Edú Pitufo Lombardo y Pablo Pinocho Routin celebran las 15 primaveras de su espectáculo teatral y musical Murga madre –aunque ya van 16 años, porque se estrenó en 2002–. Por eso aprovecharán para interpretarlo nuevamente, tal cual el original, mañana a las 21.00 en el Auditorio del SODRE. Una oportunidad para conversar con sus autores sobre la obra, el carnaval y afines.
¿Cómo surgió Murga madre?
Pablo Routin (PR): –Nació por el año 1999. Empecé con la idea de escribir una obra para hacer con Pitufo. El texto fue escrito con esa premisa interna: un diálogo entre nosotros dos, en el que a veces se confundían los personajes, y eran dos o uno; no había tiempos ni nombres. Era un texto con canciones, porque me parecía que estaba bueno que en el espectáculo hubiese música y también canto. Maduré un poco la idea y esperé a terminarla. A pesar de la ansiedad que tenía por comunicarle a Pitufo que lo estaba haciendo, me aguanté hasta terminarla, y allá por 2001, cuando estuvo liquidada, lo llamé.
¿Por qué la idea fue hacerla con Pitufo?
PR: –Primero que nada, porque lo considero un gran artista, de una sensibilidad exquisita. Nosotros habíamos hecho cosas juntos. Estuvimos en Falta y Resto hasta 1989, y después, en carnaval, tomamos caminos diferentes, pero siempre que nos encontrábamos decíamos de buscarle la vuelta para hacer algo juntos. Y también por lo humano. Siempre sucede que cuando uno va a pensar en algo artístico intenta hacerlo con gente que quiere y respeta, porque se trabaja mejor.
Edú Lombardo (EL): –Recuerdo que fue una llamada telefónica sorpresiva, porque me dijo que tenía una obra teatral para hacer conmigo. Me causó gracia, porque no soy actor, y por otro lado me pareció raro que me estuviese convidando a hacer una obra teatral, era bastante inédito. Me dijo que quería que yo le pusiera la música a las canciones. A hacer eso me animaba un poco más, porque ya componía alguna cosa. Me arrimó el libreto, lo leí y me pareció muy interesante. Al final, me entusiasmé, me sentí conmovido por las letras, y en un par de semanas hice las músicas.
El CD con la música de Murga madre, editado en 2002, tiene sólo seis temas. En realidad, es un EP.
EL: –Sí, porque al principio grabar un disco no era la idea, pero después nos entusiasmamos mucho con las canciones. Además, porque había muchos músicos amigos, de diferentes generaciones, que participaron en las canciones, y estaba bueno que quedara registrado.
¿Cómo manejaron los diferentes códigos del carnaval y del teatro?
PR: –Es un espectáculo que está fuera de los códigos del carnaval, en cuanto a los tiempos que se manejan y la forma en que está planteado. Es un espectáculo para una sala teatral, y eso para nosotros fue todo un aprendizaje. Pitufo siempre dice que Fernando Toja, aparte de dirigir, fue un docente. Sin explicitarlo, nos fue llevando de manera lenta, segura, y respetando los procesos individuales, para poder moldearnos como para hacer una obra con otras características. El carnaval tiene mucha palabra cantada, diálogos muy pequeños y otros tiempos; no se sostienen silencios teatrales. Es más, a veces es fatal un silencio muy prolongado en un espectáculo de carnaval, porque el público está acostumbrado así, en un lugar donde hay estímulos de todo tipo: aromas, sonidos extras, niños jugando, gente hablando; suceden un montón de cosas en el entorno, a las que la murga se tiene que sobreponer para atraer la atención del espectador.
Las canciones de la obra son musicalmente variadas. Por ejemplo, “Qué casualidad” es un funk-rock, “No hay más cocoa” tiene algo de milonga” y “El cuplé” es medio salsa.
EL: –Sí, buscamos ir por otros lugares. Yo había compuesto alguna murga canción para repertorios de carnaval, pero antes de hacer la obra no tenía ningún disco editado. Murga madre fue la que me habilitó a la composición, y me pareció bueno abrir el camino hacia otros lugares, porque además lo ameritaba por el carácter de las letras y la dinámica musical dentro de la obra.
PR: –La música me parece una maravilla. Pitufo me había dicho que precisaba como un año –una cosa disparatada–, y la terminó en 15 días. Yo no incidí ni propuse mucho en esto de los diferentes géneros, eso lo elaboró él, y después que tuvo clara la idea, me la planteó. Me parece que la música puso toda la obra en otro lugar, porque nosotros somos músicos y cantantes, y en ese terreno nos sentimos más seguros. Los momentos del canto en la obra son hermosos, yo los disfruto enormemente.
En “Bien de al lado” hablan del tablado. ¿Cómo ven la profesionalización del carnaval?
