Si Chávez no se considera adherente a una postura “debaticida”, a la que yo tampoco adhiero, comencemos a confiar en que el diálogo es factible y falible. Alguien tiene que dar el primer paso.
Lo que esa minoría pensante procura es ejercer no sólo nuestro derecho inalienable a la expresión, sino también hacer una contribución a razonar de modo dialógico sobre un problema que nos afecta a todos.