Son tiempos de cambio y complejidad en la comunicación y el marketing de los productos. Entre la cantidad de información que circula, la atención dividida de los consumidores y la competencia cada vez mayor, se requiere una voz clara, renovarse y, sobre todo, producir empatía en la audiencia. Estas son algunas de las cosas que desde la marca de preservativos Tulipán -que se ha destacado por sus publicidades en los últimos años- tienen claro, sumadas a una muy buena mano detrás en la dirección creativa. Esa mano es la de Victoria Kopelowicz, nieta de Felipe Kopelowitz, fundador de la marca de preservativos que innovó en el mercado latinoamericano de profilácticos, y responsable del área de marketing y comunicación de la empresa.

Baste como prueba que la campaña lanzada el año pasado —en medio de una recalentada discusión, en Argentina y en todo el mundo, sobre las tasas de natalidad en descenso—, titulada “El sexo reactiva la economía”, haya ganado numerosos premios internacionales, como el Lápiz de Oro, el Clio y como mejor anunciante en el Ojo de Iberoamérica, por citar algunos. “Hay que gastar, gatillar, invitar. Comida, bebida, telo. Y la gran rueda económica comienza a girar”, decía la publicidad que se volvió viral y que planteaba que en un momento en que los jóvenes parecen estar poco y nada interesados en el sexo (por algo se habla de “recesión sexual”), la mejor manera de activar la economía es tener citas. Así, bajo este concepto la empresa cerró alianzas con más de 20 marcas de diferentes rubros, como gastronomía, moda, estética y entretenimiento, con descuentos para incentivar a los consumidores a disfrutar de sus relaciones de manera responsable y también dinamizar la economía.

¿Pero cómo llegó a trabajar en la fábrica Tulipán, legado familiar, esta arquitecta recibida de la universidad pública de Buenos Aires (UBA) y docente de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo? “Lo que me pasó es que mi papá se enfermó cuando yo estaba en quinto año, entonces nunca llegamos a tener esa charla de laburo. Nunca sentí ni presión ni nada por entrar en la empresa familiar, así que yo seguí mi camino. Siempre me gustó el diseño en cualquiera de sus escalas. Una vez estaba laburando en un estudio y tuve que acompañar a alguien a la fábrica. Mi papá ya había fallecido y luego de recorrer los pasillos y mostrar la fábrica junto con mi hermano, me agarró como un dolor en el pecho, una sensación de no querer irme, de decir 'este es mi lugar', de pensar 'mis viejos hicieron todo esto, este es su legado y cómo yo no lo voy a seguir'”, cuenta Kopelowitz, que luego renunció a su trabajo y entró en la compañía.

Al comienzo giró por varios sectores para conocer toda la fábrica, algo que su propio hermano hizo a instancias de su padre, hasta encontrar su lugar ligado al marketing, la comunicación y el desarrollo de producto. “Me tomó muchos años, ya son 13 en la empresa, encontrar dónde yo aportaba valor y por qué valía la pena estar. La verdad es que de afuera parecería que cuando entrás a la empresa familiar tenés tu camino allanado, pero, por lo menos en mi caso, no fue así”.

Dar con una voz propia, hacer lugar al instinto y a las ideas parece algo que Victoria sacó de su familia: primero su abuelo, luego su padre. Felipe Kopelowitz provenía de una numerosa familia que vivía en un pueblito llamado Mir, ahora Bielorrusia. Narra la leyenda que él era brillante y que a los 13 años su papá le pidió que se fuera a probar suerte para poder ayudar al resto. Eran épocas muy duras y, además, en ese momento, los nazis acababan de invadir su país. El primer destino de Felipe en Argentina fue Basavilbaso, Entre Ríos, donde se encontraba una gran colonia que recibió a gran parte de la primera ola inmigratoria de judíos desde Europa, escapando de la persecución política y religiosa y buscando un mejor porvenir. “Vivió en Sudáfrica, en Inglaterra y después terminó en Argentina, donde conoció a mi abuela y tuvo a mi papá, Alberto. Beto, para los amigos. Ellos vivían en una pensión. Me contaba mi vieja que ahí mismo, en la pensión, inventó una máquina que cortaba hilos de goma muy finitos. Trabajaba cortando para otra empresa hasta que finalmente decidió independizarse. Ahí empezó su propio camino. Mi viejo laburó con su papá hasta que falleció”.

Otra anécdota que fue pasando de generación en generación es aquella de cómo Beto, un creador nato y además un curioso por naturaleza, copió mentalmente una moderna máquina de preservativos que había visto en el exterior pero que no tenía fabricación nacional. Aún. Los extranjeros no contaban con la famosa “viveza criolla”, marca registrada de muchos inventores argentinos, y lo que sigue es historia. “Cuenta la leyenda, lástima que no tengo a mi viejo para preguntarle, que él vio una máquina en una feria de preservativos, porque era un tipo muy curioso y ya trabajaba en el sector cortando hilado de látex, y entonces se preguntó qué otra cosa se podía hacer con el material. Así que viajó a Italia y vio esta máquina y cuentan que la escaneó así con los ojos, porque no se la dejaron ver más que unos pocos minutos. Volvió y, fiel a su estilo emprendedor, quiso desarrollar su propia máquina y empezó con prueba y error hasta inventar la suya. Le llevó alrededor de tres años con un equipo de metalúrgicos y un químico”, sigue Victoria. Justo a tiempo para revolucionar el mercado de preservativos local, que ya estaba creciendo en ese momento en Argentina.

Consumo uruguayo

Kopelco se fundó en 1952, pero Tulipán y Gentleman (que apuntaba a los caballeros) recién salieron al mercado en 1989. Además de Argentina, se comercializa Tulipán en Bolivia y en Uruguay. Acá la marca ya tiene más o menos 15 años de presencia con sus preservativos y lubricantes en tiendas, supermercados y farmacias. De hecho, Victoria explica que Tulipán es una de las marcas más fuertes en Uruguay.