PR: –El carnaval cambió mucho, la murga también. Hay cosas que le han hecho muy bien y otras que habría que revisar. Estoy hablando de lo artístico. La estructura también se modificó. Antes estaba aquella cosa de tablados en todos los barrios. Cuando nosotros empezamos, en 1985, mi padre me contaba que en 1950 todavía había más tablados en todos los barrios, y con entrada libre. Obviamente, tiene que ver con lo comercial, con que hay cosas que no se pueden sostener, porque abrir un tablado es muy caro, hay todo un armado de la estructura de carnaval que hace que hoy cuente con seis o siete tablados, más los municipales o populares. Es cierto que no dan los lugares para que todo el mundo pueda cantar y mostrar sus espectáculos. Hay grupos que tienen suerte y hacen 80 tablados, y hay grupos que van al Teatro de Verano y hacen dos o tres cosas más. Igual, siento que hay un carnaval alternativo latiendo, que está en los barrios, que hay corsos y otras murgas a las que no les interesa salir en carnaval y son felices sin concursar. Hay que salir a buscar ese otro carnaval alternativo.
EL: –Hay que tener una mirada del carnaval hacia atrás para que no se pierdan algunas cosas, pero no de una forma nostálgica, sino tratando de recoger cosas que han sido importantes y que son, pero también es importante la mirada de las nuevas generaciones. La influencia de las redes sociales hace que también eso funcione de otra manera y vaya mutando. Estoy de acuerdo con Pinocho con que hay un carnaval alternativo latiendo y que se va a dar. Sucede en España, por ejemplo, en el carnaval de Cádiz: está el concurso en el teatro Falla, pero hay un carnaval alternativo, en la calle, y los espectáculos tienen exactamente el mismo nivel que los otros; sin embargo, no concursan.
¿Cómo ven que, desde que está el Frente Amplio (FA) en el poder, el carnaval parece ser parte de la cultura “oficial”?
EL: –Tal vez en algunos casos el lenguaje se ha vuelto un poco más light, pero en otros casos no. Considero que una murga, más allá del gobierno de turno, tiene que criticar. Tal vez alguna gente haya tenido un poco más de cuidado porque hay un gobierno de izquierda, pero no son todos los casos. A la hora de armar un espectáculo, yo pienso estrictamente en lo artístico y en la mirada que pueden tener los que escriben, que es sobre lo que pasa en la sociedad. Cuando armamos el espectáculo no pensamos en otra cosa.
¿No piensan en que, por ejemplo, el ministro de Economía y Finanzas, Danilo Astori, puede estar mirando en la primera fila?
EL: –Puede estar en la primera fila, pero, de todas formas, hay que decir lo que hay que decir.
PR: –El tema de las políticas culturales no abarca solamente el género murga, ya que hay políticas que apuntan a llevar a los barrios de Montevideo diferentes expresiones artísticas, como el teatro, la danza y el tango, y, entre esas, está la murga. Cuando hago murga no me representante a ningún partido político, sino parte de un género musical. No hay nada más triste que una murga oficialista. Pero cuando se pregunta por qué no se le pega tanto al FA, habría que analizar los repertorios, si no se le pega o si hay menos motivos para pegarle. En otros momentos capaz que se fue muy duro con otros gobiernos, pero también han pasado cosas muy graves. No digo que en este gobierno no pasen cosas que parezcan increíbles; esas hay que denunciarlas. Por ejemplo, que siga habiendo pobreza en este país, aunque vaya disminuyendo el porcentaje. La pobreza nunca puede ser un número, y, si es un número, tiene que ser el cero. Porque los gobiernos te dicen que había un porcentaje de pobreza y ahora hay menos; bárbaro, pero en un país de tres millones de habitantes, no cabe en mi cabeza. Hay una lógica perversa por la que uno ya tiene integrado que hay un porcentaje de pobreza, pero eso no se puede creer, y no debería existir.
¿Cómo ven la murga canción en la actualidad? Porque, por ejemplo, hace décadas quizá era impensado ver una publicidad con una murga sonando de fondo.
EL: –Depende del tratamiento estético que tengan. Era impensable también prender el televisor y ver carnaval. En la televisión ves que todas las propagandas de todas las cosas que auspician el carnaval tienen cosas murgueras: una batería de murga, un coro, un solista; ahora, hay cosas buenas y cosas espantosas. Lo que pasa es que hay murgas canción que son íconos, como “Brindis por Pierrot”, por nombrar una. Entonces, cuando encontrás una canción que habla de determinado tema y que está muy bien elaborada, es difícil armar otra. En mi último disco [Músicos ambulantes, de 2017] no tengo ninguna murga canción, porque me resulta difícil hacer una después de los grandes temas que han salido.
¿Qué es lo que sigue vigente de Murga madre?
PR: –Es muy difícil tener objetividad. Tenemos un gran amor por el espectáculo. Me parece que se ha ido añejando y la siento cada vez más vigente en esto de poder mostrar lo luminoso y oscuro del carnaval. Se aumentó el lente y la lupa ve cada vez más chiquito. Nosotros no le tocamos ni una palabra, ni un movimiento ni una coma; nada. Es la misma obra. Nuestro juego es mantener a rajatabla lo mismo que hicimos en 2002. Y uno de los motivos es que pensamos que es un pequeño aporte de nuestro amor por el carnaval. Es una buena noticia para nosotros, pero no sé si para la gente. Nos gusta reforzar que la gente que resuelva ir al SODRE va a ver lo mismo. No tenemos ninguna novedad. La única novedad que tenemos es la convicción de que Murga madre se puede hacer en 2018.