Entre el 22 y el 28 de enero de 1680 fue fundada la Colonia del Sacramento por Manuel Lobo. ¿Por qué Portugal decidió establecer esta plaza fuerte en un extremo tan austral de América? En este artículo intentaremos ofrecer algunas respuestas.

Cuando se habla del tema, se rememora generalmente la lucha de imperios entre españoles y portugueses. La plaza de Colonia, en la visión más habitual, habría surgido del intento por extender las posesiones de Brasil hacia el sur. Esta mirada desde la geopolítica y la historia militar, no errada, pero sí relativa, es la que surge de los textos ya clásicos de Azarola Gil (inspirado en su antecesor Luis Gil, quien escribió una memoria histórica para la Junta E. A. en 1854) y Riverós Tula.

Sin embargo, estudios más recientes llevados a cabo por Fernando Jumar, Omar Moreira, Fabricio Prado y Paulo Possamai, entre otros, ofrecen una perspectiva económica, social y cultural, intentando superar las antiguas historias nacionales, para así presentar una perspectiva rioplatense, regional y mundial.

Potosí y el Río de la Plata

En los territorios de la actual Bolivia, los españoles descubrieron en 1545 un enorme cerro lleno de filones de plata. Al año siguiente fue fundada allí la ciudad de Potosí y comenzó a extraerse este metal precioso. La historia de la América del sur y del Río de la Plata cambiaría radicalmente.

En 1580 desde Asunción, buscando abrirle “puertas a la tierra”, se refundaría Buenos Aires. Si antes, en 1536, su importancia fue mínima, ahora constituía una salida alternativa para la plata potosina, a la ofrecida por el monopolio de Lima.

Ya para fines del siglo XVI se empezó a conformar un circuito comercial en el sur del continente, abarcando a Chile, Paraguay, el norte de la actual República Argentina y el Río de la Plata. El contrabando de manufacturas europeas y la cría de mulas, como algunos de los negocios más constantes y lucrativos, se vieron dinamizados por los ríos de plata que fluían desde Potosí.

Para el siglo XVII, según reconocen varios investigadores, el contrabando ya era un fenómeno estructural en el ámbito rioplatense y gracias al cual se enriquecían los sectores urbanos, especialmente portuarios y rurales. Este fenómeno, además, fue policlasista, ya que el comercio ilegal lo practicaban tanto las elites burocráticas y comerciales como los pequeños pulperos y lancheros, siendo una forma de ascenso social.

La Unión Ibérica

En 1578 el rey Sebastián de Portugal, al mando de un ejército de unos quince mil hombres, flor y nata de la nobleza lusitana, moría en la batalla de Alcazarquivir en el norte de África. El fracaso de esta cruzada contra los musulmanes llevó a la extinción de la casa de Avis. El trono portugués pasó entonces al tío de Sebastián, el rey Felipe II de España. De un golpe el rey Habsburgo tuvo en sus manos los dos imperios territoriales y comerciales más grandes del planeta.

Esta unión de las dos coronas significó en América el estrechamiento económico entre Brasil y las posesiones españolas. Y que la plata potosina tuviera más espacios de circulación.

En Buenos Aires, para 1643, existía una importante colonia portuguesa, cuyas fortunas rondaban entre los 1.000 y los 5.000 pesos, llegando incluso a los 10 mil; algunos poseían de ocho a 12 esclavos. La mayoría eran artesanos (26) y labradores (33) y solo seis eran comerciantes.

Entre 1590 y 1609 existió un vínculo muy intenso entre Potosí, Buenos Aires y Brasil. En Córdoba, numerosos portugueses realizaban transacciones comerciales, entre ellos el gobernador Sa de Bahía y el contrabandista Juan de Vergara. Por su parte, a Tucumán llegaban azúcar, hierro y esclavos desde Brasil, siguiendo su marcha, en muchos casos, rumbo al Potosí, centro neurálgico de la economía americana.

Las actas notariales de Córdoba registran por esos años un movimiento comercial con el Brasil de 59.265 pesos plata, y con Potosí de 62.395 pesos plata, lo que puede servir para calibrar la importancia del tráfico lusitano.

Todo este comercio era, en buena parte, ilegal, por lo cual fue fundada la Aduana seca de Córdoba en 1622. La misma, no obstante, tuvo un efecto casi nulo.