“Actualmente en nuestro portfolio tenemos 12 variedades, que van desde un clásico hasta un neón (que brilla en la oscuridad). Imaginate todo lo que hay en el medio: hay texturas, hay formas, porque hay preservativos que tienen distinta morfología; inclusive acabamos de lanzar el big, que es el preservativo más grande del mercado. Y respecto a geles, tenemos seis variedades de geles íntimos, también con efectos calor-frío, otro con arginina, sabor chocolate, sabor tutti-frutti, clásico, etcétera, y tenemos nuestra súper completa línea de sex toys, con diez juguetes. En un punto, con los preservativos, la estrategia de tener mucha variedad es para que no haya excusas para cuidarte. Siempre digo que alguno te tiene que gustar”.

Delicado como una flor

¿Por qué llamaron a la marca Tulipán? “Cuando mi viejo decidió hacer preservativos, tuvo una gran idea que para mí es como un súper aprendizaje. En realidad, fueron dos. La primera es que, siempre curioso, dijo: 'Me gustaría que las mujeres se sientan cómodas al pedir este producto en la farmacia. Entonces, quiero ponerle un nombre suave, delicado'. Pensá que esto era en los 80. Es una locura que en ese momento él haya pensado en nosotras para que nos sintamos cómodas, un tipo súper visionario. La curiosidad lo llevó a hacerse preguntas: ¿Quién lo va a comprar? ¿Cómo lo va a comprar? Otro aprendizaje que tengo es que él lanzó dos marcas al mercado, Tulipán y Gentleman (para quioscos, algo más robusto). Y bueno, también en un punto las marcas las hace la gente. Al final a todo el mundo le gustó Tulipán. Fue la marca que quedó”.

Entre los desarrolladores de producto suele estar la idea cada vez más frecuente de que la interacción con el público es no sólo importante sino vital. Sobre todo en tiempos tan vertiginosos como los actuales. “Muchas veces uno no lanza algo al mercado hasta que esté cerradísimo perfecto, o hacés 800 estudios, y al final es la gente la que decide qué hace con tu marca, cómo se relaciona. Eso está buenísimo. Entonces, tratamos de ser ágiles y de sacar cosas, y si funcionan, funcionan. Y si no funcionan, no funcionan”.

Consultada sobre qué piensa que diferencia Tulipán de las demás marcas del rubro, la empresaria cuenta que hace más o menos 15 años que importan el preservativo de Tailandia y de Malasia. “Se elaboran en las mejores fábricas del mundo, y son fábricas que exportan a sitios de alta vigilancia sanitaria, como Estados Unidos o Europa, con lo cual un preservativo Tulipán es el mismo que podés encontrar en esos países. Hablo de calidad internacional, top top y a precio accesible, porque esa es nuestra bandera, y porque queremos que sea fácil cuidarte, que no dudes si comprarlo o no y que lo puedas tener a mano. Algo que me parece interesante es que importamos el preservativo, pero después en Argentina continuamos con el proceso de fabricación, testeamos, acondicionamos, elaboramos nuestros lubricantes íntimos, somos 150 personas en San Martín, provincia Buenos Aires. También elaboramos lubricantes para terceros y nuestro laboratorio de testeos también realiza trabajos para otros”.

En lo que va de 2025 y pese a la recesión económica que está atravesando su país de origen, la empresa se mantiene activa. Ya ha tenido tres lanzamientos nuevos, incluyendo la incorporación de cinco juguetes, del preservativo “big” y de un gel 2 en 1 para masajes y lubricación. “Estamos constantemente desarrollando cosas, viajando a exposiciones, viendo qué es lo último. Yo acabo de regresar de viaje, de una feria, y la verdad es que está muy bueno ver lo que pasa en el mundo y estar atento”.

Otro aspecto insignia de la marca es la comunicación, apuntada a un público joven que desmitifica el sexo, sin perder la responsabilidad, sobre todo en una época en la que el uso de preservativo cae: en Argentina apenas el 14% admite usar preservativo en todas sus relaciones sexuales, de acuerdo a datos del Ministerio de Salud. Respecto a si es un buen momento para hablar de prevención, Kopelowicz resalta que siempre lo es porque justamente las generaciones se van renovando. “Todos los años hay nuevos usuarios jóvenes en la categoría y es importante recordar que el preservativo es el único método que tiene doble barrera. Así que siempre es buena oportunidad para reforzar y nosotros constantemente estamos comunicando”, dice. Pero no sólo sobre prevención, Tulipán viene hace al menos una década trabajando otros temas que tienen que ver con el consentimiento, la responsabilidad afectiva, el porno como forma de educación poco fiable. “Trabajamos la comunicación de forma amplia en temas de cuidado porque nos parece que el cuidado está en todas esas partes, y además somos mucho más que una marca de preservativos, ya somos una marca de bienestar sexual”, asegura.

Trabajar -y contar que trabajaba- en una fábrica de profilácticos siendo mujer, para Victoria siempre fue algo de lo más natural y casi no puede imaginarse cómo serían las cosas si el destino hubiera tomado otro giro. “Para mí es laburo y me pasa que estoy súper acostumbrada a hablar de los productos, de los preservativos, de los geles íntimos, de los juguetes, porque para mí no tiene tabúes. Es algo con lo cual me siento cómoda y me parece que está buenísimo que así sea, ya que cuando voy a una entrevista o hablo, me encuentro con que todavía hay muchas barreras, no se habla mucho y la verdad es que pasarla bien y disfrutar del sexo es salud”.