La variedad, e incluso rareza, de los usos del territorio de la isla San Gabriel se remonta a varios siglos. En base a las investigaciones de Juan A. Varese y a nuestro archivo personal, daremos cuenta de su historia.

Desde la época de los viajes oceánicos, en el 1500, la región, tanto la isla como tierra firme, se denominó San Gabriel. La expedición de Juan Díaz de Solís, en 1516, llegó hasta allí. Magallanes, durante su travesía, desembarcó y dejó una cruz de madera como testimonio de su paso.

Las expediciones de Sebastián Gaboto, Diego García de Moguer y Pero Lopes de Souza, la tuvieron como punto de referencia.

En 1545 la carabela Comuneros, en viaje desde Asunción –trayendo como prisionero a Alvar Núñez Cabeza de Vaca– hizo una parada en la isla. A uno de los tripulantes, Alonso Cantero, se le ocurrirá la idea de establecer allí un mesón o posada e iniciará los trámites ante el Rey. La idea, visto el continuo tránsito humano, no era para nada descabellada. La misma, sin embargo, no prosperó.

Isla San Gabriel, en Colonia (1955). Archivo Biblioteca Nacional.

Isla San Gabriel, en Colonia (1955). Archivo Biblioteca Nacional.

En enero de 1680, mientras se funda Colonia del Sacramento, unos marineros de Buenos Aires, que buscaban leña en la isla, ven las naves portuguesas. A partir de esa fecha la historia tendrá un importante giro. Los imperios en pugna, España y Portugal, la utilizarán para sus fines particulares. Con parte de la piedra que se extrajo, se efectuaron diversas construcciones en la plaza fuerte lusitana.

El siglo XIX, con la aparición de los Estados nacionales, trajo otras guerras y otros proyectos. Durante la Guerra Grande (1839-1851) la isla fue ocupada por la flota anglo-francesa que bloqueaba el Río de la Plata. Pero eso no fue todo. El gobierno de la Defensa de Montevideo –comandado por los colorados y diversos enemigos de Rosas– precisado de dinero, le vendió la isla a Quevedo y Lafone. En 1848 le reclamaría a las autoridades por este negocio, celebrado cuatro años antes. Después fue vendida a un vecino de Buenos Aires, quien la alquiló a la Junta de Sanidad para instalar un lazareto. Por la oposición de los colonienses, esto no se concretó.

La isla, más tarde, estaría vinculada a la industria extractiva y al contrabando.

En 1875 comenzó a funcionar en el Real de San Carlos la Empresa Arena y Piedra, representada por Carlos Scotti. En carta de junio de 1876, que envía la Junta Económico Administrativa al Jefe Político Máximo Blanco, se constatan irregularidades, informándose que dicha empresa mantiene una deuda de 4.600 pesos. Se estipula que llegado el 5 de junio se trabe embargo sobre buques, muelles, galpones, cosas útiles y demás. En carta de agosto se denuncia que el muelle de la compañía está sirviendo para el contrabando.

Existían fundadas sospechas de que el cuidador, llamado Pepín, que moraba en una casilla construida en la playa, estaba introduciendo artículos de tienda y almacén desde la isla San Gabriel. El Receptor de Aduana solicitó que se realice una inspección, que fue llevada a cabo por fuerzas de la policía, pero no se encontraron los artículos.

En la década de 1880 se explotan canteras en la isla.

En marzo de 1888 el Ministerio de Guerra y Marina le comunica a la Jefatura Política de Colonia, que la isla San Gabriel “perteneciente al Estado” está siendo explotada por particulares sin “contrato alguno al respecto” y solicita que “sea desalojada sin demora”. En abril se remite un inventario de los bienes existentes. Entre otros, había: un muelle de madera con rieles de hierro, cuatro zorras de hierro, tres habitaciones con corredor, una lancha, una casilla de madera con cuatro camarotes, un galpón de madera grande con techo de zinc, piedra y arena pronta para embarcar y dos perros. En las habitaciones se encontraba mobiliario, seis catres y una fiambrera. Como puede verse, era una empresa con “toda la barba”, y varios obreros.

En 1893, ahora con autorización estatal, los empresarios Maffei y Biaggetti extraen piedra y la exportan para las obras del puerto de Buenos Aires. En las primeras décadas del siglo XX, la compañía alemana Dikeroff y Wiedman, explotó una cantera de piedra.

En la década de 1930 existió un guarda de Aduana, Agustín Devoto, quien junto a su esposa vivió en la isla por más de catorce años.

Un bien protegido

En 1989 la Sociedad Ecológica San Gabriel se preocupó de proteger la isla. En 1995, al declararse Colonia del Sacramento Patrimonio de la Humanidad, la isla fue declarada Parque Nacional y Área Natural Protegida. Desde el año 2005 la bahía de Colonia y las siete islas que comprende integran una zona patrimonial protegida. La isla San Gabriel, al igual que la Farallón, fue declarada Monumento Histórico.

En el año 2010, el arqueólogo Antonio Lezama, entonces director del Programa de Arqueología Subacuática de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República, con el apoyo de la Intendencia de Colonia, inició investigaciones en la isla. Estos trabajos fueron continuados por el equipo de arqueólogos del Programa de Arqueología Subacuática, con base en el Centro Universitario Regional Este (CURE) de la Udelar, que en las próximas semanas retomará los estudios en esa zona y sus resultados serán aportados a Unesco “para delimitar cuál es el área de protección patrimonial en la zona del río”, según comentó a la diaria el miembro del Consejo Consultivo Honorario de Colonia del Sacramento, Eduardo Caballero.

Esas investigaciones están en la la órbita de competencias del Consejo Ejecutivo Honorario y de la Comisión de Patrimonio de la Nación, actores que deberán expedirse acerca de sus posibles usos.