“Al fin una”, dicen muchos padres. “Al fin una”, aseguran las madres que, solas o acompañadas, sortean una de las etapas más singulares de la vida. Si bien la llegada de un bebé cambia por completo la lógica familiar durante meses –acaso años–, hasta julio de 2024 la antigua licencia otorgada a padres o parejas no gestantes rozaba lo ridículo: tres días. Una suerte de “finde largo de upa” que venía a interrumpir la normalidad, es decir, una lógica productiva que no debe ser alterada. “No es una maravilla. 20 días tampoco resuelven las dificultades, pero vino a poner algo de coherencia. Sobre todo, si piensas en que las madres son quienes soportan una tarea que no es delegable”, asegura una auxiliar del Banco de Previsión Social (BPS), a cargo del pago de la nueva licencia extendida. Presencia en el inicio de la vida, igualdad y derecho a cuidar, generación de vínculos tempranos y, por supuesto, repartija de ocupaciones con la madre son derechos que también reclaman muchos padres.
Nuevos tiempos
Estudios sobre el tema, como el llevado adelante por el Cippec (Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento), aseguran que cuando el tiempo de descanso es magro, el resultado familiar, pero también laboral, es negativo. Ante un nacimiento, además, se juegan otras cuestiones. No sólo se desincentiva la participación de los varones en las nuevas tareas, sino que se refuerza la idea de que son mera responsabilidad de las mujeres, reproduciendo desigualdades de género intrafamiliares, pero también intralaborales. “Es claro que con la aprobación de la Ley 20.312 del año pasado se mejora la licencia por paternidad”, asegura la doctora Lucía Cabrera. Con la nueva norma, los trabajadores continúan con los tres días de licencia abonados por el empleador, pero a continuación reciben una extensión de 14 días corridos abonados por el BPS. “Y se van a extender a 17 a partir del 1° de enero de 2026, por lo que la licencia completa llegaría a 20 días totales para los trabajadores dependientes. En el caso de los no dependientes, el subsidio –que se inicia con una solicitud en línea para el trabajador, que debe ser confirmada por la empresa– prevé 15 días continuos y 20 a partir del 1° de enero”, completa la abogada del sector Tax&Legal de KPMG Uruguay. Durante ese tiempo, el BPS abona el 100% del promedio de la remuneración de los últimos seis meses. Además, existe un subsidio para Cuidados del Recién Nacido, que en los hechos significa que el padre o la madre puedan trabajar la mitad de las horas para destinar la otra a cuidar al niño o niña, y de algún modo también a la madre, en muchos casos agotada y hasta convaleciente. Este beneficio, que también corre por cuenta del BPS (equivalente al 50% restante del jornal), comienza ni bien se termina la licencia por maternidad y puede ser utilizado por gestante y pareja o intercalarse entre ambos (un mes uno, el siguiente el otro). “Ese derecho sólo podrá generarse si la madre hizo uso del subsidio por maternidad y se encuentra bajo relación de dependencia. En caso de que la madre no trabaje, no podrá ser efectivo”, advierte Cabrera.
Por otro lado, la norma recientemente aprobada prevé un período de estabilidad de 30 días siguientes al reintegro de la licencia, por lo que el empleador deberá pagar tres meses de salario más la indemnización que corresponda si se efectuase un despedido. En los casos de adopción la licencia se extiende por seis semanas desde la recepción del niño. De este modo, y a partir de enero de 2026, de no mediar cambios en la región, Uruguay sería el país con más beneficios para los padres en toda América del Sur.
Al ring
Si bien gran parte del terreno laboral y el mercado publicitario están creados por hombres y organizados de manera masculina, su compatibilidad con lo hogareño se está discutiendo fuerte en muchos países. Para los varones dispuestos al cambio, resolver el dilema trabajo-familia sin descuidar ninguno de los dos ámbitos no se sobrelleva sin ansiedad. “El equilibrio laboral y familiar es casi un chip con el que los jóvenes ya vienen, quizás a fuerza de haber experimentado lo contrario con sus propios padres, aunque no deja de ser un fenómeno relativamente nuevo”, asegura la periodista argentina Laura Marajofsky, analista de Medios y Cultura, quien suele tratar asuntos de esta índole. Siempre con el foco puesto en una población urbana de sectores medios y sus hipérboles hacia arriba y abajo, la autonomía de la mujer y la mayor conciencia de género, están cambiando algunas concepciones. “La expectativa social sobre la responsabilidad paterna varía mucho según la cultura, el tipo de trabajo y la edad del varón-padre”, explica en esta misma línea el psicoterapeuta argentino Luis Bonino. Pero sostiene: “Se eclipsa el padre occidental detentador del poder y el saber. El que sustenta su acción en la tradicional división sexual del poder, donde la relación padre-hijo/a se funda en un modelo donde él es la autoridad, el proveedor que brinda los recursos económicos y el transmisor del patrimonio genético, de saberes y de códigos de la masculinidad”.
Cabe pensar entonces que la vigencia de estados fuertes que promuevan la expansión de este tipo de licencias y sumen beneficios para temáticas de cuidado allanaría ese camino. Incluso, algunas asociaciones de padres que defienden los derechos de los divorciados a estar con sus hijos plantean un escenario todavía más amplio donde aparecen figuras alejadas de modelos clásicos, como la monoparentalidad masculina o la ejercida en las parejas homosexuales. “Surge, con matices, un padre al que la paternidad ya no da poder, sino servicio, en una relación que se disfruta”, asegura Bonino, el creador del término micromachismos, cuyo trabajo titulado Las nuevas paternidades puede leerse completo en línea.
