La certificación de competencias es el reconocimiento público y formal de las habilidades, conocimientos y aptitudes que presenta un trabajador, independientemente de cómo las adquirió. Básicamente, contempla a aquellos que no tienen una capacitación formal en algún oficio y que, sin embargo, hace años que lo desempeñan con solvencia. Existe una metodología aprobada para aplicar esta certificación, y un decreto promulgado el 22 de octubre brinda el marco y la estructura para una serie de experiencias piloto que ya venían dándose. En principio establece la creación de una Comisión Nacional de Certificación Ocupacional, que funciona en la órbita del Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (Inefop), en la que participan una serie de actores que difunden, le dan validez y hacen un seguimiento de los procesos. El Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS), por intermedio de la Dirección Nacional de Empleo, brinda los lineamientos hacia donde ir y qué perfiles profesionales tienen prioridad, mientras que el Inefop está a cargo de la parte operativa, pero detrás están además el Consejo de Educación Técnico Profesional, las cámaras empresariales, el PIT-CNT y la Universidad del Trabajo.
Hasta el 21 de diciembre está en vigencia un primer llamado a la certificación de competencias para quienes cumplan funciones de baquianos turísticos desde hace tres años o más, es decir, aquel que “orienta la experiencia del visitante y facilita la interpretación ambiental, promoviendo la conservación de los valores naturales y culturales del territorio”. No necesariamente tienen que ser oriundos del lugar, pero sí conocer muy bien el sendero por donde van a trasladar a las personas, ya que está enfocado en espacios naturales. La certificación se realizará en las localidades priorizadas, según el relevamiento hecho por el Sistema Nacional de Áreas Protegidas y el Ministerio de Turismo en Guichón, Fray Bentos, Nuevo Berlín, San Javier, Rivera, Lunarejo, Salto, Belén, Mercedes, Villa Soriano y Quebrada de los Cuervos. La convocatoria tiene alcance nacional, por lo que se podrán presentar aspirantes de otras localidades, con un umbral máximo de 60.
El antecedente es un relevamiento que identificó localidades en las que había un déficit de guías turísticos y ante la necesidad de cubrirlos con personas que conozcan bien el entorno, se hizo a la vez un recuento de baquianos, por eso se sabe que están en el entorno de 60. Pero dado que fue realizado hace tres años, el presente llamado busca establecer quiénes de los anotados en aquella base de datos se registran para la certificación, dónde están ubicados y, si es necesario, hacer una nueva edición de certificación.
Los aspirantes serán convocadas a partir de febrero de 2019 por medio de un centro técnico de empleo del Inefop y el MTSS, para presentar la documentación probatoria. Para que no tengan que seguir una capacitación en algo que ya saben, se los evaluará mediante una serie de instrumentos estandarizados: observación en terreno –siempre en relación con un perfil acordado–, una prueba de conocimiento y una entrevista a un tercero (alguien que lo ve trabajar con frecuencia).
El proceso culmina con un juicio que resume las herramientas implementadas, que certifica al trabajador o detecta una brecha entre lo que la persona demuestra y los requerimientos del perfil laboral. En el último caso se lo deriva a un plan de desarrollo, que implica una capacitación breve.
La demanda de certificación surge de manera sectorial como modo de mejorar la empleabilidad o para profesionalizar la tarea. Muchos ya son trabajadores expertos que no son conscientes de su valor. Estos procesos, además de reconocerlos, los motivan y mejoran su confianza.
En Uruguay esto cuenta con algunas experiencias previas que también involucran al sector turístico, como la certificación del perfil de mozo de restaurante o de hotel, que se llevó a cabo en dos oportunidades, una en Maldonado, luego en Montevideo y nuevamente en Maldonado. También se transitó, a instancias del sector forestal maderero, la certificación a motosierristas en Rivera y Tacuarembó. Actualmente se trabaja, por otra parte, en la certificación del perfil de cuidador, en el marco del Sistema Nacional de Cuidados, que establece que el personal de los centros residenciales cuente con habilitación.