Es sábado. Faltan pocas horas para una de las votaciones más trascendentales. Estos tiempos marcaron un quiebre. Mañana es esperanza. Lo puedo afirmar esta noche, en que llegan cantidad de mensajes de diversos lugares. Ellas. Ellos. La hora de los resistentes. No son la mayoría, pero sostuvieron algo estos años. Resistieron, que es algo más que aguantar. Personas comunes. Están ahí. Tan maravillosas y limitadas como vos y yo.

Mientras muchas y muchos se acomodaban. O creían que no había otra. O transaban por la propia. O perdían la esperanza. O negociaban. O se resignaron. No importa ahora. Hubo resistentes. Mujeres y hombres. Personas que entendieron que estaba en juego la vida. Y la historia. Y el futuro. Y en el acto de decir no propusieron otra forma de sociedad.

En este instante, cuando muchas humanidades están ansiosas, intento concentrarme. Pensar en estos cuatro años. En aquella noche de noviembre que dio el triunfo por primera vez a un partido de derecha. A un empresario tan hijo de la corrupción nacional, tan hijo de esa infamia, convertido en presidente. Esa noche triste reaparece en imágenes. Y resuena en frases. Elijo una. El que no tenga cabeza para pensar, que tenga espalda para aguantar. Algo así se repitió en esos días.

Hace unas horas hablé con un compañero. Vive en el mundo rural. Es defensor de la agricultura familiar. Allá lejos. A unas cinco horas de la capital de su provincia. Por lo menos. Un rincón de la patria. Como tantos de nuestra inmensa Argentina. Un diálogo sobre las esperanzas. Y las necesidades. Y los sueños. Y nuevamente las esperanzas. Me habla de mañana y de la posibilidad de cambiar el rumbo. Motivos muy sencillos. Atraviesan el alma. Y no se pueden poner palabras. Lo mismo sucede con una compañera de otro rincón del norte. Y con otro en Misiones. Y otro por los lados del sur. Tantas geografías y vidas en un instante. Nuestro pueblo ha sufrido mucho. Y puso energía. Y las formas de organización que pudo. “Chau, hermano. Mucha fuerza para mañana. Que Dios te bendiga”. Así se despide. Hay que aguantar el corazón. Y no hace falta tener religión. Estos años han sido de las y los resistentes.

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¿Quiénes han sido resistentes? Muchas y muchos. Organizaciones y personas sueltas. Quienes portaron los rostros de Milagro desde esos primeros días cuando la encarcelaban arbitrariamente. Los/as trabajadores/as estatales despedidos/as en nombre de la modernización. Y por persecución ideológica. El pueblo que salió a la calle a decirle no al 2x1 que retrotraía la impunidad. El movimiento docente. Un pequeño orgullo. El único sindicato nacional que logró hacer marchas federales recorriendo el país para denunciar el vaciamiento de la educación pública. Los movimientos sociales que sostuvieron acciones para visibilizar el hambre. Quienes protagonizaron los primeros cacerolazos. Cuando se intentó imponer la burda falacia de que vivíamos de arriba por el precio de los servicios públicos. Artistas que desde la primera hora confrontaron contra el proyecto cultural de frivolidad e individualidad. Liliana Herrero y Dady Brieva. Dos figuras distantes en sus propuestas estéticas marcaron un rumbo. Los presos políticos. Los legisladores que votaron contra el pago a los fondos buitres y no avalaron las patrañas del endeudamiento. Quienes en los estadios impulsaron el hit del verano. Las familias agricultoras que sostuvieron sus tierras y sus sueños en medio de la debacle, y dieron frutas y verduras a quienes necesitaban. Las personas que defendieron las políticas inclusivas, a pesar de las campañas en contra. Aquellos y aquellas que no se dejaron llevar por las bondades de la denominada derecha democrática. Los periodistas que quedaron sin posibilidad de expresión. Quienes preguntaron: ¿dónde está Santiago? Quienes denunciaron el asesinato de Rafael Nahuel. Y quienes denuncian el tremendo aumento del gatillo fácil. Quienes dieron refugio a las personas en la calle. Los sindicatos que supieron unirse. Quienes compartieron la comida con los que quedaban sin nada. Los municipios que aguantaron el desfinanciamiento y pagaron vacunas. El movimiento feminista. Perseguido y difamado. Pero que hizo el primer paro de mujeres. Los médicos que se la jugaron con recetas porque no se puede pagar medicamentos. Quienes desde el Estado sostuvieron rincones de políticas inclusivas y financiamientos. Conozco varios y varias que se la jugaron. Quienes no negociaron despidos. Quienes bancaron injurias y mentiras. Y burlas. Y ninguneo de las autoridades. Quienes desde el periodismo dieron a conocer detalles del remate del patrimonio estatal. Los comerciantes que trataron como pudieron de no subir precios. O fiaron para ayudar. Y tantas y tantos que no llego a nombrar.

¿Sabés qué hace un militante? Es la persona que sostiene ideas y luchas cuando se producen derrotas en cada ciclo histórico. No se quiebra. Y pasa enseñanzas y lecturas a las nuevas generaciones.

Y Cristina. Enorme militante. Se la jugó en 2017. Contra los principios de la real politik. Contra el triunfalismo bobo de la política que recomienda no exponerse a derrotas. Ese año fue a una elección difícil. Se puso la mochila. Pidió la pelota en el momento difícil. Y asumió la posibilidad de perder. Y quedó segunda. Y reorganizó algo. Ella, que ya había sido presidenta dos veces. Un hecho político que abrió las posibilidades en 2019. Pocas y pocos se la juegan tanto.

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Es domingo. Faltan pocas horas para el cierre de la votación. Algunas encuestas dan resultados que no se van a comprobar. Crecen los nervios. Las expectativas son grandes. Pasan unas horas. La gente se lanza a festejar. Incluso sin los resultados oficiales. La victoria electoral toma las calles. Cuando llegan los primeros números habrá algo de asombro. Y de operación. Pero el pueblo ya salió. Hay desahogo. Se logró algo impensado hasta hace poco. Muy poco. Se le ganó el gobierno a la infamia. Y en primera vuelta. A un gobierno que produjo un inmenso dolor en las mayorías. Y que intentó hasta último momento sembrar odio y resentimiento. Ellos y nosotros. Los que trabajamos y los que no. Los que se esfuerzan y los que viven de arriba. Todos argumentos infundados. Un gobierno que tuvo un apoyo inédito del poder real. La embajada. El Fondo Monetario Internacional y el préstamo más importante de la historia. Los empresarios. La corporación judicial. El gobierno de Estados Unidos y otras potencias. La parafernalia mediática toda. A eso se derrotó el 27 de octubre. Y vale celebrarlo. Tenemos derecho a ser felices. Eso dijo la vicepresidenta electa. Tan simple y tan profundo.

Un compañero de viejos tiempos me recuerda una enseñanza que permanece en la memoria histórica. Aprendizajes intergeneracionales. ¿Sabés qué hace un militante? Es la persona que sostiene ideas y luchas cuando se producen derrotas en cada ciclo histórico. No se quiebra. Y pasa enseñanzas y lecturas a las nuevas generaciones. ¿Hay algo más conmovedor que los millones de abrazos que se dieron en infinitos rincones de nuestro país este domingo? Anónimos y anónimas de quienes nunca sabremos sus nombres. Ni conoceremos sus rostros. Ellas, ellos, elles. Motorizaron una lucha que después pudo expresarse en las urnas. Resistieron. Y lograron dar un paso dificilísimo. La heroicidad de los resistentes lo hizo posible.

Mariano Molina es periodista argentino.