“El próximo viernes 18 de julio al amanecer celebraremos nuevamente la alineación entre la avenida y la orientación de la salida del sol. Nos juntamos 7:48 AM. Habrá algunos anuncios más en los días previos. ¡Viralicemos y nos vemos el 18/7 al amanecer!”, posteó días atrás en la red X Gonzalo Tancredi, astrónomo del Instituto de Física de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República.
Tancredi tiene una carrera astronómica salpicada por varios hitos que generan gran interés, incluso entre quienes no siguen esa disciplina. Por ejemplo, junto con su colega Julio Fernández , fue uno de los dos uruguayos que elevaron la moción para pasar a considerar a Plutón un planeta enano. La moción fue aceptada en 2006, haciendo que desde entonces se considere que el Sistema Solar tiene ocho y no nueve planetas. También formó parte del equipo internacional de la Misión Dart, que en 2022 logró desviar por primera vez un objeto celeste y hacerlo cambiar de look.
Pero las inquietudes de Gonzalo no se agotan en la astronomía. En esta sección lo bautizamos “el astrónomo de masas”, por su interés en aplicar herramientas que usa para contar objetos celestes en fotografías para estimar la cantidad de concurrentes a marchas como las del 8 de Marzo y otras congregaciones de gran cantidad de personas. Incluso se prestó para realizar análisis de las voces de los candidatos en el último debate presidencial como forma de ver quién se había impuesto sobre quién.
Ávido de investigar todo aquello que le genera curiosidad, cuando en 2023, pocos días antes del 18 de julio, vio una publicación en X de Gustavo Degeronimi, que sólo decía “el 18 de julio el sol sale exacto en línea con… 18 de Julio” e iba acompañada de la imagen obtenida en la aplicación SunCalc, que mostraba justamente esa alineación, Gonzalo no pudo evitar quedar prendado. Aquello no podía ser apenas una simple coincidencia. Había que investigar. Dos años después de aquel posteo que alertó por primera vez sobre el hecho que se había dado todos los años desde que la avenida 18 de Julio tiene el trazado actual, Gonzalo se sumergió en una voraz pesquisa.
“En este momento estoy entre hacer una novela histórica, al estilo de Dan Brown y su Código Da Vinci, o una investigación histórica”, confiesa entre risas Gonzalo Tancredi en la oficina en la Facultad de Ciencias que hoy ocupa apenas algunos días, ya que hace poco asumió como director de la Dirección Nacional de Innovación, Ciencia y Tecnología. Y si lo que viene averiguando no da risa, sí deja una sonrisa en la cara de quien comparte sus hallazgos preliminares: al parecer, no sólo hay una coincidencia buscada entre dónde sale el sol el 18 de julio y la orientación de la avenida que conmemora el día de la Jura de la Constitución, sino que la propia fecha del 18 tiene una razón y simbología astronómica en la que nunca nadie se había fijado antes.
Así que qué mejor previa para este 18 de julio que ver los ingredientes que Tancredi tiene tanto para una trepidante novela histórica llena de confabulaciones masónicas e historias de hermandad entre pueblos, o como base de una fascinante investigación histórica o de astronomía cultural.
Raras coincidencias
“Todo comienza en 2023, días previos al 18 de julio, cuando Gustavo Degeronimi, a quien le gustaba la fotografía, saca un tuit diciendo que había encontrado esta coincidencia entre la salida del sol alineada con la avenida 18 de Julio”, arranca a contar Gonzalo. “Cuando chequeo lo que había hecho Degeronimi, efectivamente era así y esa alineación se daba con gran exactitud”, agrega.
Tras varios intercambios, Gonzalo tuiteó que iría aquel 18 de julio de 2023 al Obelisco para observar la salida del sol alineada con la avenida, e invitó en esa red a que la gente lo acompañara. “Concurrieron una veintena de personas y algún medio. En ese momento no había ciclovía, entonces era un peligro, porque nos pasaban los ómnibus por el costado”, recuerda.
“El 18 de julio pasado, de 2024, lo anuncié ya con un poco más de tiempo y se juntaron unas 200 personas. Pero desde 2023 me había quedado con la duda de quién había estado de detrás de eso, por qué, en qué momento”, dice como investigador que tenía una duda que no lo dejaba dormir. Así que desde 2023 comenzó a buscar información sobre el tema.
