Seguramente la reclusa Piper —interpretada por Taylor Schilling— no se imaginaba que se iba a pasar tanto tiempo en cana cuando fue a prisión en la primera temporada de Orange is the New Black, que en estos días llegó a su quinto año y su temporada correspondiente en Netflix. De hecho, el libro de Piper Kerman en el que la serie se basaba se subtitulaba “mi año en una prisión de mujeres”, pero el personaje de la televisión ha tenido menos suerte que su inspiración en la vida real.

No es de extrañarse esta continuidad, ya que Orange is the New Black resultó ser uno de los mayores —y primeros— éxitos originales de Netflix, y una serie que modificó drásticamente todo el subgénero de films y series ambientados en prisiones. La historia, antes que nada, no presentaba a la cárcel femenina como un territorio de violencia y perversión, sino como una institución arbitraria, represiva y peligrosa, pero dentro de márgenes razonablemente humanos. Un ámbito en el que un personaje intelectual y de clase media alta —Piper— era introducida a causa de un delito de drogas cometido esencialmente por estupidez y amor hacia una novia con malos hábitos (la formidable Laura Prepon, reintegrada a la televisión luego de una larga ausencia tras el fin de That 70’s Show), que a su vez terminará encerrada en la misma cárcel.

Las primeras temporadas se dedicaban esencialmente a describir la difícil adaptación del personaje principal a una realidad completamente distinta a su vida anterior, y cómo se iba haciendo un lugar, aprovechando sus ventajas culturales, en un medio que le resultaba ajeno y terrorífico.

Ya pasaron muchas cosas desde que la rubia y refinada Piper fue recluida en la penitenciaría Lichtfield, un correccional —al principio de la serie público, luego privado— de mínima seguridad en el norte del estado de Nueva York. Ahora es una veterana tumbera, integrada al variopinto grupo de presas vestidas de naranja que la acompañan y que forman un microcosmos de clases, sexualidades y etnias. Algunos personajes han muerto, otros han sido liberados y unos cuantos nuevos se han sumado a un elenco diverso y enérgico, que es una de las principales virtudes de esta serie, que, a pesar de sus elementos dramáticos, suele ser considerada esencialmente una comedia, por la abundancia de elementos humorísticos de un producto muy entretenido y adictivo, tal vez con menos observaciones sociales y más exotismo que antes, pero siempre disfrutable. Esta quinta temporada, al igual que las anteriores, ya está disponible en Netflix.