Para Pedro Juan –álter ego del cubano Pedro Juan Gutiérrez–, lo mejor es la realidad “al duro”: “La tomas tal como está en la calle. La agarras con las dos manos y, si tienes fuerza, la levantas y la dejas caer sobre la página en blanco. Y ya. Es fácil. Sin retoques”. Así, unos escriben sobre lo que ven, otros para sí mismos, y algunos optan por una literatura autorreflexiva que se construye a medida que es leída. Los personajes pueden deambular por la ciudad perdidos en su desamparo, o resignados al fatal deterioro al que los somete su propia existencia. O bien padecen las expectativas sociales y familiares, la distancia, la pérdida y las formas de la violencia sin lograr comprender el mundo en el que viven y mucho menos comunicarse. Hay otros que apuestan a desentrañar la ciudad, o a descubrir esos territorios adormecidos detrás de la irrelevancia cotidiana.

Estos serán algunos de los temas que se cruzarán en la vertiginosa Feria Internacional del Libro de Buenos Aires (FIL), que tendrá a Montevideo como ciudad invitada de honor. Si bien la FIL comienza mañana, hoy inauguró sus jornadas profesionales, con mesas en el stand uruguayo, el espacio que a lo largo de 20 días se convertirá en el articulador de las letras nacionales, que esta vez se pensarán desde el otro lado del río.

Para Mariana Percovich, directora municipal de Cultura, en Montevideo los viajeros encuentran “la sordidez de Juan Carlos Onetti, la rebeldía de Idea Vilariño, los mundos extraños de Mario Levrero y Felisberto Hernández”, y en sus calles “pueden encontrar el rastro de los versos de Marosa di Giorgio o los de Delmira Agustini, e incluso la memoria terca y orgullosa de los 60, o de la brillante generación del 900”. Entre la resonancia de esta épica, en el primer fin de semana de la FIL Montevideo dedicará sus actividades a la poesía, con una delegación encabezada por Ida Vitale, Silvia Guerra y Tatiana Oroño, junto a poetas y cantautores de distintas generaciones. A lo largo de la feria se cruzarán escritores como Gustavo Espinosa, Mercedes Rosende, Daniel Mella, Dani Umpi y Ercole Lissardi; secciones que contemplan los márgenes de la ficción y la escritura del yo; el periodismo narrativo, como el que desarrollaron María Esther Gilio y Eduardo Galeano; y jornadas dedicadas al arte gráfico y la ilustración.

La programación local se organizará en tres ejes centrales: Poéticas Montevideanas, que contará con una conferencia a cargo de Alicia Torres y Ana Inés Larre Borges, dedicada a las poéticas en pugna de Idea y Marosa; Narrativas Contemporáneas, con una mesa dedicada a las nuevas escrituras (a cargo de Martín Lasalt, Carolina Bello y Ramiro Sanchiz); y una jornada de homenaje a Levrero.

El señor de al lado

El dramaturgo, escritor y periodista Gabriel Peveroni, curador de esta programación, comentó que, al comienzo, se dedicaron a articular los ejes centrales y otros niveles de pertinencia, ya que se apuntó a “visibilizar autores que despiertan cierto interés en Buenos Aires; eso llevó a focalizar en algunos nombres, y se centró en la narrativa contemporánea. Evidentemente, redujo a una parte de la industria del libro que es muy importante, y que tiene que ver con las ciencias sociales, con la no ficción o con la historia local, que no cuentan con un foco específico, a excepción del fútbol”. Sin embargo, también habrá una mesa llamada “Historias de resistencia”, en la que coinciden el drama de la familia Barrett y el anarquismo rioplatense, investigaciones a cargo de Virginia Martínez y Leandro Delgado. Consultado sobre esta inclusión, que no puede dejar de leerse como un gesto político, Peveroni explica que son dos casos importantes a nivel regional, además de que se trata de libros de interés tanto para especialistas como para lectores interesados en el tema, de modo que la historia reciente también se convierte en un punto de “comunicación, de intercambio y de conflicto con Buenos Aires”. “Otro ejemplo es el libro Los niños del reencuentro, del Mume [Museo de la Memoria]”, que documenta el viaje a Uruguay de hijos de exiliados políticos (en diciembre de 1983) y contará con la participación de la historiadora argentina Soledad Lastra; o “la mesa del taller Ex Presar, integrado por ex presos políticos”, en la que participará María Adela Antokoletz, hija de una de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo.

Si bien admite que las ferias en general se piensan como eventos comerciales, Peveroni cree que en esta edición habrá un enfoque muy literario, también motivado por el hecho de que “a la industria le gusta coquetear con el prestigio de la literatura”. “Percovich es el alma de todo esto, y su idea matriz fue pensar en un envío literario. Lo primero que proyectó tuvo que ver con Idea, con Marosa y con la poesía escrita por mujeres, pero también con la dramaturgia, y con zonas que en algunos casos no son tan visibles”, plantea.

Esta apuesta al cruce de creadores o investigadores rioplatenses también se extenderá a otros rubros, como el relato gráfico y la narrativa. En este marco, será la primera vez que Horacio Cavallo y Matías Acosta, autores de Los dorados diminutos (2017), se encuentren en público con Pedro Mairal, el escritor de El gran surubí (2013), novela que decidió homenajear la dupla uruguaya. También se presentará la colección Libros sobre discos, del sello Estuario, en la que participará su director curatorial, Gustavo Verdesio, y el poeta y periodista argentino Martín Pérez.

