Una de las razas más populares del mundo es sin duda el golden retriever. Su fama no sólo se debe a las modas, sino también a la amplia gama de tareas que puede realizar en beneficio de las personas. Acompañante de cazadores, actor principal en deportes y exposiciones de belleza canina, rescatista en catástrofes, detector de narcóticos y explosivos, se lo utiliza además para brindar apoyo emocional como perros de terapia, para asistencia a personas con discapacidad y simplemente como mascota.

Comparte apellido con la raza labrador, ya que ambos recogen y traen los animales (en general aves) que el cazador sentencia a distancia y que, en consecuencia, se terminan desplomando lejos. Pero aunque el apellido sea el mismo, su nacionalidad no lo es. A fines del siglo XVIII en Reino Unido aún no se jugaba al fútbol, pero se cazaba y mucho. Más precisamente en Escocia, los cazadores con cierto poder adquisitivo practicaban la bobada de salir a cazar ya no a lo neanderthal, sino con armas de fuego; estas herramientas tenían ventajas y desventajas, que básicamente ayudaron a que se creara la raza en cuestión.

Cazar con armas de fuego daba la chance de matar a la presa casi sin ser visto. Había un problema: derribar a un ave a grandes distancias hacía que esta cayera lejos del cazador, muchas veces en terrenos fangosos, e incluso en lagos o ríos. Debido a eso, tanto pointer, setter, beagle y spaniel eran razas demodés, ya que, si bien su olfato era excelente, no resultaban del todo buenas a la hora de alcanzar la presa derribada. Ante esto, la gente empezó a mezclar a todos con todos para lograr algo mejor, pero no hubo caso.

Fue gracias a sir Dudley Marjoribanks, un lord escocés, que el mundo conoció al golden. Hacia 1850 este muchacho empezó a pensar en el asunto e inició el primer borrador para crear al nuevo amigo: cruzó setter y spaniel con perros bloodhound, terranovas menores y perros de agua buscando mayor coraje, temperamento, habilidad acuática y olfato.

Su primer perro se llamó Nous (en griego, “sabiduría”) y fue similar al golden actual, pero con algún detalle a mejorar. Gracias a Belle, una perra raza tweed water spaniel (perros de agua extintos en el siglo XIX), el lord pudo comenzar el plan de cría de la futura raza. En 1868 la parejita feliz dio cuatro cachorros de color amarillo. Después de quedarse con uno de ellos, Marjoribanks los volvió a cruzar con la raza materna y, tras un par de cruces más, se logró llegar al objetivo inicial: un perro retriever de color dorado (inédito hasta ese entonces). De hecho, gracias a la obtención de ese color, el golden también es conocido como “el tesoro dorado al final del arcoíris”.

En la segunda década del siglo XX, el golden cruzó el charco y llegó a Estados Unidos, donde, gracias a su origen escocés y no alemán, durante la Segunda Guerra Mundial se instaló cómodamente entre los amantes de la caza, y además hizo buenas migas con el público en general, simplemente como mascota. Esa ebullición popular se desató no sólo en América, sino también en el resto del mundo gracias a su destacada inteligencia. De 131 razas analizadas, la golden ocupa el cuarto lugar, luego del border collie, el caniche y el ovejero alemán. De esa forma, llegó a ser la tercera raza más popular en Estados Unidos, la quinta en Australia y la octava en Reino Unido.

Estos canes cazadores y familieros miden en promedio entre 56 y 60 centímetros de altura, pesan de 29 a 33 kilos y tienen una esperanza de vida que ronda los 14 años. Dentro de las afecciones más frecuentes se destacan la displasia de cadera y de codo, cataratas, miocardiopatía dilatada, torsión de estómago, alergias, epilepsia y neoplasias como linfosarcoma, melanoma y osteosarcoma.