Guilherme de Alencar Pinto

Foto del artículo 'Lo mejor de las pantallas'

»Roma, de Alfonso Cuarón (2018). Esta obra maestra tiene mucho de Federico Fellini: algo de La dolce vita (1960), en la sucesión episódica de escenas, y algo de Amarcord (1973), en que parece ser una colección de recuerdos del autor ubicada en el lugar y la época de su infancia, que en este caso es México hacia 1971. No hay un énfasis en la subjetividad de ninguno de los niños en particular, pero sí el enfoque infantil, inocente, maravillado, que no arriesga opiniones fuertes, de una serie de eventos, lugares, climas, impresiones. Hay, sobre todo, una visión amorosa de la doméstica y niñera Cleo. Una increíble coreografía de cámara y personajes nos trasmite una visión compleja del vínculo entre Cleo y la familia (una flagrante desigualdad, pero también amor e interdependencia, y algunos paralelismos, sobre todo con la patrona Sofía, que ilustran una condición común de opresión y descuido por la mujer). Tras la capa de distancia, lo vívido de la mirada hace emerger tantas emociones y tan fuertes que ninguna descripción bastaría.

The Ballad of Busters Scruggs.

The Ballad of Busters Scruggs.

» The Ballad of Buster Scruggs, de Joel Coen y Ethan Coen (2018). Es una película-antología, integrada por seis historias separadas ubicadas en el Viejo Oeste. Ese contexto mínimo architransitado por el cine sirve de base para un tributo al acto de contar historias, lo que está puesto de relieve por el hecho de que no hay moralejas. Aquí se trata de conocer personajes y situaciones interesantes y apreciar adónde van a desembocar sus habilidades, deseos, temores. Los tonos de las historias son muy distintos: de la comedia alocada al drama interiorizado y la alegoría. El hilo conductor es la presencia constante de la muerte. La película está realizada con un virtuosismo inaudito en todos los aspectos concebibles, lo que se hace aun más notorio por el hecho de que alude constantemente a convenciones cinematográficas. Está en Netflix.

Agustín Acevedo Kanopa

Foto del artículo 'Lo mejor de las pantallas'

» El proyecto Florida, de Sean Baker (2017). Las películas de Sean Baker suelen traer a personajes que tienen que crearse pequeños oasis de fantasía para poder sobrevivir a la dureza del mundo, aun cuando todo lo que les rodee sea mentira, aun cuando ellos mismos, para poder sostenerlo, terminen cavando su propia fosa. En El proyecto Florida estos oasis se dan tanto en el interior de los personajes como en el exterior: la niña Moonee creando alrededor de los descampados surcados por autopistas de Florida un mundo de fantasías, un conserje tratando de pintar de rosado-torta-de-cumpleaños un complejo de viviendas que dista de ser de ensueño y un montón de otros personajes batallando la vida como en una corrida a ciegas a través de un campo minado. Con un grado de difícil separación entre lo documental y lo ficcional, El proyecto Florida es uno de los más poderosos retratos sociales del Estados Unidos actual y una apuesta redoblada desde la milagrosa Tangerine (2015).

Foto del artículo 'Lo mejor de las pantallas'

» The Square, de Ruben Östlund (2017). ¿A dónde va a parar la dimensión áurea del arte en tiempos en que todo deviene performático? Sobre este vaciamiento en la sobreacumulación del gesto artístico parecería hablar The Square. En vez de responder a esta pregunta, Östlund sigue al director de una galería de arte contemporáneo en un bizarro periplo vital, metiendo en la trama, como por medio de un caballo de Troya, un montón de circunstancias que en la forma de ser filmadas se convierten en performances o instalaciones en sí mismas. Una de las reflexiones más mordaces, brillantes y a la vez amargas que se hayan hecho sobre el estado actual del mundo del arte.

Verano de 1993.

Verano de 1993.

» Verano, 1993, de Carla Simón (2017). El primer verano de orfandad de una niña (que es la misma directora, en una arriesgada jugada autobiográfica) dista de ser un tema alegre, pero Verano, 1993 es, desde todas sus aristas, un film luminoso, incluso sin escatimar el costado tanático -que casi siempre se evita retratar- de la infancia, los intrincados recovecos emocionales de los nuevos tutores de la niña y unos pincelazos impresionistas sobre la paranoia devastadora del sida a comienzo de los 90.

Hold the Dark.

Hold the Dark.

» Hold the Dark, de Jeremy Saulnier (2018). Jeremy Saulnier siempre encontró la vuelta para desmontar el cine de género y volverlo algo mucho más denso y repleto de ribetes existenciales. Blue Ruin (2014) podía ser una película de venganza y Green Room (2016), simplemente una película de asedio (¡con hardcore, skinheads y pitbulls!), pero parecía haber, por debajo de ellas cinco, seis sótanos sucesivos. Hold the Dark es posiblemente la película más densa y devastadora de un director bastante proclive a lo desolador; un film que parecería incorporarse a esa nueva tendencia de un horror que ya dejó de ser psicológico para volverse más auténticamente filosófico. Pocas cosas más oscuras hubo en 2018.

