En mayo de este año, funcionarios del Ministerio de Transportes y Obras Públicas (MTOP) comunicaron a los vecinos de Riachuelo de Pueblo Casero, que se extiende sobre la ruta 1, que la proyectada doble vía de la ruta y un camino secundario llevarían a la demolición de alguno de los edificios considerados emblemáticos por los vecinos. Sin embargo, la protesta que llevaron adelante impidió que eso finalmente se concretara.

Poco tiempo antes de eso hubo una reacción popular cuando, para construir una garita en las cercanías de la entrada a Colonia del Sacramento, el MTOP extrajo algunas de las palmeras que, desde el entronque de la ruta 1 con la ruta 50, forman parte del paisaje cultural de los márgenes del camino.

En ambos casos, los pobladores de Riachuelo -134 habitantes, según el censo de 2011- reaccionaron inmediatamente, reclamando, en diferentes niveles, que se tuvieran en cuenta los edificios que forman parte de la memoria colectiva, así como el entorno natural de las palmeras. La localidad Riachuelo está formada por tres “pueblos” -Bertín, Canteras de Riachuelo y Casero-, que se unieron para exigir que se consideraran sus reclamos.

Los orígenes

Riachuelo está situada al suroeste del departamento de Colonia, al oeste del arroyo Riachuelo, que se extiende al sureste de las rutas 1 y 50. Su nombre proviene de la denominación que en la cartografía portuguesa se le da al arroyo homónimo, que atraviesa la localidad y desemboca en el Río de la Plata.

El poblamiento temprano de Riachuelo, según dan cuenta las investigaciones que ha hecho Paolo Oberlay, estuvo ligado al establecimiento de postas de vigilancia y de estancias portuguesas y españolas. Entre ellas, en 1722, la de Juan de Rocha, que se estableció en la zona, 40 años después de que los portugueses fundaran Colonia del Sacramento, en 1680.

Un segundo grupo de pobladores lo constituyeron los colonos valdenses, que llegaron al Uruguay en tres oleadas. La primera, a bordo del Enrica, arribó a Montevideo en febrero de 1857. Esos colonos se establecieron en Canelones y Florida. Un segundo grupo, donde se encontraban los Bertín, Vigna, Bertinat, Davyt, Roland, Rostán, Gonnet y Tourn, se asentó en Florida, en setiembre de 1857. El tercer contingente, compuesto por 27 familias constituidas por 136 personas, llegó a Florida en la primera semana de febrero de 1858. La llegada de los protestantes valdenses a Florida originó rechazo, en especial el que expresó el jesuita Majestas, quien anunciaba en sus prédicas que iba a “exterminar a todos los protestantes”. Así consta en el Boletín Conmemorativo del primer centenario de la emancipación, de la Sociedad Sudamericana de Historia Valdense (1848-1948). Por esto, las familias valdenses buscaron otros sitios más seguros donde pudieran vivir en comunidad. De ese modo, en 1858 se instalaron en La Paz y en Colonia Valdense. En 1878 y 1879 se fundó la colonia valdense de Riachuelo. Fueron 25 familias que “se volvieron pronto propietarias e hicieron buenos adelantos”. La falta de tierras disponibles impidió que la colonia se desarrollara más. El desarrollo de la colonia propició la instalación de comercios.

En mayo de 1896 se fundó el comercio Bertín Hermanos SA. Como comercio de ramos generales, incluía tienda, almacén, talabartería, ferretería, barraca, acopio de cereales y fábrica de carruajes tirados por caballos. Los carruajes de la firma se vendían para todo el país. Uno de ellos todavía lo conserva la familia Bertín y, según comentaron, lo exhibirá próximamente.

El 25 de noviembre de 1925 Eloy Guillermo Perazza realizó el primer viaje de Colonia a Montevideo por la ruta 1 vieja en un Ford T con capacidad para ocho pasajeros; el carrozado se realizó en el Comercio Bertín. El Expreso Perazza se convirtió, en 1940, en la empresa ONDA (Organización Nacional de Autobuses SA). La importancia del Comercio Bertín, que permaneció abierto hasta mediados de 1990, llevó a que la población ubicada sobre la ruta 50, a un kilómetro y medio de la ruta 1, se conozca hasta hoy como Pueblo Bertín.

Grandes maestros

El otro pueblo que forma parte de la localidad -y se conoce como “Riachuelo abajo”- es Canteras de Riachuelo. A ese lugar se llega por la calle Uruguay, al sur del entronque de ruta 1 y ruta 50. Canteras de Riachuelo tiene elementos identitarios muy relevantes: la extracción de arena y la explotación de las canteras de granito azul, que continúa hasta hoy; y la realización en la escuela 56 de la experiencia pedagógica del maestro Jesús Aldo Sosa Prieto, conocido como Jesualdo Sosa, entre otros aspectos.

