Juni y José Carlos Guerrero, de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República, que también hicieron una investigación sobre la especie en nuestro país.

Cardenal amarillo en Maldonado.

Cardenal amarillo en Maldonado.

Foto: Adrián Antúnez (NaturalistaUy)

Luz amarilla

Tanto la investigación de Regina y Marisol como la de Fátima y José Carlos (que sale de la tesina de grado de Fátima) intentaron responder a sus inquietudes usando modelos de distribución, herramientas estadísticas que relacionan los puntos registrados de presencia de una especie en un territorio con variables ambientales, topográficas y de uso de suelo, entre otros aspectos. De este modo, pueden estimar cuáles son los ambientes idóneos para una especie y también qué indicadores la perjudican.

En el caso de Fátima y José, su interés fue estudiar la efectividad de las áreas protegidas para la conservación de cuatro aves amenazadas de la provincia biogeográfica pampeana: el cardenal amarillo, la loica pampeana (Leistes defilippii), el dragón (Xanthopsar flavus) y el capuchino pecho blanco (Sporophila palustris).

Marisol y Regina se centraron exclusivamente en el cardenal amarillo. Si bien buscaron entender también cuál es el grado de protección que le brindarán a futuro las áreas protegidas en el territorio que habita esta especie, investigaron otros puntos críticos para su futuro: estimaron la distribución actual para detectar poblaciones no registradas hasta el momento, evaluaron cómo el cambio climático modificará su futura distribución y de qué manera eso impactará en su supervivencia.

Para modelar su distribución actual, tuvieron en cuenta todos los registros disponibles de cardenal amarillo en la naturaleza (de 1953 a 2018) y los relacionaron con las variables ambientales más relevantes para la especie, como la temperatura, las precipitaciones y el tipo de cobertura vegetal. Este último punto fue considerado clave, ya que impacta en su capacidad para anidar y alimentarse; el cardenal amarillo suele habitar en bosques abiertos, campos arbustivos y pastizales en asociación con árboles nativos, como coronilla, ñandubay y algarrobo.

El modelo que usaron para determinar la distribución actual de la especie reveló principalmente dos zonas climáticas adecuadas e independientes para el cardenal amarillo: una en el sur de su distribución, que incluye sobre todo la ecorregión del monte en Argentina, y otra en el noreste, que abarca varias ecorregiones amenazadas, entre ellas los humedales del Paraná, el espinal, el Chaco húmedo, la pampa húmeda y la sabana uruguayense (zona de transición entre pastizales y bosques que cubre el oeste de nuestro país y parte del este argentino). Estas áreas enfrentan varias amenazas, como la expansión e intensificación de la agricultura y la forestación, urbanización, tala y ciclos de sequía e incendios.

El centro de su distribución histórica, donde solía haber registros, ya no es considerado idóneo porque “ha experimentado una transformación agrícola y urbana extensiva, que ha afectado cerca del 49% de su paisaje”, indica el artículo. Esta predicción fue corroborada por la búsqueda de registros en plataformas de ciencia ciudadana: no hay ninguno allí en las últimas décadas.

Esta “actualización” de la distribución del cardenal amarillo también fue validada por el análisis de los registros. Las investigadoras hallaron 167 nuevos puntos de presencia de la especie dentro del área actual pronosticada por el modelo. Este corrimiento que se está viendo en su distribución, sin embargo, no augura buenas noticias para el futuro, como muestran las proyecciones del trabajo.

El tiempo está después

Las investigadoras tomaron como base varias proyecciones de cambio climático, elaboradas de acuerdo al cálculo de distintos niveles de emisión de gases de efecto invernadero, para predecir cómo impactará en las condiciones ambientales óptimas para el cardenal amarillo y, por lo tanto, como cambiará su distribución para 2050 y 2070.

Sus proyecciones prevén un desplazamiento geográfico máximo del 61% para 2050 y de hasta un 75% para 2070 en dirección hacia el este y el sur. “Estos efectos podrían provocar la fragmentación de las poblaciones, alteraciones en la demografía y cambios en la composición de las comunidades y en el funcionamiento del ecosistema”, indica el trabajo.