Más torcidos que derechos
Al otro lado del río, Argentina es uno de los países latinoamericanos más retrasados en regímenes de licencias parentales. Contrasta así con su rol pionero en la aprobación de algunos derechos sociales, y exhibe la incongruencia de otorgar dos semanas de licencia a recién casados, pero apenas dos días ante un nacimiento. “La normativa vigente, sancionada en 1974, establece las licencias por paternidad más breves del continente. A su vez, el hecho de que sólo los trabajadores formales, que son la mitad del mercado, accedan actualmente a este esquema de dos días agrava el estado de la cuestión”, sentencian desde el Cippec.
“Algunos convenios colectivos de trabajo, dependiendo de la rama y el sector, han enmendado esa vetusta Ley de Contrato de Trabajo 20.744 y otorgado algunos días y beneficios extras. Pero quienes no están bajo esos convenios, claramente, quedan en desventaja”, asegura el abogado Mariano Suárez, y completa: “La polémica Ley Bases promovida por el gobierno de [Javier] Milei y aprobada por el Congreso en 2024 generó confusiones en la interpretación y el cómputo de días, pero no cambió, ni a favor ni en contra, ningún beneficio”. Impulsado por el ex Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad y por más de 50 iniciativas privadas, Cuidar en Igualdad es uno de los proyectos presentados en 2023 ante el Parlamento que promueve una ampliación para la persona no gestante a 15 días, y posteriormente a 90 días, buscando un sistema más equitativo. También prevé que la licencia aumente a 126 días para las madres (hoy es de tres meses) y propone nuevas licencias para adoptantes y una asignación parental para monotributistas o autónomos (que están bajo una legalidad sinuosa) que llegaría a 370.000 personas. Pero nada indica que en Argentina los derechos vayan a ampliarse: de las 43 políticas de cuidado vigentes hasta 2023 ya fueron desarmadas 21 por derogación o subejecución completa, 15 se encuentran en estado de alerta por inacción o falta de fondos, y apenas siete se mantienen vigentes. Estos datos son aportados por el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), uno de los espacios que integran La Cocina de los Cuidados, una mesa de articulación intersectorial formada por representantes de organizaciones sociales, de derechos humanos, sindicatos, iglesias, académicas e investigadoras, funcionarias estatales y legisladoras.
El caso Brasil
Según una encuesta del año pasado realizada por el instituto Datafolha en 147 municipios, el 76% de los brasileños cree que la licencia de paternidad debería ser más larga. Las ambiciones son altas en el país gobernado por Luiz Inácio Lula da Silva, pero la realidad alcanza los cinco días hábiles de licencia, aunque ampliables a 20 de corrido en el caso de las empresas que participan en el programa Empresa Ciudadana. “El debate sobre permiso de paternidad volvió a la palestra con una propuesta que prevé extender el beneficio a 60 días, pero de forma gradual a lo largo de una década. De este modo se busca equilibrar el derecho de los padres a estar más presentes en los primeros meses de vida de sus hijos, aunque señala la necesidad de controlar el impacto financiero sobre la seguridad social”, explica la especialista Maria Heloisa Barbosa Borges. Según información divulgada por el portal de Folha de São Paulo, la propuesta es empezar con 15 días de licencia remunerada, sumando 15 más cada tres años hasta alcanzar los 60 diez años después, con un costo fiscal que podría alcanzar los 78.000 millones de reales.
“Actualmente, Brasil registra alrededor de cinco millones de niños sin el nombre de su padre en su certificado de nacimiento y más de 11 millones de madres solteras, lo que refuerza la importancia de las políticas públicas que incentiven la participación paternal”, completa el informe de la brasileña Barbosa Borges, que advierte asimismo de la necesidad de garantizar que la medida sea financieramente sostenible y no genere distorsiones en el mercado laboral para que sea verdaderamente realizable. El debate está presente en la actualidad, y el congreso local plantea la idea de votar un texto en conjunto en los próximos meses.
Ranking natal
Un informe elaborado por la plataforma de recursos humanos y pagos globales Deel, actualizado en enero de este año, muestra un ranking donde las licencias por nacimiento plantean muchas preguntas. En él sobresale Albania, donde las trabajadoras que llevan 12 meses de antigüedad en la empresa tienen derecho de hasta un año de licencia de maternidad remunerada, con un mínimo de 35 días pagos antes del parto y 63 días después. El pago de los primeros seis meses es el 80% del salario mensual promedio, y el de los siguientes seis meses es el 50%. Sin embargo, los padres o parejas no gestantes tienen derecho a sólo 12 días remunerados.
En Reino Unido, en tanto, las embarazadas gozan de 52 semanas de licencia. Esta se puede tomar hasta 11 semanas antes del nacimiento y debe ocupar, sí o sí, dos después. Pueden utilizar el resto de la licencia como quieran y recibirán el 90% de su salario por 39 semanas, y las últimas 13 semanas sin goce de sueldo. Para los padres o parejas no gestantes la licencia alcanza las dos semanas remuneradas.
En Australia, las madres que dan a luz cuentan con 12 meses de licencia también al cumplir un año de trabajo. En la mayoría de los casos los empleadores ofrecen la licencia remunerada, y quienes apliquen al esquema del gobierno federal contarán con el pago de hasta 18 semanas. Padres o parejas de quienes hayan dado a luz tendrán apenas cinco días.
Detrás de las licencias, entonces, subyacen más preguntas que respuestas. Si se tiende discursivamente a la igualdad laboral entre hombres y mujeres, ¿no es una desventaja contar con licencias tan distintas a la hora de ser considerada/o en puestos claves? ¿Qué tipo de familia es viable si madre y padre son sujetos productivos full time? ¿Es suficiente una pareja sin una red familiar o comunitaria amplia para criar hijos? ¿Son los hijos, al fin de cuenta, un estorbo para el mercado que años después los necesitará?