El Club Colonia Rowing, fundado en el año 1903, es la institución a la cual todos los colonienses aficionados al remo asisten para aprender, practicar, competir y disfrutar de esta disciplina.
Más de 20 remeros, tanto hombres como mujeres, desde niños a adultos, conforman el plantel del club, que compite a nivel nacional a lo largo del año, en diferentes regatas.
Además, por suerte hay presencia de chicos y chicas, y si bien la presencia masculina es mayor, se ha llegado a tener hasta media docena de remeras femeninas que compiten muy bien a nivel nacional y suelen ganar medallas en las categorías juveniles y menores.
Foto: Ignacio Dotti
La institución cuenta con aproximadamente 450 socios, quienes disfrutan de diferentes actividades deportivas —karate, basquetbol, voleibol, patín, judo, pádel, canotaje—, además de contar con cancha de fútbol para alquilar, piscina, gimnasio y un salón para eventos sociales.
A diferencia de otros deportes, al menos los más presentes en esta región del país, como el fútbol, el basquetbol, el tenis, entre otros, en los que su práctica conlleva la típica expresión de “jugarlo”, en el remo las circunstancias son diferentes.
Así lo cuenta el remero y entrenador del club Juan Pedro Motta, quien sostiene que, si bien lógicamente hay un gran elemento de diversión, su principal particularidad es la esencia de entrenamiento. Incluso desde la preparación previa a meterse en el agua. No cualquiera posee las capacidades físicas, combinadas con el conocimiento técnico que conlleva la realización al menos de forma correcta de este deporte.
Es que, al momento de iniciar en este deporte, se debe entrenar en una piscina, para adquirir los conocimientos necesarios más básicos, entre los que se encuentran la manera de agarrar los remos, la forma de sentarse en el bote, cómo y cuándo usar las piernas, cuándo los brazos, la ejecución sincronizada, armonía de movimientos y demás métodos adecuados.
Rodolfo Collazo.
Foto: Ignacio Dotti
Suele existir el preconcepto erróneo de que la mayoría del esfuerzo físico que exige se realiza con los brazos. O también con la espalda. Y si bien es cierto que hay mucho de eso involucrado, la realidad es que la mayor parte del empuje se hace con las piernas. Es una suerte de actividad en cadena, que inicia por las piernas, continúa por la espalda y recién por último culmina en los brazos, con los que realmente se termina haciendo el casi mínimo esfuerzo. Consecuentemente, eso es en lo que más hay que prepararse y entrenar. Hay que estar en excelente condición física para poder desempeñarse de forma satisfactoria.
Y la única manera es entrenar, entrenar y entrenar. Hacer mucha máquina, hacer musculación, tan fundamental como mismo salir al agua a remar.
Foto: Ignacio Dotti
Es aquí donde también entra en juego el cuidado personal de cada uno en el día a día. En la disciplina y hábitos cotidianos que las personas que practican remo deben seguir para estar bien preparados al momento de competir e incluso entrenar. Eso es lo que no se ve. Los sacrificios, algunos más grandes y otros más pequeños, pero que se van acumulando y siempre son difíciles, pero que son necesarios si se quiere competir a buen nivel, ya que los resultados, tanto para bien como para mal, suelen ser evidentes.
Juan Pedro Motta.
Foto: Ignacio Dotti
El cuidado con los alimentos que se ingieren es un tema clave en cualquier deporte, y en esta disciplina no sólo que no es una excepción, sino que además hay que estar más atento aún, ya que, más allá de un buen estado físico, además hay que alcanzar el peso ideal en base a las categorías de peso en que se compite.
Por ejemplo, si uno compite en peso ligero, tiene que estar por debajo de los 72 kilogramos. Es aquí cuando, en asados con amigos o típicas juntadas familiares, el remero en muchas ocasiones debe surcar el momento de la comida como si se tratase de un río acaudalado, tratando de dominar al bote de la manera más eficiente. Decidir qué se come, la cantidad, vigilar el alcohol son cosas que siempre están presentes.
Generalmente, se suelen entrenar dos turnos, pero en determinadas instancias se suele hacer hasta triple, ya sea saliendo a remar o haciendo musculación, por lo que un día de ejercicios se puede volver muy pesado, y para eso hay que estar bien descansado.
En este punto es que el compañerismo que tanto caracteriza a este deporte hace acto de presencia. En el apoyarse uno a otro en los cuidados y en la preparación, motivarse dentro del grupo y con amigos, para obtener resultados que individualmente no se lograrían sin el sustento de colegas que estén pasando por lo mismo.