Para llegar a estas conclusiones sobre cómo afectará a la especie este corrimiento, en su trabajo analizaron los datos del Índice del Impacto de la Huella Humana en el territorio estudiado (que evalúa cuánto ha sido modificada una zona natural por actividades humanas), la presencia de áreas protegidas y el solapamiento con la diuca (Diuca diuca). La diuca es una pariente incestuosa del cardenal amarillo. Se han registrado episodios de hibridación entre ambas especies en algunas regiones, con potenciales efectos genéticos negativos en el cardenal amarillo, que tiene una población más reducida y con menor diversidad.

El análisis de todos esos indicadores arrojó varios datos preocupantes. El estudio concluye que el cambio de distribución agravará la vulnerabilidad del cardenal amarillo debido a una mayor superposición con zonas de alta actividad humana (todo un problema para una especie que sufre presión de caza), provocará que haya menor presencia de áreas protegidas en su distribución y un mayor solapamiento con la diuca.

Las zonas de mayor riesgo potencial “se encuentran principalmente en los bordes de la distribución del cardenal, especialmente en los márgenes norte y oeste”, indica el trabajo, que agrega que “la pérdida de estas poblaciones marginales podría reducir el reservorio genético de la especie”.

Estamos rodeados

Para Fátima y José Carlos, estos pronósticos pintan “un panorama bastante complejo si no se empieza a tomar algún tipo de medida en el mediano o corto plazo”.

Que la distribución se expanda a nuevas zonas debido al cambio climático, por ejemplo, no significa que el cardenal amarillo podrá aprovecharlas, asegura Fátima. “Eso implica que una especie pueda correr su límite de distribución, y ya entra en juego allí su plasticidad y adaptabilidad, lo que también está vinculado a lo genético. Cuando las poblaciones se achican, la diversidad suele disminuir, algo que también puede limitar su capacidad de adaptación”, explica.

“50 o 60 años a escala humana parece mucho tiempo, pero a escala evolutiva es poco, y sin embargo los cambios de uso del suelo son rápidos. La destrucción de un ambiente lleva muy poco tiempo”, advierte José Carlos. Dicho en otras palabras, es posible que el cardenal no tenga la rapidez de respuesta que requieren estos tiempos de cambios súbitos.

Los resultados de este trabajo, además, incrementan la responsabilidad de Uruguay en el presente y futuro de la especie, porque muestran que tenemos zonas idóneas actualmente para el cardenal amarillo y prevén también una expansión de la distribución hacia la sabana uruguayense. Las investigaciones de Fátima, bajo la tutoría de José Carlos, apuntan en la misma dirección.

“En nuestros modelos también encontramos que Uruguay es una región favorable, con conclusiones similares sobre los mismos sitios. Y concluimos también que se trata de zonas con muy poca representación de áreas protegidas, algo que pasa especialmente en Uruguay”, dice Fátima. Las áreas protegidas no son infalibles, pero brindan más herramientas para conservar los ambientes y combatir la caza.

Que Uruguay posea zonas que podrían albergar a los cardenales amarillos en un futuro complicado es una buena noticia, pero deja en evidencia la urgencia de atender el problema principal en el país: la captura de ejemplares para tráfico.

Amarillo, la pasión que nos une

“Los modelos, tanto los de las colegas como el nuestro, están indicando esto, que Uruguay es una zona favorable. Por lo tanto, que haya pocos cardenales amarillos ahora en el país es algo derivado del tipo de relacionamiento que hemos tenido con la especie”, aclara José Carlos. Y eso es lo que vuelve complejo su futuro, porque depende más de un cambio cultural que de una transformación de modelos de producción, apunta.

En el caso de otras especies que estudiaron, como la loica pampeana, su trabajo abre la puerta a discutir “qué tipo de actividades productivas son más amigables para las especies amenazadas de los pastizales”, dice Fátima. Pero con el cardenal entran en juego la fiscalización, los controles y las motivaciones detrás del negocio de la venta de estas aves. “Tenemos la legislación, sabemos que es ilegal, pero ¿cómo se regula, qué pasa en el campo?”, se pregunta Fátima.

