Netflix parece tener una política diferente para sus películas originales que para sus series. En los largometrajes se impone el “¿Hollywood rechazó tu guion? Aquí tenemos 100 millones de dólares para que lo produzcas con nosotros”, y esa política le ha significado más malas que buenas a la hora de la crítica. En cuanto al público, nunca lo sabremos, ya que la información acerca de sus clics es un misterio tan grande como conocer al verdadero asesino de Kathleen Peterson (¿en serio todavía no vieron The Staircase? Háganse 13 horas libres, por favor).

Con respecto a las series, parece que el servicio de streaming busca seducir a los talentos antes de que creen el material, ofreciéndoles sumas millonarias por la exclusividad de sus futuros proyectos. Así ocurrió con Ryan Murphy (Glee, American Horror Story), quien firmó un contrato de cinco años y 300 millones de dólares. Algo similar pasó con Shonda Rhimes (Grey’s Anatomy, Scandal) y Jerry Seinfeld (Seinfeld [duh], Comedians in Cars Getting Coffee).

Por último, Netflix compró el sello editorial Millarworld, utilizado por el guionista Mark Millar para editar sus historietas, con la promesa de que los nuevos títulos serán adaptados para la televisión.Esto no le traerá inconvenientes al escocés, que desde hace años parece pensar sus cómics como storyboards previos a vender los derechos por un pastón. Ya lo hizo con Wanted, Kick-Ass y Kingsman: El servicio secreto.

Sin tanta alharaca, sin contratos de exclusividad pero seguramente con unos cuantos bolsos llenos de dinero arrojados sobre el muro de su mansión, Matt Groening también decidió sumarse a la gran N. En 2016, tres años después del final de su aventura anterior, Futurama, se anunció que existían “conversaciones” para el desarrollo de una serie animada. La confirmación llegaría en julio del año pasado: Disenchantment (traducida como [Des]encanto solamente para complicarme la vida con los paréntesis) constaría de al menos dos temporadas de diez episodios cada una. La primera tanda está disponible desde hace poquitos días.

Groening no tiene lo que se dice un amplio portfolio de creaciones televisivas, pero a esa falta de cantidad la suple con un exceso de calidad que (como veremos) podría jugarle en contra. Es, por supuesto, el creador de Los Simpson, serie fundamental en la historia de la animación y la televisión de los últimos 30 años. Las andanzas de la “típica familia estadounidense” conquistaron al gran público, tuvieron varias temporadas de excelencia y pese a que están lejos de su mejor momento, continúan entreteniendo desde 1989.

Cuando estaba en la cresta de la ola, hace unos 20 años, Matt podía hacer lo que quisiera. Y quiso escribir una carta de amor a la ciencia ficción, también en forma de serie animada. Nacía Futurama, que tuvo uno de sus tantos debuts en 1999 y soportó cancelaciones y cambios de cadena durante sus 140 muy disfrutables episodios. Los Simpson llevan 639 y quizás por ello muchos fanáticos prefieren a Fry, Bender y Leela antes que a Homero, Marge, Bart, Lisa y Maggie (por suerte nadie nos obliga a elegir uno solo, excepto alguna encuesta como las de Sábado Show).

Si aquella vez dio un salto desde el presente en Springfield hacia el año 2999 en Nueva Nueva York, ahora la máquina del tiempo se dirige hacia atrás y un poco hacia el costado, para contar historias ambientadas en un mundo medieval con toques de fantasía, que remite a (y se alimenta de) creaciones de JRR Tolkien, George RR Martin y “otrros” (con doble erre, por supuesto).

Disenchantment

Disenchantment

La protagonista de esta historia es una princesa, aunque no la típica de las historias. Acorde a los saludables tiempos que corren y al humor de sus creadores, Bean es al mismo tiempo independiente e irresponsable, intrépida y crédula. La rebeldía frente a su padre, el rey de Dreamland, será el principal motor de sus correrías.

Esta joven está en una edad en la que muchos todavía están forjando su personalidad y por momento parece que tuvieran un diablillo en un hombro y su contrapartida en el otro, diciéndoles lo que tienen que hacer. Claro que en esta historia ocurre de manera literal, ya que son inseparables compañeros el demonio Luci y el elfo... Elfo (su nombre es más gracioso en inglés).

Luci parece ser la continuación de Bart y Bender, siempre dispuesto a dar los peores consejos a su propietaria, con un oscuro plan de fondo que apenas empieza a vislumbrarse en los últimos capítulos. El elfo, por el contrario, viene de un mágico mundo de color y es víctima de su propia inocencia, así como del amor que siente por Bean.

