Uno de los requisitos para aplicarse la vacuna contra el coronavirus es no estar infectado con el SARS-CoV-2 ni cursando la covid-19. Si bien a raíz de esta medida se divulgaron rumores en redes sociales afirmando que someterse a la vacuna estando infectado podía desembocar en algún peligro para la salud o incluso la muerte, esto no es verdad. Los motivos reales son dos: efectividad y aislamiento.

En primer lugar, hay que dejar claro que no hay evidencia de que vacunar a una persona infectada provoque algún efecto adverso en su estado de salud. Y si no hay evidencia, no se pueden tomar medidas en función de eso.

De hecho, en un artículo publicado en Newsweek en marzo, el periodista le pregunta a varios científicos e investigadores qué sucede cuando la vacuna es administrada a una persona infectada con SARS-CoV-2 y todos coincidieron en que no hay de qué preocuparse. Por ejemplo, el jefe de inmunidad e infecciones mucosas del Imperial College de Londres, Robin Shattock, señaló a ese medio que lo que sí puede ocurrir es que haya problemas con la efectividad de la vacuna en relación a si hubiera sido administrada cuando la persona no estaba infectada. En este sentido, señaló que “es posible que si alguien la recibe cuando tiene síntomas más graves, la vacuna administrada podría ser menos eficaz”.

Sin embargo, “no hay ninguna razón científica para pensar que habría preocupaciones de seguridad adicionales al recibir la vacuna durante una infección asintomática, que sospecho que es la principal preocupación de quienes realizan las búsquedas” en internet, indicó.

En Uruguay, por ejemplo, el Ministerio de Salud Pública no recomienda vacunarse contra la covid-19 si se está cursando la enfermedad. En su sitio web, explica que se debe a que “como para cualquier otro procedimiento, estas situaciones requieren de medidas de aislamiento y no deben concurrir a vacunarse hasta que tengan el alta médica. Quienes hayan cursado covid-19 se podrán vacunar cuando hayan transcurrido tres meses a partir de la enfermedad”. En la misma línea, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos recomiendan esperar “a que se reúnan los criterios para suspender el aislamiento” antes de vacunarse.

¿Por qué tres meses? Porque cuando una persona cursa la enfermedad, su organismo empieza a generar anticuerpos y, tras recuperarse, adquiere inmunidad por un corto período de tiempo. Un estudio hecho en China y publicado en junio de 2020 en la revista Nature señalaba que “los anticuerpos neutralizantes en una alta proporción de personas que se recuperaron de la infección por SARS-CoV-2 comienzan a disminuir entre dos y tres meses después de la infección”.

Esto va en la misma línea que el estudio del King’s College de Londres publicado un mes después en medRxiv, que señalaba que los niveles de anticuerpos contra el coronavirus llegan a su punto máximo unas tres semanas después del inicio de los síntomas, pero esa respuesta de anticuerpos disminuye considerablemente luego de transcurridos tres meses desde la infección.

En conclusión, los motivos para que una persona con coronavirus no se vacune no son que la inoculación pueda generar peligro a su salud, sino porque se debe preservar el aislamiento de los infectados y evitar que la efectividad de la vacuna disminuya.

Este contenido forma parte del proyecto Aliados contra la desinformación apoyado por OPS/OMS y UNICEF para brindar información de calidad sobre las vacunas contra la COVID-19