La compra de Activision-Blizzard por Microsoft por 68.700 millones de dólares es el cierre de una historia que dejó una imagen de marca tóxica y el comienzo de otra, que tiene a la empresa fundada por Bill Gates como el principal protagonista de la industria del videojuego de cara a lo que viene en la década de 2020.

Activision-Blizzard empezó a ponerse en el ojo de la tormenta hacia fines de 2018, cuando el sitio especializado Kotaku informó que, pese a haber tenido el mejor resultado financiero de su historia, había resuelto despedir a 8% de su plantilla, que en ese momento representaba unas 800 personas.

Pero la seguidilla de escándalos llegó en 2021. En marzo se reportó una nueva ola de despidos que implicó que 50 personas más quedaran sin trabajo. Luego de esto, Gamesindustry informó que sólo tres meses antes, en diciembre de 2020, la junta de accionistas había decidido otorgarle a Bobby Kotick, CEO de Activision-Blizzard, un bono de 154 millones de dólares, equivalente al salario de 1.560 trabajadores en cargos comunes dentro de la compañía, por su gestión al frente del holding.

En julio de 2021, el Departamento de Vivienda y Empleo del Estado de California inició una demanda contra Activision-Blizzard por promover una cultura del trabajo frat boy, es decir, al estilo de las fraternidades masculinas de algunas universidades estadounidenses. La demanda incluyó acusaciones de acoso sistemático de directivos de la empresa a las mujeres que allí trabajan, chistes sobre violaciones, consumo de alcohol dentro de la empresa, “excursiones” de empleados hacia los cubículos de las mujeres para acosarlas, o delegar el trabajo en las mujeres de la empresa mientras los hombres pasaban horas jugando.

No obstante, la acusación más grave está relacionada con el suicidio de una empleada de Activision-Blizzard durante un viaje de trabajo, luego de que uno de sus supervisores, con quien mantuvo relaciones sexuales, divulgara fotos de contenido pornográfico de ella durante un evento de la compañía.

Un CEO sucio

Inicialmente, la postura de Activision-Blizzard fue negar las acusaciones. Mientras 3.000 trabajadores firmaban una carta de apoyo a las víctimas, la empresa publicó un comunicado, firmado por la vicepresidenta de asuntos corporativos, Frances Townsend, en el que acusaba al estado de California de distorsionar la realidad y dar una imagen falsa de la compañía.

Días después, Kotick publicó una carta abierta en la que dejaba mal parada a Townsend y confirmaba la creación de investigaciones internas para conocer si las acusaciones eran reales, al tiempo que amenazaba con desvincular de la compañía a quien se opusiera a ellas.

Días después, Kotaku publicó una investigación sobre la “suite de Cosby”, que era el nombre de un grupo de chat creado por desarrolladores de Blizzard. Ese nombre hacía referencia a una habitación de hotel en la convención BlizzCon de 2013 utilizada para llevar mujeres. En esa suite colocaron una gigantografía del actor y agresor sexual Bill Cosby y se tomaron una foto con ella.

Mientras aún no hay resolución por el caso denunciado por el Estado de California, en setiembre Kotick logró frenar otra demanda alcanzando un acuerdo con la comisión de Igualdad de Oportunidades en el Empleo de Estados Unidos para crear un fondo de 18 millones de dólares dirigido a las víctimas de acoso y discriminación.

En noviembre se produjo la caída al vacío de la empresa. Un artículo publicado por The Wall Street Journal reveló que desde hacía años Kotick estaba al tanto de todas las acusaciones. Según el texto, en 2006 amenazó de muerte a una asistente, un año después la amenazó con “destruir la carrera” de una asistente de vuelo de su avión privado si ella denunciaba por acoso sexual al piloto. En 2017 evitó que directivos de Treyarch y Sledgehammer Games, subsidiarias que desarrollaron los últimos juegos de la saga Call of Duty, fueran despedidos por acoso sexual.

La investigación de The Wall Street Journal también reveló que la carta firmada por Townsend luego de la denuncia del estado de California en realidad había sido redactada por Kotick, quien decidió firmarlo con el nombre de una de las pocas empleadas mujeres que tienen cargos importantes en el holding.

Kotick continúa como CEO de Activision-Blizzard porque, según la política de compensaciones económicas de la compañía, si su despido es considerado improcedente, recibirá una indemnización de 265 millones de dólares, según informó Fortune en noviembre.

Sin embargo, luego de gastar casi 70.000 millones de dólares en la compra del holding, Microsoft no parece tenerle miedo al despido improcedente, ya que según informó The Wall Street Journal, se resolvió que, una vez que se cierre la compra y Activision-Blizzard pase a depender del jefe de juegos de la compañía fundada por Gates, Phil Spencer, Kotick será apartado de su cargo.

Con la compra de Activision-Blizzard, Microsoft suma a su catálogo de juegos sagas como Call of Duty, Crash Bandicoot, World of Warcraft, Candy Crush, Destiny, Spyro, Tony Hawk’s…, Sekiro, Diablo, Starcraft y Overwatch, entre otros.