Hablar es un primer paso a quitarle carga a los asuntos diarios. Pero hay que tener con quién, ese interlocutor cálido que preste atención pero no aleccione, que no interrumpa ni se entrometa. ¿Qué tal hacerlo mediante una aplicación que conecte anfitriones y usuarios de forma anónima y segura, en tiempo real? Este viernes a las 19.00 se llevará a cabo de forma remota la primera capacitación, bajo supervisión psicológica, para voluntarios registrados de la app Yo te escucho.

Pronto la aplicación se podrá descargar gratuitamente.

“No es una de esas apps que te marean con mil funcionalidades y que tenés que aprender a usar. Funciona como una central telefónica. Cuando apretás el botón de llamar, el sistema busca qué voluntarios están conectados. El primero disponible te va a escuchar durante media hora, te va a hacer compañía sin juzgarte. El objetivo de esto es que puedas descargar si necesitás contar algo, que puedas sacarte una presión de encima. Es escucha empática, pero no es intervención psicológica”, explica Dinorah Margounato, que dio el puntapié inicial a la iniciativa y recibió el apoyo de la diaria.

Es muy sencilla y desde el inicio avisa al consultante que no está ante un servicio de emergencia –si bien provee los teléfonos a los cuales dirigirse–. “Es importante que no se confunda. Estamos para atender a gente que necesita conversar, pero no resolvemos situaciones de violencia o casos por el estilo”, recalca.

Para Margounato, especialista en marketing, es importante señalar el anonimato del servicio: “Es decir que ni tú vas a tener los datos de la persona que te escuchó ni esa persona va a tener ningún dato tuyo”, explica. Por eso mismo se decidió no utilizar videollamadas, también porque “uno no quiere, muchas veces, engancharse en esas conversaciones con los vecinos, porque queda con un vínculo del que no puede zafar. Me propuse que acá no pasara. Para el que llama significa la libertad de poder decir lo que quiera, incluso de no ser políticamente correcto, mientras que para el que escucha es la tranquilidad de que va a donar unidades discretas de su tiempo y cuando no esté disponible no tiene que darle explicaciones a nadie”.

Al mismo tiempo, la coordinadora recalca el valor de esta intervención básica. “Entendemos que a veces hay gente que no tiene con quién hablar; de golpe tenés un mal día, estás triste, te sentís sola, tenés ganas de hablar con alguien, y justo en tu entorno no hay nadie disponible. La gente mayor que está encerrada a veces lo que necesita es charlar un rato. Nos pasó en la prueba piloto: había gente que necesitaba decir ‘che, qué mal está el mundo. Se han perdido los valores’. Y está bien darle ese espacio. Históricamente hay mucha gente que no se siente comprendida, a quien nadie le tiene paciencia. Es algo que a todos nos cuesta hacer, incluso con nuestros familiares, porque les conocemos las historias, porque empezamos a imaginar que atrás hay un reclamo, que viene con segunda. En cambio, te lo cuenta un extraño y sos capaz de poner empatía, porque no estás contaminada por tus sentimientos. Lo que queremos es recuperar esos espacios de conversación, que antes se daban con los vecinos, con el guarda de ómnibus, con el portero del edificio, en la caja del supermercado. Esto no sustituye a una terapia; es un complemento que puede ayudar a paliar algunas situaciones”.

Margounato tiene como antecedente directo en la materia su trabajo en el proyecto Te Veo Mañana, algo así como un padrino de Yo Te Escucho. “Es un grupo de voluntarios que trabaja en prevención del suicidio desde el lado de la comunicación y de la educación. Que se entienda que se puede hablar del tema, derribar mitos, que todos podemos ser esa primera línea de contención”. En ese caso el grupo de voluntarios va a las instituciones o colectivos a dar talleres de sensibilización.

Por eso sabe que es necesario un criterio de selección de los voluntarios: saber si tiene algún tipo de conocimiento o disposición para ser una buena escucha, porque así como hay gente que no resiste no dar su opinión, hay otra que puede quedar demasiado afectada. “No es para todo el mundo, pero entendemos que es una función de empoderamiento ciudadano: muchos podemos ayudar en este primer nivel de escucha. Quien ayuda a otros también es alguien que se siente mejor, entonces es de doble vía”.

yoteescucho.org fue pensado previo a la llegada de la covid-19, y la intención es que perdure más allá del estado de pandemia. “Lo que hizo esta situación fue apurarnos y darnos una perspectiva de oportunidad”, dice Margounato, cuya primera preocupación fue cómo llegar, sin dinero, a comunicar el servicio, que los usuarios confiaran y se animaran a usarlo. “No nos tienen que llamar por algo relativo a la covid-19. Estamos para atender a quien sea que necesite conversar, por la razón que sea. Tampoco es necesario que haya pasado por un evento traumático. Pensamos hacer una prueba los domingos de tarde, pero una vez que la plataforma esté funcionando, si un voluntario se quiere conectar en otros horarios, va a poder hacerlo”.

La app aún no está activa, pero están trabajando en el reclutamiento y capacitación de voluntarios y esperan comenzar a operar en breve.