“Hablé con algunos historiadores, entre ellos Alejandro Jiménez y Gabriel Quirici, quien me contactó con Daniel Elizalde, autor del libro Montevideo a través del 18 de julio. Las últimas conversaciones que tuve, súper interesantes, fueron con Carlos Demasi”, dice Gonzalo con cara de niño asombrado. Porque, para Gonzalo, aquello no podía ser una mera coincidencia.
“Estamos hablando de que el 18 de julio el sol sale con acimut de 65°, es decir, con un ángulo que va desde el norte hacia el este de 65 grados, lo que coincide exactamente con la dirección de la avenida 18 de Julio”, sostiene.
Orientación de la avenida 18 de Julio. Foto: gentileza Gonzalo Tancredi.
“La primera pregunta fue, entonces, cuántos días duraba esa coincidencia”, relata. Si el fenómeno se daba varios días, la cosa no era tan llamativa. Pero eso no fue lo que pasó: “La coincidencia dura apenas un par de días. Ya un par de días antes o un par de días después, hay uno o dos grados de diferencia en el acimut del sol, por lo que no queda alineado con 18 de Julio”, explica Gonzalo. La fiebre no hacía más que aumentar. Pero ese no era el único hecho que lo espoleaba a buscar una explicación.
“Lo primero que sale cuando uno empieza a averiguar sobre el trazado de la avenida es que tiene esa dirección porque sigue la parte más elevada de la Cuchilla Grande. Pero lo curioso es que esa cuchilla tiene una orientación que va desde los 63° a los 67° de acimut. Cuando uno toma esa orientación de la parte elevada de la cuchilla, al llegar al cruce con Bulevar Artigas hay menos de una cuadra de diferencia a ambos lados respecto al cruce de 18 de Julio, pero en esos puntos ya los días en los que el sol sale con esa alineación no coinciden con el 18 de julio, sino que lo hace a cuatro o cinco días. Entonces la coincidencia es muy fuerte, es demasiada como para deberse al azar nomás”, dice Gonzalo. ¿Qué hizo entonces? Comenzar a recabar información, ya no astronómica sino histórica.
Mapa cuchilla bajo la avenida 18 de Julio.
Un astrónomo entre libros de historia y una coincidencia aún más impactante
Gonzalo, entonces, auxiliado por los historiadores, dio con varias publicaciones y textos. Por ejemplo, muestra una impresión del libro La calle 18 de Julio de 1719 a 1875. Antecedentes para la historia de la Ciudad Nueva, del arquitecto Carlos Pérez Montero, editado en 1942.
“Se trata de unas publicaciones que salieron en la revista del Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay. Es bastante extenso y tiene una cantidad de mapas. Lo leí entonces tratando de ver cómo fue que se llegó a esa alineación de 18 de Julio”, dice. Pero antes de “meternos en eso”, Gonzalo señala que “apareció otro hecho” que lo “impactó aún más”. Chanfle. La trama de la novela se complejiza.
Suena música de suspenso (estamos en la adaptación cinematográfica de la novela). El astrónomo devenido hurgador de fuentes históricas sopla un libro polvoriento en una biblioteca antigua. Y de pronto recuerda que es astrónomo. La cámara se acerca y lo muestra en un “momento Eureka”. “¿En qué otra fecha el sol sale con ese acimut de 65°?”, escuchamos en una voz en off con un poco de eco mientras vemos un primer plano del investigador.
“¡La otra fecha en la cual el sol sale con acimut 65 grados es el 25 de mayo!”, exclama ahora asombrado Gonzalo. “Eso ya era demasiada coincidencia”, señala estirando el “demasiada”. “El sol el 25 de mayo sale con la misma dirección con que sale el 18 de julio, acimut 65 grados”, repasa.
Esto de que el sol salga dos días al año por el mismo lugar no debe sorprendernos. Es lo normal. El solsticio de invierno este 2025 fue el 20 de junio, marcando así el día más corto del año (y el inicio del invierno astronómico). El solsticio de verano fue el 21 de diciembre de 2024, marcando el día más largo del año (y el inicio del verano astronómico). El sol tuvo un acimut de 62° en el solsticio de invierno y de 120° en el de verano. En su “camino” entre un solsticio y el siguiente, el sol va y viene entre esos valores, de manera que pasa dos veces por el acimut 65°, que coincide con la orientación de la avenida 18 de Julio: ese mismo día… y el 25 de mayo. De hecho, “solsticio” significa algo así como “sol quieto”, justamente porque al llegar a esa posición “revierte” su “camino”.