Foto: Ignacio Dotti
De hecho, al existir categorías por equipo, eso hace a la unión aún más fuerte, ya que, sea cual sea el peso requerido, se debe lograr en promedio entre los remeros. El promedio entre el bote, ya sea de dos o cuatro participantes. Es decir que, si el peso requerido es de 72 kilogramos para abajo, no necesariamente significa que todos los competidores deban pesar eso. Si uno está por arriba, otro puede compensar estando más abajo.
Es allí donde existe una constante comunicación y apoyo entre todas las partes en lo que respecta a todos los aspectos de la preparación física. Incluso no solo en cuanto a lo práctico, sino también a lo emocional.
En muchos casos, lo más complicado de este deporte es el entrenar. Pero no solo el entrenar, sino que hacerlo al cien por cien. Realizarlo de la misma forma en que se compite. Tener a compañeros para motivarse es una herramienta de carácter casi fundamental para el dominio de este oficio. O si el río por ahí no está en las condiciones ideales, o si hay mucho viento, características que multiplican la dificultad en varios niveles, siempre será más sencillo coparse si se está en grupo.
Además, es común estar en contacto y estar al tanto del estado de cada uno e incluso pesarse todos los días en el club, para saber si, dependiendo de cuánto marque la balanza, uno debe salir a correr más, hacer más máquina o tomar menos líquido.
El clima
El clima, un tópico muy interesante cuando de remo se trata. Incluso la situación geográfica en la cual se encuentra Colonia del Sacramento, con costas en el Río de la Plata en forma de U o de medialuna, lo que es ideal para la práctica de este tipo de deportes. Pero, como contraparte, la costa opuesta en Argentina se encuentra a unos 40 kilómetros, lo que hace que no exista mucho reparo, por lo que el viento se presenta como un obstáculo muy fuerte y complicado con el que lidiar.
Entonces, el viento —la intensidad, la dirección y su impacto en el río— es el elemento externo que más incide en la práctica de esta actividad deportiva. La temperatura e incluso la lluvia no afectan tanto como lo hace el viento, que es el enemigo número uno y el que más cuesta dominar.
Ahí es cuando también los remeros sacan a relucir sus cualidades. No solo en cuanto a las habilidades técnicas, sino también al carácter y fortaleza mental. Tener el temple de no perder la calma ante las condiciones tan cambiantes. O incluso cuando por una semana entera no se pueda salir a remar, lo que no es nada raro en Colonia del Sacramento.
Por supuesto que el mayor disfrute se da después. La satisfacción de superarse día a día. Eso es lo que mantiene al remero en su eje. La recompensa de haber trabajado tan duro para superar los límites propios. Ahí se encuentra gran parte de la diversión, más allá, lógicamente, de la sensación con el agua.
Remero olímpico y actual entrenador
Rodolfo Collazo, remero olímpico y entrenador en el Colonia Rowing, cuenta que los valores aprendidos en el remo y que se adoptan como modo de vida causan una notable gratificación. El trabajo en equipo, unión y sentido de grupo. Y la resiliencia y la perseverancia, para no aflojar o incluso abandonar.
Es una disciplina que premia la constancia y el esfuerzo. Al igual que en muchos aspectos de la vida, y el ámbito deportivo no es una excepción, en instancias competitivas los atletas no se elevan a la altura de las circunstancias, sino que se hunden al nivel de su preparación. Por eso es tan importante el entrenamiento y la labor previa. Mucho temple y responsabilidad encarnan la figura del remero, que ve cómo el deporte influye en su vida cotidiana, inculcando valores, hábitos, que se transforman en filosofía de
vida. Actividad costosa, en donde los elementos no son fáciles de conseguir y hay que saber cuidarlos para que perduren en el tiempo.
La embarcación y demás herramientas son objetos inertes, pero hay que tratarlos con cariño y delicadeza. Quienes se introducen en esta disciplina son conscientes del valor de las cosas y, por tanto, de su cuidado, mantenimiento y respeto, tanto por los objetos como por las personas.
Un bote tiene un precio por encima de los 5.000 dólares. Un par de remos pueden costar unos 800 dólares, mientras que la máquina con la que se entrena de manera indoor cuesta unos 3.000 dólares. Es en ese ámbito en donde quizás este deporte sufre más que otros, si bien todos tienen sus gastos.
Todas estas herramientas necesarias están, por supuesto, presentes en el Colonia Rowing, donde se las ingenian para subsistir por su propia cuenta.
