El conocimiento también puede cimentarse en el estómago. Así lo demostró una charla sobre la protección de los océanos y la promoción de la pesca sostenible, de la mano de una degustación de pescados locales organizada por la Embajada Británica hace un par de semanas. El evento apuntó, por un lado, a dar a conocer un taller que realizó la ONG Mar Azul Uruguayo para integrantes de la Armada, ministerios, académicos y organizaciones de la sociedad civil en el que se brindaron herramientas para proteger las áreas marinas y los recursos locales. Este entrenamiento se llevó adelante con el apoyo de la Embajada Británica a través del fondo de conservación marina Blue Belt, que busca aumentar las capacidades para proteger los recursos acuáticos. Se trata de un curso teórico-práctico con plataformas digitales basadas en inteligencia artificial (IA) para la visualización, el control y la identificación de flotas pesqueras mundiales.
Tras la exposición, los pescadores artesanales Marcelo Kurta y Jorge Fuster contaron los pormenores de su oficio, mientras que los chefs María Elena Marfetán, Laurent Lainé y el chef de la residencia de la Embajada Británica de Uruguay ofrecieron platos con el objetivo de incentivar la utilización de pesca sustentable.
Patrimonio marino
El embajador británico, Mal Green, recalcó el valor de conocer “iniciativas inspiradoras de pescadores artesanales y chefs comprometidos que demuestran que es posible un equilibrio entre el abordaje responsable de los recursos y la conservación”. Destacó que su trabajo no sólo preserva los ecosistemas, “sino que también impulsa economías locales y promueve una gastronomía con conciencia”.
En la línea del citado programa Blue Belt, a través del cual apunta a proteger cuatro millones de kilómetros cuadrados de océano y colaborar con socios globales contra la pesca ilegal, Reino Unido lidera la Global Ocean Alliance, una coalición de 80 países de la que Uruguay forma parte. El diplomático hizo un llamado “a fortalecer las capacidades de monitoreo y control de los océanos a través de la cooperación internacional y la unión de esfuerzos en proyectos transfronterizos”. Igualmente apeló a “toda la sociedad a elegir productos sostenibles y apoyar a quienes trabajan con respeto por el mar”.
A continuación, el biólogo y doctor en Oceanografía Andrés Milessi, coordinador de Mar Azul Uruguayo, explicó esta iniciativa que nace dentro de la ONG Che Wirapitá, con la que comparte una visión de un futuro en armonía con la naturaleza, con la misión de desarrollar técnicas efectivas de conservación basadas en el conocimiento local, cultural y científico. Para preservar el mar, sus pilares de trabajo están asociados a la creación, apoyo, generación y construcción de áreas marinas protegidas, así como su monitoreo. Por otra parte, se dedican a la educación ambiental en instituciones y recientemente desarrollaron un proyecto que denominan “¿Peligrosos o en peligro?”, un juego de palabras, ya que se trata de la conservación de tiburones, que apunta a desmitificar la letalidad de esta especie. “Si el mar tiene tiburones, ese mar es saludable”, indicó.
En cuanto al territorio marino o “maritorio”, como decidió llamarlo, “esta área particularmente, además de ser ruta migratoria de ballenas y pingüinos, alberga más del 10% de la biodiversidad a nivel mundial de tiburones y de rayas. Tenemos más de 100 especies y muchas de ellas tienen problemas de conservación”, dijo el experto, cuyas acciones tienden a vincular instituciones tecnológicas, articular con organizaciones nacionales e internacionales.
En cuanto a la pesca ilegal, el expositor señaló que hay un error conceptual: “Cuando uno dice ‘pesca ilegal’ piensa en flotas extranjeras, que también las tenemos, pero tenemos una problemática en el borde con Brasil”. La constatación de las situaciones se lleva adelante junto con la Armada y la Dirección Nacional de Recursos Acuáticos, que dan seguimiento a los protocolos en caso de que se capture y se inspeccione un barco. “Utilizamos algunas herramientas tecnológicas, como Skylight y Global Fishing Watch, que son de libre acceso, para tratar de visualizar, cuantificar y tratar de evitar la pesca ilegal en nuestras áreas”, detalló sobre estos mecanismo de identificación, imágenes satelitales con resolución suficiente como para detectar si el barco navega hacia aguas uruguayas. En ese sentido, un informe indica que observaron unos 40 barcos brasileños con más de 170 intrusiones el año pasado. Al mismo tiempo, el experto compartió un caso de éxito de este trabajo cooperativo tras la observación de algunos barcos de origen taiwanés que estaban pescando atún en aguas internacionales y que utilizaban el puerto de Montevideo como base o reabastecimiento. “Veíamos un patrón que no nos cerraba de que cada vez que pasaban para el puerto generaban un pequeño detenimiento y alguna acción aparente de pesca ilegal. No tenemos efectivamente ese proceso de pesca ilegal hasta que agarramos, hablemos en criollo, con las manos en la masa a esos pescadores”, señaló. Y fue lo que lograron con ese largo monitoreo.
En la contracara, para que los recursos pesqueros se prolonguen en el tiempo y no se genere una sobreexplotación, conviene valorar el trabajo de los pescadores locales, como el que desarrollan Kurta en Playa Verde y Fuster en Punta del Este. Durante las presentaciones se habló de la responsabilidad de fortalecer esa cadena que provee un producto de calidad y también se incentivó a abrir la gama de especies consumidas, apreciando así la variedad de recursos y respetando su estacionalidad.