“Si uno va al contexto histórico, en la década de 1830 el 25 de mayo tenía una gran fuerza. De hecho, en la primera ley de fechas patrias, que es de 1834, se fijan esencialmente dos fechas, el 25 de mayo y el 18 de julio. Después se habla del 4 de octubre, en referencia a la ratificación de la Convención Preliminar de Paz de 1828, y del 20 de febrero, por la batalla de Ituzaingó de 1827. Pero en esa ley, esencialmente, las fechas patrias eran 18 de julio y 25 de mayo”, dice un Tancredi ya compenetrado con los documentos históricos que viene devorando.
“El 25 de mayo era declarado el Día de América, por la primera revolución libertaria en el continente”, señala. Efectivamente, el 25 de mayo justamente se conoce como la “Revolución de Mayo”, que tuvo lugar en 1810 en Argentina y que terminó con la destitución del virrey de España, abriendo camino para la independencia de los territorios sudamericanos respecto de las coronas española y portuguesa.
Para Gonzalo, esta coincidencia de la salida del sol en la orientación de 18 de Julio en ambos días era demasiado llamativa, algo así como sacar el primer premio de la quiniela dos veces seguidas. “Ahí me planteé la pregunta de por qué se eligió la fecha del 18 de julio para jurar la Constitución de Uruguay. Ya que la idea era jurarla un domingo, ¿por qué no el 4, o el 11, o el 25 de julio de 1830?”, interroga.
“Para responder eso doy con otro libro interesante, que es una cronología de todos los pasos que se dieron hacia la jura de la Constitución, Uruguay, cronología histórica documentada, de Walter Rela”, cuenta.
“Haciendo un repaso rápido, primero, el 4 de octubre de 1828, en Montevideo se canjean los documentos firmados por las partes comprometidas en la Convención Preliminar de Paz. En setiembre de 1829 se aprueba la Constitución por la Asamblea General Constituyente y Legislativa del Estado y empieza entonces una serie de negociaciones con Argentina y Brasil y se mandan emisarios a ambos países para que den su aval. Todo esto era parte de lo negociado por lord Ponsonby y George Canning, que estaban tutelando todo este proceso”, resume Gonzalo.
“Finalmente, a fines de mayo de 1830, vuelven los comisionados que habían ido a Buenos Aires y Río de Janeiro con el aval de ambos lados. A los pocos días, el 2 de junio de 1830, se conforma una comisión para definir cómo se iba a hacer la jura”, sostiene. “La jura es un acto totalmente simbólico. La Constitución ya estaba aprobada, ya estaba acordada con los otros países, y la jura era una especie de acto para la gente”, dice entonces.
“Entre el 2 y 26 de junio esa comisión hace la propuesta del texto que se iba a jurar y también hace la propuesta de la fecha del 18 de julio”, relata. El texto que propusieron, recordemos, decía: “¿Juráis a Dios y a la Patria cumplir y hacer cumplir en cuanto de Vos dependa la Constitución del Estado Oriental del Uruguay sancionada el 10 de Setiembre de 1829 por los representantes de la Nación? ¿Juráis sostener y defender la forma de gobierno Representativo Republicano que establece la Constitución? Si así lo hiciéreis, Dios os ayudará; si no, Él y la Patria os lo demandarán”.
“Lo que hice entonces fue empezar a analizar qué personajes estaban involucrados en ese asunto de fijar la fecha para la jura. La comisión que había redactado el texto y definido la fecha estuvo integrada por Juan Benito Blanco, Manuel Haedo, Cristóbal Echevarriarza, Antonio Domingo Costa y Manuel Vicente Pagola”, comenta.
Y entonces emerge la conexión masónica. “Juan Benito Blanco, que había presidido la Asamblea Constituyente y lideraba esta comisión, era masón, como también lo era Cristóbal Echevarriarza. De los cinco miembros de la comisión, dos eran masones”, lanza. “Leyendo la información disponible, en ningún lugar ni ningún autor dicen nada sobre por qué se escogió la fecha del 18 de julio para jurar la Constitución”, señala. Y entonces, el sol masón se asoma.