Ojos de ciudad

“Me hubiera gustado que tres nombres contemporáneos estuvieran presentes”, dice Peveroni. Se refiere a Cristina Peri Rossi, una de los tres poetas que ha editado la prestigiosa editorial española Visor –junto a Vitale y Rafael Courtoisie, presentes en el evento–. “Queríamos homenajearla y subsanar ciertas historias de amores y odios –entre otros sucesos– que vivió con Montevideo, y nosotros, que somos parte de una generación que no tiene nada que ver con eso, queríamos lograr un encuentro que no se dio por motivos de salud. Por eso organizamos una propuesta de lectura por parte de integrantes de la nueva generación: Claudia Magliano, José Arenas y Hoski, quienes dedicarán una hora a homenajearla”. En cuanto a los otros nombres, lamenta la ausencia del dramaturgo Sergio Blanco y la escritora Fernanda Trías, que no pudieron participar por problemas de agenda. “Por suerte sí logramos que participe Lalo Barrubia, que es otro de los grandes nombres”, dice.

“Creo que se realizó una selección bastante compacta, y excepto Ida Vitale o Mario Delgado Aparaín, no hay figuras de grandes trayectorias; sí hay escritores de mediana edad con muy buenas obras, porque la idea era visibilizar estas nuevas generaciones. Pero eso también fue complejo, porque en su momento, cuando la FIL publicó a los visitantes extranjeros omitió a todos los uruguayos. Tiene que ver con que esa es la industria”, plantea, y cuenta que después sumaron a Vitale y Barrubia.

Al evaluar el proceso, lo vincula con ciertas políticas culturales que generó la Intendencia de Montevideo, al propiciar “un movimiento interesante, con un sector que estaba un tanto desprotegido o al margen de ciertas iniciativas que apuntalaran tanto a los autores como a las editoriales independientes y a la producción de conocimiento. Creo que ahí existían algunos debes, y este movimiento visibilizará a muchos creadores, al menos por un rato. Y esto ya me parece un hecho importante”.

Otros vuelos

El dirigible (1994), dirigida por Pablo Dotta, comienza con un disparo, la célebre foto de Baltasar Brum antes del suicidio, el paso del zeppelin por Montevideo (en 1934) y una entrevista a Onetti en su cama. Esta serie de recortes son acompasados por la musicalidad vibrante de Fernando Cabrera y el ojo perturbador de Onetti en primer plano. Por medio de diversas locaciones y fotografías, la película cuestiona la identidad uruguaya de los 90, recreando un pasado y dejando en evidencia la falta de una memoria visual uruguaya. En sintonía con este retrato, el programa de la feria incluye una mesa en la que se presentarán Álvaro Buela (Una forma de bailar, Alma mater, La deriva) y Dotta, dos realizadores que, según Peveroni, trazan “una lectura muy interesante de Montevideo a nivel de fotografía y narrativa visual”.

En lo que tiene que ver con las narrativas vinculadas a la ciudad, se eligieron las propuestas de Hoski, Arenas, Camila Guillot –“que no es estrictamente Montevideo sino Ciudad de la Costa– y Mariana Figueroa. “Al enfatizar lo contemporáneo dejamos un poco de lado la tradición, aunque esté presente en la mesa que se dedicará a La tregua [Mario Benedetti], a Galeano, y en el festival de cine se incluyó el corto La raya amarilla, de Carlos Maggi”. Entre las nuevas lecturas a las que se enfrentó, Peveroni descubrió la lograda narrativa de Anderssen Banchero, al que dedicó un homenaje: “Tuve la fortuna de no haber leído a Banchero hasta el año pasado, cuando descubrí que era un narrador increíble, y el golpe más fuerte justo coincidió con todo esto. Comprobé que si no está en el primer o segundo puesto, sí está entre los mejores narradores montevideanos del siglo XX”.

En esa mesa participarán Gabriel Sosa –que reeditó su obra por medio de Irrupciones– y Mercedes Estramil, quien “escribió una de las mejores novelas que leí en los últimos años [Washed Tombs], y que además presenta puntos de contacto con Banchero, ya que ambos narran aspectos que no se suelen abordar y lo hacen de un modo muy naturalizado, centrado en los bordes, los márgenes. Porque Banchero habla mucho de las pensiones y el barrio, pero de un modo muy honesto y, tal vez, más luminoso que otros. Y de esta manera tampoco se dejó de lado la ciudad y el realismo. Aunque a algunos tal vez les genere perplejidad, no elegimos ni a Onetti ni a Benedetti, sino a Banchero”.

Pantallazo

Cada tarde, a las 17.00, el stand de Montevideo comenzará sus actividades con proyecciones de obras audiovisuales: entre los trabajos dedicados a Marosa y Alfredo Fressia se encuentran cortometrajes, como La raya amarilla, de Carlos Maggi; largometrajes de investigación; ficciones y documentales literarios como Jamás leí a Onetti, de Pablo Dotta (2009), o El proyecto de Beti y el Hombre Árbol, de Álvaro Buela (2013).