Bravucones dirigentes son poderosos con los débiles, pero cuidan hasta el mínimo detalle de no decir nada que pueda encender el brutal poder mediático de las corporaciones en su contra.
En la educación es el tiempo del humanismo. De trabajar sobre el sentido profundo de la sociedad que queremos constituir. De las subjetividades comunitarias, incluso en las diversas formas de la virtualidad obligada.
Seguir educando no es hacer como que nada pasa. Es construir herramientas en momentos excepcionales. Y hacer de eso una experiencia pedagógica de enseñanza y aprendizaje mutuo.