El sol masón
“El sol es relevante para la masonería. Hablamos del sol de mayo, que siempre se manejó que podía tener dos interpretaciones. Una alude a Inti, el sol de los incas, y otra al sol de la masonería”, dice Gonzalo. “De hecho, en la bandera de Argentina está el sol como elemento central, así como también en la nuestra tiene un rol protagónico. Los escudos de Argentina y Uruguay son de los pocos que tienen un sol tan presente. Y si te fijás con atención en el nuestro, tiene toda la apariencia de ser un sol naciente”, sostiene.
“He encontrado textos que reafirman la importancia del sol en la masonería, así como de los solsticios como momentos de cambio. Por ejemplo, en la masonería tiene gran importancia la salida del sol en el oriente. En un templo masón, no los conozco personalmente, parecería que el venerable maestro se ubica en el oriente”, afirma.
Y entonces Gonzalo trae la astronomía de vuelta al ruedo. “Lo relevante es que las dos fechas, el 25 de mayo y el 18 de julio, flanquean el solsticio de invierno”, dice. ¿Qué es esto de que “flanquean” el solsticio de invierno? “El 25 de mayo está 27 días antes del solsticio, y el 18 de julio 27 días después. Esa simetría, que es la que puede observarse en la salida del sol en el mismo acimut de 65°, implica que justamente ambas fechas están a la misma cantidad de días del solsticio de invierno, una 27 días antes, la otra 27 días después”, dice. Booom.
“En base a esto, la hipótesis que me entusiasma más es que se fijó el 18 de julio para jurar la Constitución por esa alineación con la salida del sol, por la misma cantidad de días respecto del solsticio, como una forma de simbolizar la hermandad con Argentina”, dice Gonzalo. ¡Jamás nadie había hecho notar esto!
“En ese momento como que había dos grupos en puja, uno más pro-Argentina y otro un poco más cercano a Brasil. Pero como gran parte de los constituyentes habían estado en las luchas con Argentina, había una afinidad mayor con Argentina”, contextualiza. Aun así, pone paños fríos: “No hay nada escrito, es verdad, de que se eligió esa fecha por esta coincidencia. Pero, hasta donde averigüé, tampoco es de esperar que haya algo escrito si fueron justamente los masones quienes influyeron para que fuera esa la fecha”, confiesa.
“Hice una consulta a la Gran Logia, y, por lo que me contestaron, la tradición, y más en esa época, era hacer las cosas y no dejarlas por escrito, no hacerlas explícitas”, enfatiza.
“Mi especulación entonces es que se fijó la fecha del 18 de julio para tener esa simetría con el 25 de mayo con relación al sol. Y de ser así, una consecuencia natural sería después orientar alguna de las calles de Montevideo para eso”, conjetura.
Así las cosas, dada esta línea de investigación, lo de la orientación de la avenida 18 de Julio pasó a ser una consecuencia de todo eso que pasó antes, de esa selección arbitraria de la fecha para que coincidiera con el 25 de mayo y la salida del sol. “Eso le da más fuerza a lo que pasa cada 18 de julio con la salida del sol y la orientación de la avenida”, afirma Gonzalo. Vayamos entonces a esa “consecuencia” de este homenaje velado al 25 de mayo.
El trazado de 18 de Julio
Tras la hipótesis que hermana el 18 de julio con el 25 de mayo, simetría de distancia al solsticio y masonería mediante, queda el asunto de quién, cuándo y cómo buscó que la orientación de la avenida coincidiera con los 65° de acimut de la salida del sol en esa fecha. Sobre eso también Gonzalo realizó su exploración de indicios que pudieran arrojar luz.
“El trazado de 18 podría dividirse en dos momentos importantes. Uno es cuando se tira la muralla, por 1829, y se inicia el trazado de 18 de Julio hacia el ejido”, afirma. “La zona del ejido, donde hoy esta justamente la calle con ese nombre, entonces era casi todo un descampado. De hecho, se la menciona como ‘campo de Marte’. Si bien había algunas casas, allí no había demasiado construido y estable, porque justamente hasta allí era la distancia a la que llegaban los cañones de la ciudad fortificada”, remarca.
“El primer trazado que se hace de 18 de Julio lo realiza un topógrafo, José María Reyes, a quien le encomiendan hacer la extensión de la ciudad hacia el ejido”, dice. Esa extensión conformaría lo que se denominó la “Ciudad Nueva”, pasando desde entonces, y hasta nuestros días, a considerarse la parte que estaba antes dentro de la muralla como la “Ciudad Vieja”.
