La situación social y política de Brasil tras la destitución de Dilma Rousseff y el ascenso del candidato a la presidencia Jair Bolsonaro hizo que Paulinho Moska compusiera letras directas y dejara de lado sus metáforas. Beleza e medo, su primer disco solista con canciones inéditas desde 2010, abre con “Que beleza, a beleza”, un funk que invita a descubrir lo hermoso en el arte, la ciencia y la vida cotidiana. Pero tras algunas canciones dedicadas a esa idea, suena “Nenhum direito a menos” y la reflexión sobre el temor toma el protagonismo del disco.

Este martes estará presentando esos y otros temas de su carrera en el Auditorio Adela Reta del SODRE (Mercedes y Andes). Por eso, conversamos con él sobre el proceso creativo de Beleza e medo, el rol de los músicos en los momentos de tensión social y por qué el arte y la ciencia podrían ser la salvación.

¿Por qué dividiste el disco en dos zonas tan antagónicas?

Hace unos tres años mi país entró en un túnel muy extraño para mi generación. Actualmente vivimos una decepción, con un gobierno de izquierda que hizo muchas cosas buenas pero que después se juntó con lo peor de la derecha y liquidó muchas oportunidades de trabajo. El gobierno cayó y la gente se volvió descreída. Luego apareció un tipo de derecha extrema que ni siquiera sabe hablar, pero que dice muchas cosas homofóbicas y machistas. Es una lucha muy grande porque no hay derecha ni izquierda, hay una barbarie liderada por Bolsonaro. Sus seguidores son agresivos y no tienen respeto por la diferencia y la diversidad. Como esta situación me dio miedo, pensé que no podía grabar un disco dedicado a la belleza en un momento así, entonces el miedo entró en el álbum contagiando un poco a la belleza. Así salió la canción de manifiesto “Nenhum direito a menos”, con letra de Carlos Rennó, un joven poeta. Yo quería una canción humanista, que no fuese sólo de una minoría, y él me regaló esa letra increíble.

Allí hablás de varios derechos, entre ellos el aborto.

Sí, porque en Brasil está prohibido; las mujeres mueren en clínicas clandestinas. Hay movimientos para legalizarlo pero el cristianismo es muy fuerte. De eso mismo se alimenta la derecha: “Somos cristianos: hay que defender a la familia y a Cristo. Muerte a los enemigos”, es como la Inquisición. A partir de esta canción mi álbum cambió y pasé a componer canciones como “Medo do medo”, “Bem na mira” y “Jeito é não ficar só”, que dice: “¿Para qué morir hoy si mañana voy a estar mejor?”.

¿De qué manera sentís que se conectan la belleza y el miedo?

Los dos están ligados, son como hermanos siameses. Cuando nacemos está muy oscuro y lloramos mucho, pero ahí viene mamá y nos pone en su pecho lleno de leche y de amor. Allí aparece la belleza. Hasta morir convivimos con eso todos los días: me despierto, riego las plantas, veo a mi hijo y estoy con mi mujer, pero escucho las noticias y veo que está todo mal, entonces vuelve el miedo. Es una danza constante, una retroalimentación de dos abstracciones.

¿Cuál sentís que es el rol del músico durante el momento que atraviesa Brasil? ¿Denunciar o mirar hacia adelante?

Cada músico tiene su lenguaje y todos son necesarios. Hay gente mucho más militante que yo, como mi amigo Chico César. Él es un halcón y siempre está denunciando. Su hermano es uno de los líderes del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra en Brasil, entonces eso lo marca. Yo no tengo esa verdad; soy burgués, de la playa y de Río de Janeiro. Vengo de una derecha católica conservadora, mi familia es una familia de amor, a pesar de tener dos hermanos que votan a Bolsonaro. Yo escribo sobre el amor hace 25 años y no logro ser violento, aunque tengo ganas de serlo por la intolerancia que hay en la actualidad. Hay una famosa paradoja que dice: “¿Cómo se tolera la intolerancia? Porque si la tolerás, en un momento la tolerancia va a dejar de existir”.

¿Esta es la primera vez que tratás temas políticos en un disco?

Sí, aunque más que hablar de política, esta vez siento que hablo de forma más directa, sin metáforas. Yo siempre escribo con metáfora porque el negro, el blanco, el indígena, el pobre y el rico pueden colocarse detrás de ella y hacer que tenga sentido de acuerdo a su mundo. Por eso busco una letra universal, que no tenga fecha. Cuando empezó el movimiento de derecha hace tres años, yo cantaba mis canciones y pensaba que mi repertorio era político porque la metáfora sirve para muchas situaciones, pero como la realidad de Brasil empezó a volverse muy tensa mis canciones cambiaron de sentido.

Leí que compusiste “Que beleza, a beleza” en el Palacio Salvo.

Con el director Pablo Casacuberta estábamos en Montevideo filmando un piloto para una serie sobre ciencia y el tema era la belleza, y en este formato yo tenía que componer una canción luego de haber hablado con diferentes científicos y artistas. Tras cinco días de grabación, compuse la canción en el Palacio Salvo mientras hubo un apagón. Al principio me asuste porque había quedado todo oscuro, pero como estaba el crepúsculo, luego de la oscuridad vi el techo rojo y eso me llevó a la ventana. Allí pude ver a la ciudad iluminada de rojo y ahí sentí la belleza. Fui a mi laptop, que estaba con 13% de batería, y pensé que tenía que componer en ese momento, así que la escribí y la grabé antes de que se apagara. Fue algo muy extremo de sentidos y de sensibilidades.

Buscás la ciencia y el arte para mostrar que la belleza está en todos lados. ¿De qué manera te inspiran esas disciplinas?

Yo soy ateo, así que creo que la salida, si es que existe, está en el arte y la ciencia. La ciencia explica de qué estamos hechos y qué debemos hacer para mejorar, y el arte es como una comunicación sin reglas, porque las reglas nos sacan la creatividad. La idea de que estos dos polos son el camino para mí es fundamental. Yo quería poner a [Charles] Darwin y a [Pablo] Picasso en la canción y esa era una forma de no ser tan metafórico.

¿Qué vas a tocar el martes?

Estoy celebrando los 25 años de Vontade, mi primer disco solista. En vez de grabar las mismas canciones con amigos y hacer alguna celebración, decidí hacer una gira. En esta ocasión vuelvo a Montevideo con más rock. Para la gente que espera esa delicadeza drexleriana, no va a haber mucho de eso; no hay guitarra de nailon, sólo guitarra eléctrica. Tampoco es hard rock, sino que son canciones pero con más fuerza. Va a ser una noche explosiva.