Si en Colonia preguntás por el apellido Durañona automáticamente lo asocian a la música. En efecto, el vínculo entre los integrantes de esa familia y la música es legendario.
En el presente, Julio, actual director de la Orquesta Municipal de Colonia, es heredero de segunda generación de esa disciplina artística, cuyo ejercicio también ha legado a sus hijos.
Augusto, de 27 años, hijo de Julio, afirma que su padre le “inculcó” el conocimiento y el gusto por la música. Pero Augusto ha trazado su propio camino y hoy, con 27 años y radicado en Argentina, es tecladista de Trueno, el cantante, rapero y freestyler que, con tan solo 20 años, es parte importante de la escena musical de ese país.
Augusto nació en Colonia del Sacramento y desde hace 10 años vive en la otra orilla del Río de la Plata. A pocas horas de culminar un año cargado de presentaciones, y en el fondo de su casa materna, conversó con la diaria acerca de su historia con la música, de un presente cargado de trabajo y del auspicioso 2023 que comienza a girar nuevamente.
Tu relación con la música se da como la de muchos niños uruguayos con una pelota.
Sí, y yo soy malísimo en el fútbol. Vengo de una familia musiquera. Desde mi bisabuelo, al que no conocí, luego mi abuelo y mi tío abuelo, todos eran músicos. En generaciones más cercanas, mis tíos, mi padre, mis primos y yo desde siempre estamos relacionados a la música. Pero también al trabajo.
En lo que respecta a mi vida, desde chico mamé todo de mi padre, fue el que me enseñó todo. En mi casa había un teclado que mi viejo estaba siempre con él y yo a los cinco años ya metía mano y trataba de sacar alguna melodía.
Mi infancia y adolescencia se dieron de esa manera. Siempre relacionado a la música y al tocar algún instrumento. Cuando era niño la familia estaba esperando a ver que iba a tocar. Seguí la herencia y el teclado es mi compañero de vida desde pequeño.
¿Y cuándo decidiste viajar a estudiar a Argentina?
Fue todo un proceso. De mi familia fui el único que me fui a otro país a estudiar y a ver qué podía pasar. En ese momento, con 18 años, recién terminado el liceo no sabía qué iba a pasar allá ni cómo iba a ser todo el recorrido que hoy miro, analizo y me da mucha alegría. Comencé a ir una vez por semana a estudiar con Ricardo Nolé, pianista uruguayo que está radicado en Buenos Aires hace muchos años. Me tomaba el barco los martes temprano a la mañana, estudiaba todo el día y me volvía a la noche. Fueron años de mucho esfuerzo.
Cuando comencé a generar contactos y poder quedarme para ver algún show, la noche porteña me partió la cabeza y decidí que yo tenía que irme a vivir ahí. Ricardo me había comentado sobre el Conservatorio Superior de Música Manuel de Falla, que es gratuito, del gobierno nacional, pero que tiene una prueba de admisión muy difícil y entendía que esa podía ser la excusa para irme a vivir a Buenos Aires. Ese verano me preparé en Colonia para dar la prueba y por suerte quedé seleccionado.
La rosca musical en Argentina debe ser gigante.
Lo que pasa es que Buenos Aires funciona como de capital regional. Como fui yo desde Colonia, también llegan bolivianos, colombianos, chilenos o de las mismas provincias argentinas. Entonces el movimiento musical es muy grande y es muy difícil entrar en la rueda. Mientras estudiaba en el conservatorio comencé a tocar con compañeros que estaban en el mismo plan que yo. Una de las primeras cosas que hicimos fue armar un trío y tocábamos candombe por Villa Crespo. Entonces en ese plan de conocer gente y músicos, todas las semanas invitábamos a un cantante diferente. Julieta Rada, Daniel Mazza y Foque Gómez, que es tambor chico de Jaime Roos, una leyenda del candombe, fueron algunos de los que tocaron con nosotros. La visibilidad era fundamental para seguir metiéndome en esa rosca.
Con esa idea de entrar en el ruedo musical, imagino que la pandemia hizo volver todo a cero.
Cuando llegó la covid-19 a Buenos Aires me vine unos meses a Colonia, dado que en Argentina se había parado todo y literalmente que no había nada para hacer. Fue un golpe duro porque venía en ascenso y esto era como volver a empezar de nuevo. Yo había decidido vivir en Argentina. Mi familia no estaba muy de acuerdo en que me vuelva para allá sin un futuro claro, digamos. Armé el bolso nuevamente, me fui y de a poco comenzaron a liberar y empezamos de nuevo a tocar.
¿Cómo llegó Trueno a tu vida?
Fue algo muy loco porque fue postpandemia. Un domingo al mediodía me contacta el director musical de Trueno, que estaba la posibilidad de participar de la prueba de admisión para entrar a la banda. Éramos siete bajistas y siete tecladistas seleccionados. Me entregó la lista con seis temas que tenía que sacarlos para la prueba que era el martes. Era una hermosa oportunidad que no iba a desaprovechar, así que en ese mismo momento me puse a sacar los temas y por suerte quedé.
¿Qué te generó en lo personal y en lo musical estar en esa banda?
De tratar de estar en la escena e ir creciendo, pasé a manejar una agenda de más de 40 toques en el año. Trueno me dio esa posibilidad que era impensada. Este año terminé haciendo casi 80 shows, conociendo el mundo, y tocando en diferentes países que si no era por la banda era imposible.
El 2023 será muy bueno también. La tranquilidad de estar en un proyecto que te da la agenda de enero a junio ya confirmada es muy importante. El músico tiene un estilo de vida freelance, del día a día digamos, por eso la prioridad al proyecto de Trueno, además de que su estilo me representa 100%.
¿El Tiny Desk en La Boca marcó un antes y un después en la banda?
Fue un formato nuevo que se le dio como una apertura real al público, porque a un show te van a ver lo que te conocen y los fans. Te pueden escuchar en alguna plataforma, o ver en las redes sociales. El Tiny Desk fue la presentación del proyecto al mundo, por así decirlo.
Decías que el próximo año será agenda extensa y de gira mundial.
Sí, antes de cerrar este año haremos un show en trío junto a Daniel Massa y César Durañona, mi tío, el miércoles 29 en la Locanda Bar en Colonia del Sacramento. En enero tocamos junto a Mateo Ottonello y Rolo Fernández en Montevideo y Punta del Este y casualmente la gira 2023 con Trueno la comenzamos el 2 de febrero en Atlántida, Canelones, en el evento denominado Canelones Suena Bien, con entrada gratis. Será una gira muy extensa por países de Latinoamérica y Europa con festivales enormes en Colombia, Argentina, México, entre otros.