Más allá de que cada capítulo de alrededor de media hora cuenta una historia, esta tanda de episodios tiene un claro desarrollo argumental centrado en la princesa Bean, que hace menos interesante, por ejemplo, el ejercicio de verlos fuera de orden. Esto no ocurría con la familia Simpson, y la tripulación de Planet Express apenas si estaba marcada por el lento desarrollo de la relación entre Leela y Fry.

Eran otras épocas y Groening sabe perfectamente qué clase de televidente está suscripto a Netflix. Así que no teme tomarse dos o tres episodios para que uno entienda la mecánica de la serie; si se tratará de una princesa fugitiva, del monstruo de la semana o del misterio de la sangre de elfo. Es todo eso, pero primero es Bean aceptando que su personalidad está marcada por lo ocurrido con su madre y por haber sido criada por su padre.

Las comparaciones son odiosas y (Des)encanto podría ser víctima de ellas, siendo el tercer hermano en entrar al colegio después de que los dos mayores obtuvieran calificaciones excelentes en el boletín. Que no llegue al nivel de la cuarta temporada de Los Simpson o al episodio de Futurama con el perrito que esperaba a Fry en la vereda no la convierte en Poochie: no queremos que esta serie muera en el camino de vuelta a su planeta.

En cuanto a los aspectos técnicos, continúa con el diseño de personajes al mejor estilo groenigueano (¿groeniguista?), aunque por momentos parece que hubiera una animación de personajes más clásica y una más fluida, a veces en la misma escena. El trabajo de los actores de doblaje es irreprochable, al menos en su idioma original.

Si eliminamos pretensiones imposibles, disfrutamos el ritmo en el que se desarrolla el “cuento” y estamos atentos a algunos chistes que ocurren en segundo y tercer plano, podremos disfrutar de esta serie e incluso volver a ver estos diez episodios cuando lleguen los siguientes.

Inspiraciones, recomendaciones y revelaciones

El lanzamiento de una nueva serie de televisión trae aparejado uno de los eventos menos deseados tanto para actores como para creadores no tan mediáticos: la ruedita de prensa. En esta oportunidad el gancho vendedor (y Netflix lo sabía al poner el dinero sobre la mesa) era Matt Groening, así que el creador de tantos personajes de ojos saltones se hizo presente en el programa Late Night with Seth Meyers en una de sus (relativamente) pocas apariciones públicas.

Allí habló acerca de las influencias que contribuyeron al nacimiento de esta nueva producción. “Hay algo acerca del género fantástico: las cosas no son lo que parecen ser. Y de eso se trata todo este programa”.

“Yo crecí con toda clase de fantasías, con las que todos crecimos. El mago de Oz, Alicia en el País de las Maravillas y todo eso. Y ahora, en la actualidad, hay películas fantásticas como las de Stephen Chow en China o SS Rajamouli, que hizo un gran film que recomiendo, llamado Magadheera. Vayan y vean Magadheera".

En Netflix están disponibles las películas Kung-fusión, Shaolin Soccer y Las travesuras de una sirena, de Chow, y Baahubali: El comienzo y Baahubali 2: La conclusión, de Rajamouli. Dice Matt que vayan y las vean.

Seth Meyers se asombró de que, después de tantos años, Groening siguiera inspirándose en el trabajo de otros. Su entrevistado respondió inspirándose en las palabras de alguien más. “James L Brooks, productor ejecutivo de Los Simpson, dice: ‘Si robás de una película en blanco y negro, es un homenaje’”.

Con respecto a Des(encanto), reveló: “Elfo está basado en el primer personaje que dibujé cuando aprendí a dibujar con mi estilo: una nariz pequeña, una enorme y trágica sobremordida y ojos tan grandes que aprietan el cerebro”.

“Estaba en sexto año cuando me di cuenta de que nunca más dibujaría en otro estilo que no fuera este. Y fue genial. Es el estilo con que todos ustedes están familiarizados, el de los ojos grandes y la sobremordida”.

A partir de eso, creó a uno de los protagonistas de la serie. “Todo lo que hice fue extender la nariz hacia abajo y darle dos orificios nasales para hacerlo original. Luego, orejas puntiagudas y listo, un elfo. Como está enamorado de la princesa pero es pequeño y parece un niño, le agregué patillas. Así no es ‘tan’ perturbador”.

Por último, se atrevió a revelar el secreto de la animación: “El secreto es crear un personaje que sea reconocible e icónico. Y para hacerlo, el personaje tiene que ser reconocible en silueta”.