“José María Reyes ahí se mandó una macana. Si te fijás bien, la Ciudad Vieja tiene un trazado de las calles que no es norte y sur, sino que, como se estila en gran parte de ciertas ciudades, está un poco inclinado hacia el noroeste para aprovechar mejor el sol. Si el trazado de las calles está alineado con el eje norte-sur, hay una vereda que recibe el sol todo el año, mientras que la otra no. Al inclinar esa dirección, eso está un poco más compartido”, afirma Gonzalo, basado en la literatura consultada. “José María Reyes, al hacer el trazado de la Ciudad Nueva, cambia esa orientación y proyecta 18 con un trazado muy oeste-este desde la puerta de la Ciudadela hasta el ejido. Y eso aparece en una serie de mapas. Luego, se proyectará la Ciudad Novísima”, amplía.
Gonzalo cuenta que Reyes proyectó entonces todo el amanzanamiento de la Ciudad Nueva, pero solamente como trazado en un mapa. Lo que sí comenzó fue el trazado con esta orientación oeste-este de 18 de Julio, que se conoce con ese nombre desde 1834 a instancias de Andrés Lamas, otro masón, y abarcaba el recorrido que iba desde la plaza Independencia hasta la actual calle Ejido.
“En 1836 aparece otro personaje muy interesante”, dice agregando espesor a la trama de esta novela. “Se trata de un arquitecto italiano, Carlos Zucchi, que había sido expulsado de Italia por masón, se había ido a Argentina y en 1836 viene a Uruguay. Zucchi, conocido o cercano a Manuel Oribe, integra, junto con Reyes, la Comisión Topográfica, que tenía como cometido terminar de hacer este trazado de la Ciudad Nueva y delinear un poco la extensión hacia lo que sería la Ciudad Novísima”, relata.
“Ya en un mapa de 1939 del arquitecto Zucchi, tomado en base al plano de 1829 de Reyes, aparece el inicio de lo que en ese momento se llamaba Camino de Maldonado. Ese es el primer plano donde las calles proyectadas tienen esa alineación con el acimut de 65 grados”, dice incitando al asombro nuestro astrónomo.
Mapa de 1832 con orientación de calle de la Ciudad Novísima (parte derecha de la imagen), tomado de Carlos Pérez Montero (1942).
“Lo interesante de este mapa es que la dirección del Camino Maldonado, y de las otras calles proyectadas, la medí y ya es exactamente la dirección de 65° respecto del norte. En el mapa se nota que cambió el ángulo de las calles respecto de lo proyectado por Reyes”, explica Gonzalo. Zucchi, entonces, parecería corregir el error de Reyes y su orientación errada de las calles en un eje norte-sur y oeste-este. Pero esa corrección no es la que está detrás de los 65 grados de acimut de la Ciudad Novísima.
“En el mapa sólo se muestra el inicio de Camino Maldonado, y de otras calles paralelas, hasta el momento inexistentes. Esa orientación es distinta a la de la Ciudad Vieja”, afirma Gonzalo, desechando que esta orientación sea entonces sólo un volver a la inclinación que el patán de Reyes había arruinado.
“Zucchi es un personaje interesante porque también hace una propuesta para agrandar la plaza Independencia y propone que en ella tenían que estar varios edificios del gobierno y, en la parte sur, un teatro, el teatro Solís”, narra Tancredi. “El nombre dado al teatro tendría más que ver con el sol que con el adelantado, algo que queda claro al ver su fachada con ese gran sol. La idea del teatro Solís y su diseño inicial fueron de este arquitecto Zucchi… ¡que era masón!”, agrega.
“Así que podemos decir que en 1837 quedó signada esa coincidencia para la calle 18 de Julio y la orientación de la salida del sol en esa misma fecha. Sin embargo, ese año la calle no quedó denominada de esa forma, sino que lo que luego sería 18 de Julio, y todas las calles paralelas, quedaron orientadas de esa forma”, aclara Gonzalo. “El tema es que ahí viene la Guerra Grande, todo convulsiona, y recién se retoman las obras de lo que sería la extensión hacia la Ciudad Novísima, y la denominación de las calles, en la década de 1860”, afirma.
“Recién en un decreto del 4 de abril de 1867 es cuando al tramo de lo que entonces era el Camino a la Unión, que iba desde la calle Médanos, donde está el Gaucho, hasta la calle Yaro, hoy Emilio Frugoni, se lo denomina 18 de Julio, como continuación de la calle 18 de Julio ya existente, comprendida entre la plaza de la Independencia y la calle de los Médanos”, dice Gonzalo, que aclara que esa decisión fue duramente criticada en la época por quienes decían que ese nombre debía reservarse solo al tramo original de 18 de Julio.
