Entre el 1° de octubre de 2021 y el 16 de enero de 2022 fallecieron 156 personas con test positivo de covid-19. En un informe que publicó este lunes el Ministerio de Salud Pública (MSP), informó que de esa proporción 45% no se había vacunado o había recibido una sola dosis, que 41% había recibido dos dosis, 13% las tres dosis y 1% cuatro dosis.

En la mañana, el ministro de Salud Pública, Daniel Salinas, había afirmado en el programa Doble click de FM Del Sol que “las vacunas protegen una enormidad”, porque de las 68 personas que estaban internadas el domingo en CTI con covid, 36 estaban por esa enfermedad y que, de ellas, 21 no estaban vacunadas y 15 tenían al menos las dos dosis. Cotejó esos datos con la cantidad de personas vacunadas y no vacunadas: dijo que la población vacunable mayor de 18 años (las internaciones están siendo en CTI de adultos) era 83% y que no lo hizo 6% o 7%, “quiere decir que 76% generó 15 casos y 6% que no se vacunó generó 21 casos en CTI”, comparó.

Julio Pontet, presidente de la Sociedad Uruguaya de Medicina Intensiva, también destaca la contribución de la vacunación y, en diálogo con la diaria, señaló, además, el nuevo escenario que representa la variante ómicron, que causa cuadros más leves que la delta y que la P1, que fue protagonista del pico de internaciones en CTI en marzo y abril de 2021. “Hay un desacople” entre las decenas de miles de nuevos casos y las internaciones en CTI, dijo, y comparó que en la primera ola de covid-19, la de marzo-abril de 2021, cuando llegó a haber más de 500 personas en CTI por coronavirus, había “un caso grave cada 70 aproximadamente y ahora uno cada 1.000 y pico”. Agregó que “en la primera ola ingresaban [a CTI] nueve de cada diez pacientes por covid” y que ahora “cinco o seis” ingresan por covid y “cuatro o cinco” por otras causas.

Al igual que Salinas, Pontet distinguió entre los que ingresaron “por covid” y “con covid”. Aseguró que hay casos, entre 10% y 20% de las personas en CTI con covid-19, en los que “es clarísimo” que ingresaron por otro motivo, por ejemplo una persona traumatizada que, por rutina, se la hisopó y se vio que era positivo. Añadió que hay otra proporción de pacientes en los que hay que analizar si la situación crítica es por covid o no, y que eso “llevaría un análisis de la historia clínica y una discusión técnica, porque hay una escala de grises, de pacientes con enfermedades crónicas que se descompensaron y hay que analizar caso a caso si el covid contribuyó a la descompensación o no, si es el principal problema del paciente o no; a veces no lo es pero puede contribuir en algún grado a que se descompense de forma tal que necesite CTI”. “Son fenómenos biológicos, y va aumentando el espectro de grises porque se complejiza más”, porque a las particularidades de cada persona se suma el tipo de variante que pueda tener –si es ómicron, menos letal, o delta– y “una gran escala de grises en niveles de protección por la vacuna, porque tenemos desde el no vacunado –nada protegido–, al que tiene tres dosis –bien protegido–, y en el medio los que tienen dos dosis pero llevan muchos meses, y hay vacunados con Sinovac, Pfizer”, evaluó.

Margen de edades en CTI

“Los que están vacunados parecen tener más proporción de ingresos por otras causas” que no son covid-19, afirmó Pontet. Quienes tienen dos dosis e ingresan a CTI tienen algunas características en común: “Son personas frágiles, añosas, con cardiopatías y enfermedades respiratorias crónicas”, detalló. Entre ellos, mencionó que “hay casos de personas muy frágiles que tienen enfermedades oncológicas o inmunodeprimidos que sí tienen dos o tres dosis e ingresan por el derrumbe inmunológico que tienen” y que han visto “un par de pacientes con leucemia que tienen tres dosis de vacunas y están en CTI, pero son situaciones muy específicas. El ingreso a CTI por covid es un evento anecdótico, realmente raro, pero existe”, acotó. 

En contraposición, comentó que el domingo y lunes “ingresaron dos personas con menos de 30 años; no parece casual que son no vacunados”. Aclaró que para tener información más precisa del impacto de la vacunación, se necesita disponer de un número mayor de casos, pero que “la primera impresión” es que “aumentó la dispersión: tenemos pacientes de poco más de 20 años y pacientes de poco más de 80 años”. Esto es un cambio con respecto a lo que ocurría en marzo y abril de 2021, cuando en CTI “era raro tener a uno menor de 40 años, la media era de 65 y la mayoría tenía entre 50 y 80 años”. “Hay una dispersión grande porque ahora, a diferencia de marzo y abril, tenemos una población con distinto grado de protección en relación a la vacuna”, recalcó.

En cuanto a los tratamientos, dijo que básicamente no han cambiado con respecto a los que se hacían en 2021, y valoró la importancia de que en junio de 2021 el Fondo Nacional de Recursos haya comenzado a financiar para casos críticos de coronavirus el uso del tocilizumab, un medicamento de alto precio que se usa para tratar la artritis reumatoidea. Consultado por la dependencia de oxígeno de pacientes con ómicron, Pontet respondió que “todavía no tenemos información de cuánto es la penetración de ómicron en CTI”, información que se tendrá dentro de algunos días. No obstante comentó que los reportes internacionales de personas vacunadas con ómicron señalan que “la probabilidad de necesitar intubación y ventilación mecánica es mucho menor que en no vacunados” y con respecto a lo que ocurría con la variante delta. 

En cuanto a la distribución de casos en el territorio nacional, Pontet respondió que “parece haber algo de sobrecarga en el este” del país. Aclaró que “no hay saturación” pero sí “más casos”. Para no causar alarma, prefirió no mencionar cuáles son esos departamentos.

Análisis posteriores

En abril de 2020 el MSP creó un Comité Técnico para el Análisis de Muertes por Covid-19; este elaboró un informe que evaluó 199 fallecimientos que ocurrieron hasta el 31 de diciembre de 2020. Los técnicos determinaron que 174 de las 199 muertes eran por covid-19, que en 13 casos las personas tenían covid pero que la causa básica de muerte era “otra patología preexistente o una morbilidad o lesión de aparición posterior a la enfermedad covid-19”, y ocho casos fueron considerados como sospechosos, porque se habían atribuido al virus pero de su presencia no había confirmación por prueba diagnóstica.

El estudio que desarrolló el comité hasta noviembre de 2020, cuando comenzaron a aumentar los casos, implicaba el estudio de certificados de defunción, historias clínicas completas y ateneos con los médicos que habían intervenido, algo que fue imposible de continuar con el pico de casos que comenzó sobre fines de 2020. Según supo la diaria con base en fuentes médicas, durante 2021 el comité se dedicó a estudiar casos puntuales en los que la enfermedad había tenido una progresión inhabitual, o brotes, y también colaboró con el estudio del comité de muertes maternas en los casos de embarazadas que habían tenido covid-19, pero de eso ya hace algunos meses, y no volvió a ser convocado.

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