39 escritores, 39 relatos. O también: 14 países, 15 ediciones. La antología Bogotá 39, que reúne relatos de quienes participaron el año pasado en el Hay Festival Bogotá 39, es publicada en forma coordinada por diferentes editoriales independientes del continente. Hoy a las 19.30, en la Fundación Mario Benedetti (Joaquín de Salterain 1293), se presenta la versión uruguaya, a cargo del sello Estuario. Hablarán, además de la crítica Alicia Torres, tres de los escritores seleccionados: el colombiano Felipe Restrepo, director de la revista mexicano-colombiana Gatopardo, que también participará en el Encuentro de Escrituras que se lanza esta semana en Maldonado, y los uruguayos Valentín Trujillo y Damián González Bertolino.

Este último participa con “Tapón / 1981”, un relato centrado en la primera infancia, por así decirlo, y con una fuerte impronta autobiográfica. “Es un fragmento de un libro inédito titulado El origen de las palabras. Y en efecto, no es una novela, sino un libro de memorias, por lo que las personas nombradas se corresponden con las personas así llamadas en la realidad. La mujer protagonista del relato es mi propia madre, y esa historia ocurrió realmente así en Nuevo París y ella me salvó la vida a poco de morirme”, dice el escritor. Crudo, inquietante, el relato de Damián González posiblemente haya sido uno de los que estuvieron en el pensamiento de la crítica colombiana Margarita Valencia cuando preparaba el prólogo de Bogotá 39: “Podemos dar cuenta de la aparición de un nuevo realismo más descarnado, más afilado, que aborda lo social y lo doméstico sin ningún tabú, y con un lenguaje que no teme ser cáustico, implacable, duro”, dice la encargada de seleccionar a los autores y sus textos.

Valencia también da cuenta de otros fenómenos registrables en la selección: “el ingreso de lo virtual a la literatura y la desaparición de la escritura como preocupación de los escritores, la franca desintegración de las fronteras entre la ficción y la no ficción” y “la osada exploración de nuevas formas de escribir que se acogen a las formas tradicionales o las subvierten con la misma pericia”. Las voces reunidas en 2017 difieren de las convocadas diez años antes, en el primer Bogotá 39, según la antóloga: “Estos 39 escritores no son tan jóvenes como sus antecesores: si en 2007 teníamos muchas promesas (uno o dos libros, pocas traducciones, ingresos recientes a los catálogos de las grandes editoriales), ahora tenemos una generación de escritores firmemente arraigados en todo el mundo. De los 39, 25 tienen agente literario; 13 han sido traducidos; algunos escriben en lenguas diferentes al español; varios han sido publicados en países diferentes de su país natal y muchos publican indistintamente en grandes editoriales o en sellos independientes, señal de que han retomado el control de sus carreras literarias”.

A su vez, el panorama editorial cambió. En 2007 se podía hablar de una “balcanización” como estrategia de los grandes sellos multinacionales, con la toma de decisiones concentrada en España y la política de publicar en cada país fundamentalmente a los escritores locales, con pocos elegidos para cruzar fronteras nacionales. Entonces, la antología de aquel primer Bogotá 39 fue publicada por Ediciones B. Esta vez, en cambio, son 13 ediciones a cargo de editoriales independientes de distintos países, más una edición digital a cargo de la Biblioteca Nacional de Colombia y una edición en inglés, en un reconocimento a la llegada local de los pequeños sellos.

“Creo que uno de los efectos más interesantes de la primera convocatoria fue la creación de lazos entre los escritores latinoamericanos jóvenes, que hace diez años no se leían mucho entre sí. Esta hermandad generacional es una fuerza poderosa en el mundo literario y en el mundo editorial, que se mueve más gracias a las corrientes subterráneas de la complicidad que por decisiones empresariales. Las grandes editoriales tienen la capacidad de difundir a unos pocos autores en un territorio muy extenso mediante una operación de divulgación y mercadeo costosa y compleja. Las editoriales pequeñas se concentran en un área más pequeña y un nicho de lectores específico, conocido. Al sumar varias editoriales independientes se buscó cubrir un territorio amplísimo con el impacto que suelen tener las editoriales independientes entre su grupo de lectores ya establecido”, dijo Valencia a la diaria.

El volumen, además de los relatos de González Bertolino, Trujillo y Restrepo, incluye textos de los cubanos Carlos Manuel Álvarez, el dominicano Frank Báez, las brasileñas Natalia Borges Polesso y Mariana Torres, los colombianos Giuseppe Caputo, Juan Sebastián Cárdenas, Juan Esteban Constaín, Cristian Romero y Daniel Ferreira, los ecuatorianos Mauro Javier Cárdenas y Mónica Ojeda, los peruanos María José Caro, Claudia Ulloa y Juan Manuel Robles, los argentinos Luciana Sousa, Martín Felipe Castagnet, Lola Copacabana, Mauro Libertella y Samanta Schweblin, la boliviana Liliana Colanzi, los chilenos Gonzalo Eltesch, Eduardo Plaza, Diego Zúñiga y Juan Pablo Roncone, el costarricense Carlos Fonseca Suárez, el portorriqueño Sergio Gutiérrez Negrón, los mexicanos Eduardo Rabasa, Daniel Saldaña París, Emiliano Monge, Gabriela Jauregui, Laia Jufresa, Brenda Lozano y Valeria Luiselli, el guatemalteco Alan Mills, y el venezolano Jesús Miguel Soto.