Luis Udaquiola Laport nació en 1952 en Juan Lacaze, en el departamento de Colonia. Era el mayor de los cuatro hijos que tuvo un matrimonio conformado por un obrero papelero y una ama de casa, que también cosía “para afuera”, que se trasladó a esta ciudad desde el sur del departamento de Soriano en procura de un empleo industrial, según contó Udaquiola en una entrevista realizada por este cronista en 2018.

Luis cursó primaria en el colegio de los curas salesianos. En la infancia descubrió que su vocación transitaría por el mundo de los papeles impresos. Un libro que le regaló una tía y el reconocimiento que sus docentes hicieron de su habilidad para leer en voz alta allanaron un camino que no era muy conocido en aquel ambiente, donde la llegada a los galpones fabriles era apetecida por la mayor parte de los jóvenes.

Luis no sólo demostraba afición por la lectura de diarios, sino que también siendo un niño comenzó a repartirlos en la ciudad. “Empecé a repartir el periódico Claridad a los nueve o diez años en bicicleta. Algo no andaría bien en mi casa. Desde esa época conozco a Norberto [Costabel, reconocido periodista local, ya fallecido]”.

A mediados de la década de 1960 comenzó la etapa liceal. Allí encontró espacio para el aprendizaje de los cursos curriculares y también para el desarrollo de la militancia sindical y política. Cuando cursaba tercer año de liceo fundó el Periódico Estudiantil que se imprimía en “el único mimeógrafo del pueblo, que estaba en la Agremiación Obrera Textil [AOT]”. La experiencia del periódico liceal duró poco tiempo: dos ediciones en el año 1968.

A fines de los años 60 los vínculos entre los integrantes de los gremios industriales y el liceal de Juan Lacaze “eran perfectos”. “Pero funcionaba más y mejor cuando los gurises teníamos que solidarizarnos con algún conflicto puntual en la fábrica de cola, en Incusa, en la textil o en la papelera, que al revés, porque a los adultos, a nuestros padres, a los gremios industriales, les resultaba más difícil involucrarse en cuestiones estudiantiles”, recordó.

Los estudiantes del liceo acompañaban a los trabajadores –muchos ellos de sus mismas edades, a quienes conocían de otros espacios, y también a los adultos– en las movilizaciones, en pintadas, en actos callejeros. Además, unos y otros compartían horas en los comités de los distintos grupos políticos de izquierda, que pocos años después conformarían el Frente Amplio. Luis formó parte de la juventud del Partido Demócrata Cristiana (JDC), sector del cual nunca se alejaría.

Tras probar suerte como empleado de comercio, finalmente destinaría sus fuerzas al ejercicio del periodismo, un oficio vocacional que ya había comenzado a ejercer con la redacción de artículos en régimen de “colaborador” para el periódico Claridad.

“Costabel ya había tenido una incursión en el periodismo nacional con Federico Fasano. Era alguien que en esos años no sólo tenía una imprenta donde editaba tres periódicos –Crónicas de Colonia, con Henry Madero, Reporter en Juan Lacaze, con Negrolo [Elio Gabbiani], y El Eco conmigo”–. De ese modo, a los 21 años, en 1973, Udaquiola se radicó en Rosario para dirigir el periódico local El Eco. Allí tuvo la responsabilidad de hacer frente a un medio de comunicación tras el golpe de Estado y destinó sus horas a la impresión y difusión de volantes y manifiestos contrarios al régimen dictatorial –como la declaración conjunta del Partido Nacional y del Frente Amplio y otras solicitadas por la CNT–, que ponían en riesgo el futuro de la imprenta y aumentaban las posibilidades de ser encarcelados.

Las tapas de El Eco también desafiaban a la dictadura, porque “colocaba frases de Artigas a lo ancho de la página de tapa”. “Usábamos las frases más dolorosas para los milicos... En aquel momento nosotros teníamos la idea de que aquello iría a terminar. Durante los primeros diez días estuvo la huelga general... En la cabeza estaba que eso iba a terminar, pero no se terminó tan fácil”.

El 26 de julio de 1973 Luis fue detenido y conducido al Batallón de Colonia, donde estuvo tres meses en prisión. Allí debió atravesar momentos difíciles: encierro, torturas, padecimientos físicos e incertidumbre acerca de lo que ocurriría con su destino.

Tras haber obtenido la libertad ambulatoria, Luis retomó el ejercicio del periodismo en Rosario, en la empresa de Costabel, perseguido por las limitaciones que imponía la dictadura a esa actividad, que culminó en la incautación de las máquinas de la imprenta. Luis intentó hacer algunos emprendimientos vinculados a las áreas de la comunicación y la publicidad que le sumaron nuevas deudas a su ya endeble economía.

En 1977 el periodista lacazino resolvió irse del país. “Yo estaba desempleado y necesitaba buscar nuevos horizontes. Todavía era joven, y me fui como se fueron muchos”. Meses después, Raquel, su compañera, también se mudaría a San Pablo, Brasil. Allí tuvieron dos hijos –Bethania (1980) y Paulo (1986)–, y retornaron a Uruguay tras la caída del régimen dictatorial.

Si bien se radicó en Montevideo una vez que retornó del exilio, jamás cortó los vínculos con su ciudad natal. En marzo de 1993, cuando cerró la empresa Campomar, Udaquiola participó en las diferentes asambleas que derivaron en la fundación de la Asociación de Residentes y Amigos de Juan Lacaze en Montevideo, cuyo primer objetivo fue recaudar fondos para la compra de artículos escolares para los hijos de quienes acababan de quedar desempleados de la fábrica textil. A esa gestión le seguirían otras en un sentido similar. Los lazos entre los lacazinos radicados en la capital del país se intensificaron en aquellos años, lo cual también motivó que Udaquiola junto a Walter Cruz lanzaran La Voz de la Arena, una revista que se editaba en Montevideo y que adoptó la denominación de un periódico que comenzó a circular en tierras sabaleras en los años 30. Con esa publicación, devenida sitio web, Udaquiola continuó hasta el final de sus días.

Además, trabajó para revistas como Tres y fue colaborador en El País, entre otros medios.

Hace pocos años Udaquiola se jubiló como funcionario de la Universidad de la República, donde trabajó en el área de Comunicación. El retiro de la actividad laboral le permitió contar con mayor disponibilidad para colaborar en tareas de comunicación en el municipio de Juan Lacaze en los últimos dos períodos de gobierno.

Udaquiola también escribió dos libros vinculados a memorias sobre el pasado reciente. En ese marco, abordó Valodia. Vida de Vladimir Roslik y el más reciente Luis Nucho Batalla. Un asesinato hace 50 años.