Durante el siglo XVII el grueso de la plata potosina se fue de América mediante el contrabando. En 1560 la exportación total de plata desde América a España fue de 303 toneladas métricas, creciendo en 1600 a unas 2708 toneladas, cifra que se mantuvo con altibajos hasta 1640, en que descendió a las 1397, disminuyendo aún más en 1660, donde fueron 443.

Estos datos, aportados por el investigador E. J. Hamilton, durante mucho tiempo fueron interpretados como un descenso en la producción minera. Sin embargo, estudios más recientes de Brading y Cross y de Morineau, en base a la utilización del mercurio de las minas o a los datos que figuran en periódicos holandeses del momento, muestran que la producción no bajó, sino que la plata fue extraída de América por vías ilegales.

La plata potosina, según estas interpretaciones, fue mayormente empleada en los mercados locales o sacada hacia Europa mediante el contrabando, siendo una parte sin duda menor la que se embarcó legalmente desde Lima.

Guerra y contrabando

En 1640 se interrumpió la unión Ibérica, iniciando Portugal su guerra de independencia, la cual se prolongó por casi dos décadas, combatiendo en la misma Manuel Lobo, fundador de Colonia.

Portugal, ya sin su dependencia hacia España, tenía que reorganizar sus posesiones en América, ya que su imperio oriental se había visto vulnerado. Además, a fines del siglo XVII la plata había comenzado a escasear y era necesario buscar nuevas fuentes de aprovisionamiento. La plata era un bien fundamental si se quería mantener el comercio con Asia.

Los portugueses, expulsados de Buenos Aires, tenían que barajar un plan alternativo para seguir disfrutando del contrabando de la plata de Potosí. ¿Qué mejor que fundar una plaza fuerte y factoría en frente de la ciudad española?

En 1679 el príncipe regente Don Pedro, nombró al maestre de campo Manuel Lobo, como capitán general de Río de Janeiro y lo comisionó para fundar una población en la región de San Gabriel, en las islas y tierra firme.

Al finalizar enero de 1680 quedó establecida la Colonia del Sacramento. El grupo de los primeros colonizadores se componía de 300 oficiales y soldados, 76 indios, entre 50 y 60 negros esclavos (la mayoría de propiedad de Manuel Lobo), cuatro mulatos libres, cuatro sacerdotes, tres mujeres blancas y un almojarife. Enseguida comenzó a edificarse una precaria fortaleza.

Sabido este avance lusitano en Buenos Aires, el gobernador José de Garro, mandó a alistar un ejército, compuesto en gran parte por indios misioneros. Al mismo tiempo se comunicó con Lobo, para inquirir sobre aquella ocupación de tierras de la corona de Castilla. No conforme con la respuesta de Lobo, que insistió en que éstas pertenecían a su monarca, el gobernador de Buenos Aires decidió el ataque. En agosto, las fuerzas españolas, al mando de Antonio de Vera y Mujica, ponían sitio a Colonia. Lobo se encontraba en cama producto de la fiebre, así que delegó el mando en Manuel Galvao. Pese a que la artillería lusitana realizó un intento de defensa, los indios guaraníes lograron abatir la empalizada. Las tropas portuguesas se desbandaron, reinando el caos. Los escasos seis meses de vida de la población lusa se clausuraban de esta forma. Galvao y su esposa perecieron en la batalla. Manuel Lobo pudo salvarse. Llevado a Buenos Aires falleció al poco tiempo en una prisión.

Pese a esto la Colonia del Sacramento volvería a manos portuguesas y para la primera mitad del siglo XVIII, se convertiría en el centro del contrabando de plata y cueros en el Río de la Plata. En el período 1721-1736, según Jumar, Colonia efectúa el 75% de las exportaciones de cueros en el Río de la Plata, absorbiendo los cueros de la campaña de Buenos Aires.

Durante la época de Vasconcellos, comenta Prado, Colonia del Sacramento se transformó en un centro de sociabilidad regional, lugar para el comercio y la prostitución, donde la población flotante de la campaña podía obtener bebida y tabaco.

El contrabando, que fue estructural en el Río de la Plata, alentó la fundación de Colonia. Gracias a este tráfico ilegal, sobre todo de la plata potosina, la pequeña plaza fuerte portuguesa pudo mantenerse por un siglo. Sin embargo, Colonia no fue un “nido de contrabandistas”, como insiste alguna historiografía, ya que el comercio ilegal estaba en todas partes.