El historiador Sebastián Rivero establece que la empresa Antonio Ferro e hijos se instala en Riachuelo, en 1920, para exportar piedra y arena a Buenos Aires. Las chatas llegaban por la boca del arroyo Riachuelo, que tiene buen resguardo y profundidad adecuada para las embarcaciones. La extracción del granito azul se hacía mediante la realización, en la cantera, de orificios de dos metros de profundidad, se agujereaba la piedra con una barreta a golpes de marrón. Ese trabajo lo realizaban tres operarios: uno sostenía la barreta y la iba girando y los otros dos golpeaban hasta alcanzar la profundidad necesaria para colocar las cargas de explosivos, que rompían los grandes bloques de granito. Los trozos se cargaban en vagonetas, pasaban por un molino para fraccionar la piedra en diferentes tamaños y, mediante una cinta, se cargaban en las chatas para exportarlos a Argentina. Los obreros de la cantera provenían de Europa, venían huyendo de la guerra y la miseria. Eran italianos, españoles, polacos, griegos, rumanos, portugueses, entre otras nacionalidades. Vivían en pequeñas casillas de chapa y madera cerca de la cantera, en “el pueblo del otro lado”, como se lo conocía.

En 1928, la empresa Ferro cesó con la explotación de las canteras en Riachuelo y se trasladó a la Boca de Rosario, ubicada a pocos kilómetros de Juan Lacaze. Por el río, se trasladaron las casillas de zinc y madera, viviendas de obreros, a su nuevo destino. El desempleo y la miseria quedaron en Riachuelo.

Los años de explotación de las Canteras de Riachuelo, la de Ferro, la cantera conocida como “La francesa” y la “Cantera de Moar”, constituyeron un período de auge de la zona. Fueron famosos los carnavales de Riachuelo que se organizaban en una zona denominada El parque, en las proximidades de la cantera, en el margen derecho del arroyo. Allí se hacían competencias de disfraces y bailes, los juegos de agua, con pomos de vidrio que estaban llenos con Agua de Colonia. En el pueblo de Canteras florecieron diferentes establecimientos comerciales, como el de doña Anita, casada con Domonte; el de doña Emma; comercio Gardiol; la carnicería de Robert, que tenía también panadería; la peluquería de Licos; la empresa de autobús de Maldez; la tienda y mercería de Salvador Abraham; y muchos otros.

Toda esa población de obreros, muchos de ellos con parejas e hijos, también inmigrantes, se incorporaron a la Escuela 56, en ese entonces llamada Canteras de Riachuelo. La escuela fue fundada por la maestra María Cristina Zerpa, en 1916. En 1923, Jesualdo Sosa contrajo matrimonio con Zerpa, y se trasladó a Riachuelo. En la escuela el conocido docente realizó su experiencia pedagógica, conocida y valorada en el mundo.

Jesualdo fue destituido, luego de una suspensión de más de un año, en noviembre de 1936. En mayo de 1935, se publicó Vida de un maestro, novela autobiográfica de Jesualdo acerca de la experiencia de Canteras de Riachuelo, con prólogo de César Tiempo, que se agotó rápidamente y tuvo gran suceso en ambas márgenes del Plata. Esta experiencia ha sido estudiada y valorada, en el siglo XXI, en publicaciones como: Canteras de creación, de la piedra a la forma; Riachuelo, una experiencia transformadora; o la más reciente Milagro en la escuela: educación, creación y trabajo en Jesualdo Sosa, de Elizabeth Ponce de León, en 2019. Jesualdo permaneció proscripto y silenciado por mucho tiempo. Hoy la Escuela 56 lleva su nombre.

Hacedores

En una de las páginas de Vida de un maestro, Jesualdo refiere a Adelaida, a la que también llama Adela. Y relata: “Hoy sobre la colina han de ensayar la danza que preparan los muchachos. Hagan ronda ahora y canten. '¡Pero canten! No sean haraganas…' -se oye a menudo a Adelaida. 'Yo hago lo que puedo…'- se defienden muchas. Hay que hacer más de lo que se puede, si no, esto no saldrá bien…".

“Adelaida Faedo, se casó con su compañero de escuela Coco Gardiol, fue maestra y directora de la Escuela 56. En la década de 1960, los niños, como una pequeña tropa de túnicas blancas y moñas azules, caminábamos hasta la escuela, apresurados en la ida, conversando y juntando flores de macachines al regreso. Tarareábamos la canción que Adela había escrito: Canteras del Riachuelo, lugar donde vivimos, alegres y felices… el arroyo Riachuelo nos trae en sus burbujas el canto de sus pájaros y el arrullo de sus nidos, y allá en la tardecita, detrás de las colinas, las murallas de piedra que forman las canteras, entonan en sus cantos, sonoros y profundos, sonidos de campanas, descanso del trabajo.

No había rebeldía ni luchas en nuestros días escolares, hasta que hoy, muchos años después, quizá hallamos comprendido esa historia, en parte escrita, en parte por escribir. La historia de los pueblos de Riachuelo, que también es nuestra, que nos vincula con el pasado, con nuestros abuelos, con nuestros padres. Ahora sí, todas las personas, los que ahora viven los y los que vivieron en Riachuelo, los riachuelenses, en un súbito acto de rebeldía decidieron que esa historia, esas palmeras y esos edificios, les pertenecen, están grabados en sus retinas y les hacen sentir que una vez más han llegado al pueblo, a Riachuelo.

Jesualdo Sosa: “Casillas de zinc y madera. Ranchos deshechos de barro y paja de laguna. Y estamos rodeados de granito, de arena, de agua. Todo el material está aquí mismo, sobre la mano abierta de cada uno”.