“A diferencia de otros casos, aquí hay que trabajar en el contexto social, porque no es cuestión de sólo multas. ¿Qué multa le darías a quien tiene un cardenal amarillo en su casa? Ahí hay una cuestión cultural, por qué la gente necesita eso. Está el que comercia, que puede hacerlo por tener un ingreso más, pero también está la persona que quiere tener ese animal amenazado en una jaula”, sostiene Fátima, que además señala que no cree que el asunto se resuelva enviando a la cárcel a quienes tienen estas aves en cautiverio. “Con eso no se acaba el problema. Podemos tener la mejor ley del mundo, podemos tener excelentes modelos para conocer el territorio de la especie, pero si la gente no se compromete, no hay esperanzas”, concluye José Carlos, que insiste varias veces en la importancia de que la sociedad se apropie del cardenal amarillo. No literalmente, como hacen los traficantes de fauna, sino que exista un orgullo de conservar en nuestra tierra una especie amenazada a nivel mundial.

“Que sea una especie de bandera. Que la gente sepa que la especie se encuentra en este estado y entienda lo importante que es no adquirir estos animales, no capturarlos”, agrega Fátima.

El trabajo realizado en Argentina ofrece también alternativas concretas para mejorar la situación del cardenal amarillo a futuro. Por ejemplo, aclara que “rediseñar el sistema actual de áreas protegidas en una red de conservación más eficiente, como por ejemplo aumentando la conectividad, podría mejorar la conservación de la biodiversidad a una escala más amplia”.

Esto suena mucho más sencillo en la teoría que en la práctica, aunque el trabajo incluye una propuesta concreta para Uruguay: vincular áreas idóneas como el Área Protegida con Recursos Manejados Montes del Queguay y el Parque Nacional Esteros de Farrapos e Islas del Río Uruguay en Uruguay, “que actualmente se encuentran separadas por aproximadamente 80 kilómetros”. Eso servirá, sobre todo, si conectar esas áreas ayuda a proteger a esta especie de la amenaza del tráfico.

“En nuestro trabajo esa región también tiene mucho interés por su alta favorabilidad. En Uruguay las áreas protegidas forman como islitas que sería importante conectar, pero lo que ocurre es que en el medio suele haber actividades económicas productivas, por lo que para que tenga sentido hacerlo sería bueno darle un valor adquirido a los productos que surgen de esas zonas que unen áreas protegidas”, dice Fátima.

“Es una propuesta compleja y depende de muchas cosas, de la coordinación a nivel estatal, de recursos económicos, de personas que trabajen en la fiscalización, pero seguro necesitamos que la gente local se implique, que sepa que es importante y que lo que se produzca allí, en un área que están ayudando a proteger, valga más que lo que se genera en otros lados”, coincide José Carlos.

Ambos resaltan también que es importante seguir haciendo estudios genéticos para repoblar estas áreas favorables de la mejor manera, como se hizo a finales del año pasado con ejemplares incautados a traficantes de animales.

“Uno en el campo habla con gente grande que te dice que antes veía a los cardenales amarillos y ahora no los ve ni los escucha. Si no hacemos algo entre todos, no los vamos a ver más. Van a terminar de no estar”, advierte Fátima.

Hay personas capaces de gastar unos cuantos dólares por tener cardenales amarillos en cautiverio, pero también están aquellas dispuestas a invertir la misma plata por observarlos en la naturaleza, como ocurre con visitantes extranjeros en Uruguay. Son dos caras de una misma moneda, cuyo valor está potenciado por la rareza de la especie. Del impulso que demos a un lado o al otro depende, quizá, el futuro de una de las aves más emblemáticas y amenazadas del país.

Artículo: Vulnerability of Gubernatrix cristata to climate change, anthropogenic pressures, and hybridization threats
Publicación: Scientific Reports (abril de 2025)
Autoras: Regina Gabriela Medina y Marisol Domínguez.