Varios mapas actualizados diariamente permiten ver la evolución de la pandemia del coronavirus en América Latina. Uno de ellos, el que se puede ver en Our World in Data, muestra colores según la relación entre los casos detectados y la población, pintando los países de rosa claro a violeta oscuro según su situación. Chile pasó de estar entre los más claros –junto con Uruguay y Paraguay– a figurar en violeta oscuro –como Brasil, Perú y Ecuador– cuando la situación empezó a agravarse, no sólo en cuanto a lo sanitario, sino también en cuanto a lo político, sobre todo por las dudas sobre las cifras que se difunden oficialmente.

Foto del artículo 'El manejo de las cifras de coronavirus en Chile tumbó al ministro de Salud'

Chile detectó su primer caso el 3 de marzo y rápidamente se ubicó entre los países que mejor manejaban la pandemia, sobre todo por una preparación que le permitió hacer desde el primer momento un gran número de test –hoy sigue liderando en la región, con 43 test cada 1.000 habitantes, seguido por Uruguay, con 15 cada 1.000 habitantes–. Con esa información, el gobierno de Sebastián Piñera dispuso una cuarentena “dinámica” –similar a las que aplicaron Corea del Sur y Alemania–, en la que se impusieron distintas restricciones según la cantidad de casos que se diagnosticaran en cada comuna, algunas de las cuales fueron aisladas. Además, se aplicó un toque de queda nacional durante la noche. De esta manera, sostenía el gobierno, se cuidaba la salud a la vez que se mantenía la actividad económica. La oposición, en cambio, aseguraba que se estaba priorizando la economía sobre los riesgos sanitarios.

Foto del artículo 'El manejo de las cifras de coronavirus en Chile tumbó al ministro de Salud'

En las primeras semanas el sistema pareció funcionar, aunque las gremiales médicas advertían que el gobierno no estaba dando toda la información ni se estaba apoyando en los científicos para adoptar las distintas medidas. En el centro de estas críticas estaba el ministro de Salud, Jaime Mañalich, quien suscitó múltiples críticas y llegó a ser calificado de soberbio tanto por estas agrupaciones como por la oposición.

A mediados de abril el gobierno empezó a dar pasos hacia una “nueva normalidad”, en la cual se retomarían gradualmente las actividades en todo el país con medidas de distanciamiento físico. Pero diez días después tuvo que dar marcha atrás por un frenético aumento de positivos: en la última semana de abril Chile registraba alrededor de 500 nuevos casos y el 1º de mayo superó los 1.000, una cifra de la que bajó sólo dos veces desde entonces.

La oposición y profesionales sanitarios criticaron que el gobierno anunciara la nueva normalidad y la reapertura de los shoppings, por ejemplo, y a la vez llamara a la población a quedarse en su casa. Desde el Ejecutivo se responsabilizó a la ciudadanía por no cumplir con el distanciamiento físico. El ministro del Interior, Gonzalo Blumel, llegó a decir que el aumento de casos se debió a “la estupidez humana” y no a errores del gobierno.

Santiago y gran parte de la Región Metropolitana entraron en la cuarentena total a comienzos de mayo. Este fin de semana se sumaron las ciudades de Valparaíso y Viña del Mar, con lo cual 50% de los casi 18 millones de habitantes de Chile está en aislamiento.

Sumas, restas y divisiones

El conteo oficial de muertes cambió varias veces en Chile y eso dio a lugar a rectificaciones. Una de las últimas fue la del domingo 7. En una conferencia Mañalich dijo que se estaban contabilizando únicamente las muertes de personas que tenían un test positivo, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) pide que se cuenten también los casos sospechosos. Chile, que ese día registró casi 6.500 casos nuevos, elevó la cifra de fallecimientos de 1.637 a 2.290.

Pero este fin de semana el Centro de Investigación Periodística reveló que el Ministerio de Salud tenía otro conteo, el que enviaba a la OMS. Así, el viernes se informó a la población de 2.870 muertes acumuladas y a la OMS, más de 5.000.

Este doble reporte parece haber sido el detonante para que Piñera le pidiera a Mañalich, quien también es su amigo personal, que dejara el gobierno. El cargo quedó en manos de Enrique Paris, un ex presidente del Colegio Médico, organización que ha sido muy crítica con el gobierno en los últimos meses. Paris se estrenó este domingo en las conferencias diarias dando explicaciones sobre las cifras: el Ministerio de Salud informa públicamente, desde el domingo anterior, los fallecimientos con diagnóstico de coronavirus –con o sin test–, mientras el conteo para la OMS incluye esos casos y, además, “aquellas muertes que, sin cumplir los criterios confirmatorios, podrían haber sido debidas a covid-19”.

El cambio de dirección se vio reflejado también en un cambio simbólico: en la conferencia, además de Paris estaban otros jerarcas del Ministerio de Salud y el presidente de una de las gremiales médicas de Chile.