Lucky.

Lucky.

» Lucky, de John Carroll Lynch (2018). Desde el primero hasta el último minuto de Lucky, sabemos que estamos ante la última película de Harry Dean Stanton. Lo sabemos nosotros, lo sabe el director, lo sabe el personaje que él interpreta, lo sabe él mismo. Lucky es un canto de cisne hecho a la altura de aquel gigantesco intérprete que fue (y que durante toda su vida se destacó, casi siempre en roles secundarios): una forma de auténtica despedida, que no sólo dialoga con muchas películas de su filmografía, sino que genera espacio para que el protagonista reflexione sobre la vida –su vida– cuando la muerte ya es como un perro que se ha echado a dormir en su habitación.

Ignacio Alcuri

American Vandal.

American Vandal.

» American Vandal, temporada 2. El mundo de los documentales de investigación criminal se vio sacudido en 2017, cuando dos adolescentes cubrieron el caso de un joven acusado de grafitear penes en los vehículos de todos los profesores de su escuela secundaria. Con muchísimo humor y actuaciones perfectas de perfectos desconocidos, esta parodia conquistó Netflix y motivó una secuela, que llegó un año más tarde. Lejos de repetir la fórmula, la segunda temporada construyó sobre la anterior, y convirtió a los dos jóvenes en estrellas (dentro de la ficción) y trasladó la acción a un colegio privado que se encuentra a merced de un vándalo que hace bromas pesadas con caca. Asquerosamente divertida.

Better Call Saul.

Better Call Saul.

» Better Call Saul, temporada 4. La tragedia griega mejor contada de los últimos años está protagonizada por Jimmy McGill (Bob Odenkirk), un abogado cuyos mayores éxitos aparecen cuando se desvía del estricto camino de la moral y las buenas costumbres. A lo largo de cuatro temporadas, Vince Gilligan y Peter Gould vienen contando su lento y sinuoso descenso al mundo de los trajes baratos y los comerciales de igual valor, y redefinen a cada paso su relación con la abnegada Kim (Rhea Seehorn). La otra mitad de la historia sigue los pasos de Mike (Jonathan Banks), y entre los dos nos terminan llevando hasta los comienzos de Breaking Bad, esa simpática serie que en el futuro se conocerá como “la secuela de Better Call Saul”.

Serie BoJack Horseman.

Serie BoJack Horseman.

» Bojack Horseman, temporada 5. Cada vez que Netflix “vuelca” una nueva tanda de episodios de esta serie animada, uno se pregunta si podrán mantener el altísimo nivel de los anteriores. La respuesta volvió a ser afirmativa. Raphael Bob-Waksberg nos trajo más escenas de la vida de un actor mediocre, que tuvo su fama en los 90 y hoy intenta enderezar su carrera mientras lidia con la depresión y el vacío existencial. Un actor con la voz de Will Arnett y el cuerpo de un caballo antropomorfo, en un mundo en el que los humanos conviven con animales inteligentes y los juegos de palabras están a la orden del día. Sólo por el episodio “Free Churro” sería una de las series del año, pero lo es por muchísimo más.

The Good Place.

The Good Place.

» The Good Place, temporada 3. Después de morir, Eleanor Shellstrop (Kristen Bell) descubrió que uno es recompensado o castigado según cómo se haya portado en vida. También descubrió que muchas cosas no eran lo que parecían y que ese sistema tan justo está plagado de imperfecciones. Con la ayuda de otros tres “condenados”, una supercomputadora y un poderoso ser llamado Michael (Ted Danson) intentan zafar de las llamas eternas o, al menos, ayudar a otros a que lo hagan. En el medio hay risas, lecciones filosóficas y muchísima imaginación. La tercera temporada comenzó floja, pero se recuperó con rapidez (y todavía faltan los últimos tres episodios).

Hilda.

Hilda.

» Hilda, temporada 1. Con la ternura de Studio Ghibli y una mitología inspirada en el folclore escandinavo, llegó una niña de pelo azul a conquistar los corazones de niños y adultos por igual. Nuestra heroína pasó su infancia en contacto con la naturaleza, lo que incluye monstruos de piedra, gigantes misteriosos y duendes fanáticos de la burocracia. Cuando se mude a la gran ciudad y haga nuevos amigos, su espíritu aventurero se mantendrá, además de que la gran ciudad también tendrá criaturas extrañas a la vuelta de cada esquina. Basada en las novelas gráficas de Luke Pearson, tendrá una nueva temporada recién en 2020. Habrá que verla de nuevo varias veces hasta entonces.