En 1991, Rosario Peyrou decía que, en la literatura uruguaya, Rafael Courtoisie era un caso de “rara precocidad” y de reconocimiento poco frecuente. Así comenzaba su prólogo al libro de cuentos El mar rojo, en referencia a la particularidad de que, con sólo 18 años, Courtoisie hubiera publicado su primer poemario, Contrabando de auroras (1977), en el que ya sugería una potente voz poética. Y en ese entonces la crítica ya consignaba la inusual distinción que había rodeado a Courtoisie, ya que la tríada conformada por Tiro de gracia (1981), Tarea (1983) y Orden de cosas (1986) se había quedado con todos los galardones importantes del país.

Ahora, 27 años después, el poeta, narrador y ensayista uruguayo continúa ganando destacadísimos premios, que se suman al Plural de poesía de México, recibido en 1991 de manos de Juan Gelman; al Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe –uno de los reconocimientos más importantes de Iberoamérica– que, con Octavio Paz como presidente del jurado, obtuvo en 1996, y que significó la publicación del libro Estado sólido en Visor, una de las editoriales más consagradas; al Casa de América, obtenido en 2014 por su poemario Parranda, de ese año (también editado por Visor); además de diversos premios nacionales y reconocimientos a su trayectoria.

Este fin de semana, Courtoisie volvió a ser noticia cuando se anunció que el valenciano Jaime Siles había ganado el XXVIII Premio Internacional de Poesía Jaime Gil de Biedma, que se organiza cada año en Segovia, y que el autor uruguayo se había quedado con el accésit. Siles, que cuenta con una larga trayectoria como catedrático en Filosofía Clásica y lleva publicadas más de 35 obras, presentó un poemario titulado Galería de rara antigüedad, con el que se llevó los 10.000 euros del galardón. Courtoisie, por su parte, se presentó con la obra Antología invisible, que, junto con el título ganador, será editada en Visor, además de obtener los 3.000 euros del accésit. El autor dijo a la diaria que este tipo de reconocimientos se convierte en un modo más de comunicarse, ya que el arte siempre es “una celebración que apuesta a la realización humana”.

Un mundo propio

Tanto en narrativa como en poesía, Courtoisie explora distintas variantes de la ironía, del humor y de una lograda rigurosidad, entre un amplísimo abanico de temas, que, en un breve lapso, puede abarcar a obras tan distintas como su primera novela, Vida de perro (1997), en la que se propone contar la historia de la humanidad a través de quienes han estado al lado de los perros (Jesús, Sócrates, Napoleón), el libro de cuentos Cadáveres exquisitos (1995) o el poemario que lo hizo conocido en España, Estado sólido (1996), por el que Octavio Paz destacó su gran precisión y su “sorprendente libertad en el manejo del lenguaje”.

En más de una ocasión Courtoisie ha señalado que cada vez que se premia la poesía se “está recordando al mundo que hay un modo muy antiguo, pero muy eficaz, de estar en el mundo, que es el disfrute, la contemplación, donde uno nombra al mundo para saborearlo”. Para él, hoy, el mayor desafío de los poetas es sostener una comunicación poética abierta, que sea capaz de producir una poesía profunda, pero que, a su vez, “pueda ser entendida en la calle”: “Ese dilema se soluciona entendiendo que hay una poesía viva que llega a muchísima gente, no necesariamente a través de los libros”.

Está convencido de que la poesía implica una ética y un compromiso con la realidad, y si bien pueden cambiar los formatos, cree que el libro de poesía sobrevivirá por contar con las características propias de un objeto de arte. En ese sentido, plantea que el libro “es un objeto de arte íntimo, personal, y a la vez colectivo. Esa relación va a seguir viva durante mucho tiempo”.

Convencido, como el narrador de El ombligo del cielo (2014), de que lo que cuenta es el proceso: “No sé por qué, o sí, sí sé por qué, me puse triste, muy triste, pensé de pronto que nada tenía sentido, que toda búsqueda es absurda si se arriba al final, que lo que importa, siempre, más allá de toda meta, más allá de todo puerto [...], es el viaje. El viaje es lo que importa [...] la búsqueda es el hallazgo”.