Investigar basado en la curiosidad
“Más allá de que yo nunca hice una investigación histórica y estos son planteos e hipótesis a partir de lo que he conversado con historiadores y los textos que me han ido pasando, hay muchos elementos que me hacen pensar que es imposible que haya habido tantas coincidencias”, redondea Gonzalo. “Son demasiadas”, remarca.
“La primera es la del 18 de julio y el 25 de mayo. Es difícil no buscarle a eso una explicación. Después está el trazado propio de la avenida 18 de Julio, y todo eso mezclado con tantos personajes masones para los que el sol tenía un simbolismo muy importante”, agrega.
“No he discutido aún con Carlos Demasi si el tema da para hacer algún tipo de investigación histórica y tratar de sacar alguna conclusión, más allá de que él está muy entusiasmado con el tema, o dejarlo como algo más cercano a una novela histórica, donde, basado en hechos históricos, se hacen elucubraciones”, confiesa entonces. “Me parece que eso es más o menos lo que uno también hace en la ciencia; plantea hipótesis y trata de buscar comprobaciones o refutaciones”, reflexiona.
“Lo cierto es que no hay fuentes concretas para confirmar esto. No hay nadie que haya escrito algo así como ‘elegí el 18 de julio porque coincidía con la salida del sol del 25 de mayo’, ni tampoco hay un documento en el que se diga que el trazado de la Ciudad Novísima tendría esa orientación debido a todo esto. Pero tampoco uno esperaría que los hubiera”, dice con relación a lo que le dijeron los propios masones tras su consulta.
“En este caso, pienso más en la idea de que todo tiene que ver con el nacimiento de dos naciones que están hermanadas, que nacieron hermanadas a ambos lados del solsticio, con el sol como referente”, afirma Gonzalo.
“Creo que lo que hizo Zucchi, sabiendo la interna de los masones, que habían elegido el 18 de julio por esta simetría solar con el 25 de mayo, fue aprovechar la oportunidad y hacer el trazado de la Ciudad Novísima con calles en la dirección de la salida del sol en esas fechas. Eso sería plausible, no hay tantos años de diferencia entre 1830 y 1836 o 1837, que es cuando empieza a actuar Zucchi”, conjetura Gonzalo.
Y luego, en 1866 o 1867, nuevamente otros masones podrían haber pensado que cerraba extender la denominación de 18 de Julio a una de estas calles proyectadas con esta orientación de 65° respecto del norte. Como el nombre “18 de Julio” ya estaba tomado, la idea de extenderlo a lo que para entonces era el Camino de la Unión tendría más chances de éxito que dejar de nombrar así a una calle con tanta historia.
“Sí, eso podría reflejarse en el hecho de que muchos no quedaron muy convencidos con continuar la denominación de 18 de Julio”, comenta. Uno piensa en, tal vez, colocar un busto o algo en honor a Zucchi allí donde está la curva de 18.
Gonzalo ríe. “Sí, Zucchi le dio la orientación, no sólo a esa calle que luego denominarían también 18 de Julio, sino a todas las calles de esa zona hacia donde se extendería la ciudad. Eso se ve bien al observar un mapa de Montevideo; todas las calles ahí en el Gaucho pegan esa curva que marca el cambio de orientación hacia un acimut de 65 grados”, señala.
¿Tú también, estadio mío?
Hay otros datos que son relevantes para alimentar tanto la novela histórica como una posible investigación al respecto. Pensemos en el Obelisco, que fue inaugurado el 25 de agosto de 1938. “No es cualquier obelisco, es el Obelisco de los Constituyentes, donde había muchos masones, empezando por el presidente de la Asamblea Constituyente. Ese obelisco es también un fuerte símbolo masón”, afirma Gonzalo. Pero, entonces, va a más.
Inauguración del Obelisco en 1938.
Foto: S/d de autor, CdF
“Hay otro plus para todo esto”, dice como pensando en capítulos para esa novela a lo Código Da Vinci de Dan Brown. “Un plus es lo del teatro Solís. Y otro es que la continuación de 18 de Julio es la avenida Luis Morquio. ¿Qué calles flanquean a Morquio? Por un lado esta Lord Ponsonby y por el otro Jorge Canning, los dos masones que orientaron a Uruguay hacia la independencia”. Más “coincidencias” extrañas. Pero dice que hay otro “plus” más.
