Ensayo general para la farsa actuaaal... perdón, me colgué. Una vez alguien me dijo que prefería a los gatos sobre los perros, ya que no existían gatos policías. Más allá de que la frase en su momento me pareció ingeniosa, después me enteré de que le correspondía al dramaturgo y poeta francés Jean Cocteau. Mi amigo la dijo mirando a mi perra Inca, una especie de ovejero alemán, tirando a cruza pero ovejero al fin. Y es verdad, en las décadas de los 80 y 90, incluso actualmente, era inevitable asociar a un ovejero o pastor alemán con la autoridad. Sin embargo, hay algo que no cierra. ¿Por qué “pastor” si en realidad se dedica a funciones relacionadas con el ámbito policial? Todo empieza unos siglos antes de que Alemania fuera considerada un país, o sea, durante el Sacro Imperio Romano Germánico. En esos tiempos los ovejeros ya andaban en la vuelta, pero no ejercían como agentes del orden sino más bien como perros de campo. Su principal tarea consistía en arrear numerosos rebaños. Sacaban las ovejas del corral, las llevaban a los pastizales, luego las movían para que comieran en diferentes lugares y, tras un determinado tiempo, las volvían a juntar y regresaban. Casi como una maestra en una excursión escolar. Según la zona donde se desempeñaran, los ovejeros se fueron perfilando hacia diferentes versiones dentro de la misma profesión, es decir, el pastoreo. Los había fuertes y grandotes en las zonas montañosas, pero también ágiles y delgados cuando el trabajo se hacía en paisajes llanos.
Y el término “ovejero” no les quedaba chico. Podían recorrer hasta 100 kilómetros por día arreando más de 800 ovejas necesitadas de un guía, alimento y protección tanto de animales salvajes como de amigos de lo ajeno. Así se repitió la historia hasta que el capitán de caballería Max Emil Friedrich Von Stephanitz decidió, luego de vivir en primera persona la unificación de Alemania, hacer lo mismo con los distintos tipos de pastores que existían en la neonata nación. La razón fue el potencial que tenían estos perros para el trabajo. En tiempos en los que todo el mundo sacaba del bolsillo una raza y la anotaba como propia, el capitán hizo lo mismo. Corría 1899 y ese fue el puntapié inicial para que creara el club más grande destinado a una sola raza canina.
Pero lo que lleva al pastor alemán a cambiar de profesión y, por ende, a ser reconocido por gran parte del planeta como perro policía fue la Revolución Industrial. Miles de miles migraron del campo a la ciudad, y tener un perro tan adaptado a arrear ovejas en el centro de Berlín no tenía sentido.
Su capacidad para ser adiestrado fácilmente y su apariencia respetable, junto a otras cualidades, hicieron que por 1910 más de 500 puestos policiales de Alemania contaran con ellos para funciones de rastreo, guardia y seguridad. Tan asociados estaban a las fuerzas del orden que, durante la Primera Guerra Mundial, era una fija que iban a ser reclutados para servir a la causa. Ya fuera como perro de rastreo, patrulla o medio de transporte para cartas, medicamentos y municiones, era común ver a estos otrora pastores ir y venir entre trincheras. Eran tantos que se estima que unos 40.000 ejemplares sirvieron en el transcurso de la guerra y que murieron aproximadamente 7.000 de ellos.
Su buen desempeño bélico no sólo fue tomado con admiración por los militares alemanes, sino también por el enemigo. Es más, el primer Rin Tin Tin que apareció en pantalla fue un cachorro de la raza que, tras sobrevivir a la guerra, fue adoptado por un cabo del Ejército estadounidense y viajó con este luego de culminado el conflicto. Es que durante la Segunda Guerra Mundial la raza también fue utilizada por tropas aliadas. Sin embargo, durante el período nazi, el pastor alemán tuvo como misión ser influencer de la causa aria. El propio Hitler se mostraba junto a varios ovejeros y se distinguía, entre otras cosas, la lealtad y la obediencia de un animal “100% alemán”.
Quizá la más recordada fue Blondi (raro que Adolfo le haya puesto “rubia” a una perra), que además acompañó los últimos tiempos del dictador en Berghof, lugar de descanso y reuniones. Esa misma perra fue objeto de prueba para comprobar la efectividad del cianuro, sustancia utilizada para suicidarse al toque cuando la cosa ya no tuviera vuelta atrás. Y fue efectivo: la perra murió casi al instante, el día previo a que se quitaran la vida Hitler y Eva Braun (aunque todos sabemos que se vino para Argentina, ¿no?).
Ovejero alemán | El ovejero promedio mide entre 60 y 65 centímetros de altura, pesa de 35 a 40 kilos y su expectativa de vida ronda los 13 años. Son susceptibles a enfermedades articulares, oculares y neurológicas, de origen genético y con altas chances de ser heredadas. Entre ellas se destacan la displasia de cadera, el glaucoma y la mielopatía degenerativa.