Sonido Top y The Supersónicos, en el tiempo en que ambas coexistían –la primera se desbandó no mucho tiempo después de sacar su único disco, diez años atrás– podían considerarse bandas provenientes del mismo tronco familiar. Como primos y vecinos del mismo edificio, o medio hermanos de distinta madre. No sólo por algunos lazos de amistad entre sus integrantes, sino porque ambas bandas parecían preguntarse qué habría sido de la música popular si no se hubiera estrellado el avión de Buddy Holly, Ritchie Valens y The Big Bopper en 1959.

Tanto The Supersónicos como Sonido Top tenían esa idea de la música como algo festivo y colectivo, y sus presentaciones en vivo guardaban un rol esencial en esta idea de fondo.

The Supersónicos, aun con proyectos paralelos de varios de sus integrantes (como el demencial proyecto de covers del cancionero uruguayo hecho por Tito Sónico), siempre cambian y al mismo tiempo son los mismos. Sonido Top, por su parte, bajó la cortina metálica pero volvió a reaparecer con Monkelis (que se presenta mañana en el festival Espectro, en Sarandí 326) manteniendo parte del núcleo de su anterior formación: Santiago Guidotti en guitarra y voces, Eugenio Amen en guitarra y Carolina Zunino en batería, teclado y coros.

Lo primero que llama la atención de Monkelis es la ausencia de bajo. Muchas bandas suelen suplir esta ausencia reduciendo el diálogo de las guitarras, o haciendo que el teclado genere otra textura que cubra estos huecos (el ejemplo más clásico son los teclados de Ray Manzarek en The Doors). Monkelis resolvió este embrollo convirtiendo a la percusión en una suerte de bajo, y esta idea de menos es más calza perfecto con el drum-set de Carolina Zunino, que suele tocar parada, haciendo uso exclusivo de un tom de pie y un redoblante. La ausencia de platillos, además de dotar a la banda de cierta movilidad para montar y desmontar todo rápidamente (esa apariencia de formación vagabunda va muy bien con la imaginería que brinda), extirpa ese sonido brillante y agudo de lo metálico para hacer emerger sólo los graves. Al privilegio de este tipo de sonido le suma una ejecución rítmica, más mántrica que marcial, que termina por llenar ese subsuelo que había quedado con la ausencia de los bajos.

Quizá la esencia del sonido de Monkelis –que podría señalarse como principal diferencia con su anterior encarnación– puede rastrearse en esta condición rítmica y en una referencia que aparece en el mismo nombre del disco: Tensión. La voz, la chancha y los riffs de las guitarras parecen repetirse, pero, a lo largo de la canción, esa misma repetición se percibe como un estiramiento; algo a punto de romperse, o de lanzar un proyectil, tal como sugieren las hondas que los tres esgrimen en la tapa del disco. El ejemplo más claro de esto es “The Square”, en el que se persigue con la batería a un juguetón riff –a lo The Cramps– mientras la voz de Guidotti estira las vocales hasta llegar a punzantes agudos. La repetición, más que resultar monótona o marcar un ritmo constante y maquinal o de carretera, se sobrecalienta (en la parte más intensa de la canción las guitarras se retiran temporalmente, con sólo la batería y la voz repitiendo “I go where you go, I go, I go”) y la canción termina como si el motor interno se hubiese sobrecalentado, o como si el elástico de la honda terminara por vencerse.

Ese estiramiento también puede verse en las guitarras cargadas de vibrato de “Funnel of love”, donde Zunino toma la posta de Wanda Jackson, cantando sin la aspereza originaria, pero con una forma de convicción caprichosa que mantiene en pie el peso del augurio “You just can’t run from the funnel of love / It’s bound to get ya someday” (“no podés escaparte del embudo del amor / te va a garrar algún día”).

Repeticiones y tensiones

La idea de la repetición también se da en el plano lírico, especialmente en el tema “Tremble”, cuya letra está casi construida en espejo entre el miedo que paraliza al protagonista de la historia a la hora de llamar a la persona que ama, y cómo, después de juntar ánimo y cantarle la canción, la voz del otro lado del tubo es la que ahora tiembla y enmudece. Al escuchar este tema uno advierte ciertos detalles que hacen a Guidotti un cantante distinto en el escenario local: su forma de entrar y salir a contrapelo de donde uno podría esperarlo lo acerca a un estilo más de discurso (de esos evangélicos locos) que de mero acompañamiento vocal. En ese sentido, en un formato en el que los ritmos suelen mantenerse firmes, la voz es lo más inesperado y juguetón, como un pájaro que entra a una casa llena de ventanales y no sabe por dónde salir. Por otro lado, a nivel lírico, incluso, hay ciertos elementos que uno identifica como errores, pero que lo dotan de un candor peculiar. El ejemplo más claro de esto es el primer verso en “With wind on the t-shirt / I call you home”, que traduce de forma literal una frase rioplatense (“con viento en la camiseta / te llamo a tu casa”) que no se usa en inglés. Sin acoplarnos a un discurso antiimperialista, siempre generan un poco de tirria las bandas que cantan en inglés, cuando ensayan, desmontan, van a tomar algo, hablan entre ellos y hacen la prueba de sonido en español, pero está en los límites de la traducción, o en los límites de la pronunciación, lo que uno podría encontrar como alternativas a lo que simplemente podría ser una letra escrita con un tercio de las palabras del diccionario personal del compositor.

Entre estos casos que son casi un error pero se convierten en un estilo se puede rastrear el inglés neandertal de Pedro Dalton en Buenos Muchachos, o el protolenguaje de Juan Stoll en Genuflexos, pero también bellas miniocurrencias como la de Guidotti en “Tremble”.

Su voz también se puede adaptar a formatos más clásicos, como en las canciones “Sweet and Short” e “If the World”, que avanzan a un tranco lento de caballo. Son, de alguna manera, los temas que más recuerdan a los de la formación originaria de Sonido Top.

Los cinco temas que dan forma a Tensión son una excelente carta de presentación de un trío que suele enriquecerse en sus conciertos, extendiendo los formatos de lo que es una presentación en vivo (para la tercera edición del ciclo ¿No te gustan las películas de terror? musicalizaron en vivo la película Plan 9 del espacio sideral, de 1959, y, en un reciente toque con Desayuno Continental, convirtieron el evento en una especie de programa de juegos en vivo al mejor estilo de la cadena italiana RAI). Una de las cosas más importantes que puede tener una banda es crear un mundo propio, y Monkelis parece tener una parcela pequeña y fértil entre el pop de peluquería, las canciones románticas de tanos, el rockabilly de los 50, Martha and the Vandellas, los programas de preguntas y respuestas, y los westerns de los sábados de tarde. Es una banda que parece acoplarse a eso que decía Jonathan Richman en “Parties in the USA”: “Hi everybody! I’m from the 60’s / The time of Louie Louie and Little Latin Lupe Lu / And I know we can’t have those times back again / But we can have parties like there were then / We need more parties in the USA / We need more parties in the USA”.

Tensión | Monkelis. Feel de Agua, 2018. Disponible en Soundcloud y Bandcamp.