“La última especulación, y si me da el tiempo capaz que hoy voy a averiguar algunos datos, es que si continuás lo que sería 18 de Julio terminás en el estadio Centenario, que justamente celebra los 100 años de la Jura de la Constitución. Lo que quiero saber es dónde estaba colocada la piedra fundamental del estadio. Me juego todo a que sigue esa línea recta trazada por la orientación del sol del 18 de julio y el 25 de mayo. De ser así, la habrían colocado donde hoy es la tribuna Colombes. Esa piedra fundamental luego la sacaron y hoy se puede ver en el Museo del Fútbol, pero voy a ver si puedo determinar su emplazamiento original”, dice Gonzalo prometiendo más capítulos para toda esta aventura.
Tener conocimientos de los puntos de salida y puesta del sol, dice Gonzalo, no exigía grandes conocimientos ni estaba fuera del alcance de arquitectos o topógrafos. Y menos aún de los masones, que desde sus inicios tienen justamente el compás y la escuadra como símbolos. También constaban en las tablas náuticas y demás. Si nuestros antepasados orientaron los cerritos de indios según fenómenos del cielo, hace más de 3.000 años, que estos masones lo hicieran con unas calles, hace menos de 200, no es ninguna hazaña.
Todas y todos el 18, a 18, al amanecer
Gonzalo está entonces convocando en redes y en varios medios a que la gente concurra a 18 y el Obelisco un poco antes de las 7.48 de la mañana, momento en que el sol saldrá por donde Zucchi y otros se propusieron para resaltar esta hermandad entre el pueblo argentino y el uruguayo.
“A mí me impacta bastante que se haya fijado la fecha de la Jura de la Constitución, que en ese momento era la fecha patria más importante, para tener una coincidencia con Argentina y esa hermandad”, comenta Gonzalo, que ahora también es, además de astrónomo, vetador de planetas enanos, desviador de asteroides y astrónomo de masas, astrónomo urbanista, o astrónomo historiador.
“Esto se enmarca en lo que se llama astronomía cultural, en la vinculación de la astronomía y la cultura. Tenés que tratar de entender la cultura de esa época, ir más allá de estas alineaciones y entender el porqué. En el caso de los cerritos de indios, puede ser mayor la intriga; aquí el porqué es más claro dado el poder que tenía la masonería y toda la simbología que tiene con el sol”, sostiene Gonzalo.
“He estado leyendo y buscando información, pero sin duda creo que esto daría como para profundizar un poco más por gente que sepa más sobre este tipo de investigación”, dice.
¿Qué diferencia hay entre perseguir estas pistas y perseguir pistas sobre fenómenos astronómicos o físicos, como el efecto cocoa? ¿Qué diferencia hay entre obsesionarse con el efecto cocoa y obsesionarse con esto?
“Siempre les digo a mis estudiantes que mi forma de hacer investigación, luego de que me surge una pregunta, pasa por que no me importen las cosas que tengo que aprender para poder dar la respuesta. Si la pregunta me parece interesante, me pongo a leer y a investigar. La diferencia respecto de las cosas anteriores es que con lo otro estaba mucho más familiarizado, eran temas astronómicos, físicos, matemáticos, tecnológicos u observacionales. Esto ya es diferente, porque nunca hice una investigación histórica ni de astronomía cultural. Entonces no conozco demasiado la metodología. Guiado por historiadores como Demasi, hice una investigación de documentos, que no es algo que estuviera habituado a hacer, sobre todo de esa lectura entre líneas donde muchas veces aparecen las cosas”, afirma Gonzalo.
“Igual, no quiero pisarme con otras disciplinas. Me gustaría que esto lo agarrara alguien con formación en metodologías de investigación histórica, y que analizara más todo. No sé si se va a poder llegar a sacar conclusiones, pero tal vez se logre sistematizar un poco la información que sí hay”, redondea Gonzalo. Por lo pronto, como una gran novela o un gran trabajo científico, su pesquisa le agrega valor al mundo. Por lo menos a esta salida del sol del feriado del viernes, a quienes andamos por la avenida principal del centro de la ciudad y a quienes nacimos tan hermanados con nuestros países vecinos. Si se viene El código Zucchi, seguro volarán unos cuantos ejemplares.