El club actualmente pasa por una bonanza de adeptos, contando actualmente con más de 20 remeros, en diversas categorías de edad, desde el más joven con sus escasos nueve años hasta el más veterano de 40. Por fortuna, pareciera haber un buen interés de las nuevas generaciones, por lo que existe un buen semillero de chicos con mucho talento y que, de hecho, han tenido grandes actuaciones a nivel nacional.
El Circuito Nacional, organizado por la Federación Uruguaya de Remo (FUR), se desarrolla en formato liga, con cierto número determinado de fechas, habiendo jornadas en lugares como Colonia del Sacramento, Montevideo, Paysandú, Fray Bentos, entre otras localidades.
A lo largo de esas fechas se van realizando regatas en diversos grados y modalidades en las cuales se van sumando puntos. Se suman puntos por categorías y se suman puntos por bote, y quien haya obtenido la mayor cantidad de puntos al final de la temporada, es el Campeón Uruguayo o también llamado Campeón del Circuito.
Además de ese circuito, a final de año se realiza el Campeonato Uruguayo de Remo, en el cual cada club puede presentar tan solo una embarcación por categoría. Es decir, si se compite en la modalidad single, no podrán participar cinco representantes de la institución, tan solo podrá competir el mejor, el cual será seleccionado previamente.
Además, también se suelen hacer en ocasiones eventos interclubes dentro del departamento, habiendo buena relación entre el Colonia Rowing y el Carmelo Rowing, los dos clubes más relevantes de la región. Competencia sana entre dos clubes fuertes que están haciendo muy bien las cosas y cuentan con una buena camada de remeros y que, compitiendo entre sí, apuntan a mejorar.
De hecho, tanto ha crecido la jerarquía de la región, que estas competencias que en el pasado también se solían hacer frecuentemente con clubes de Buenos Aires ya no sean tan necesarias, ya que en esas localidades colonienses se compite muy bien.
Todas estas competiciones, tanto a nivel departamental, nacional e internacional, se realizan en diversos segmentos de edad. Los más grandes son la categoría senior, la más competitiva, la que cuenta con dos modos, de peso ligero (72 kilos) y peso abierto. Luego está la sub 23. Después, ya en juveniles sub 18 y sub 16, y para abajo.
Asimismo, sumado a la división por edades, también se dividen por modalidades: single, doble, doble sin timonel, cuatro, cuatro sin timonel y ocho (timonel refiriéndose a la persona que dirige a la embarcación, sin utilizar remos). También se hace una distinción entre remo corto (cada persona maneja dos remos) y remo largo (cada persona maneja un solo remo).
Son muchas las regatas, diversificadas en varias especialidades y eventos, por lo que es trabajo de los entrenadores, en conjunto con los participantes, decidir en cuáles competir para poder dar el máximo rendimiento. Dejar algunas de lado y elegir en las que más fuerte es cada uno, para no exprimir el físico por demás de los límites y poder disputar las competencias de la forma más eficaz.
Es así que nombres colonienses de todas las edades, como los de Juan Pedro Motta, Ignacio Jorcín, Sofía Jorcín, Guadalupe Uhart y Marcos Sarraute, son algunos de los representantes del club que suelen competir en el Circuito Uruguayo y también Sudamericanos, trayendo medallas en diversas categorías, el último siendo incluso campeón panamericano.
Es un proyecto relativamente nuevo, que mezcla remeros más experimentados con chicos más jóvenes que se han iniciado hace poco en la materia, pero que a base de esfuerzo y dedicación les está yendo muy bien.
Los futuros remeros
Se nota un gran interés de las nuevas generaciones por el remo, por lo cual, más allá del carácter privado de los clubes, también son muy importantes las políticas públicas con el objetivo de difundir el deporte.
Desde hace dos años en Colonia del Sacramento se lleva adelante el proyecto llamado “Vamos Equipo”, organizado por la Administración Nacional de Enseñanza Pública (ANEP) en conjunto con la Secretaría Nacional de Deportes y la Federación de Remo. A través de esa iniciativa se ofrecen clases gratuitas a estudiantes de diferentes escuelas públicas.
Allí asisten aproximadamente una docena de niños actualmente, quienes están dando sus primeros pasos, aprendiendo sobre la disciplina y, por supuesto, divirtiéndose mientras lo hacen. Este programa es una gran manera de promover el remo, pero además, una forma de democratizarlo, de volverlo más accesible para los chiquilines que habitan en esa ciudad.
Por otra parte, durante el verano también existen, por parte de la Intendencia de Colonia, clases gratuitas disponibles para todas las edades, bajo la tutela de los docentes Juan Pedro Motta y Rodolfo Collazo.