Ya más de 15.000 personas les dieron clic a temas como “Mal de la cabeza” y “Perkins” en Spotify, donde hace pocas semanas apareció oficialmente Terraja, el segundo y –hasta el momento– último disco de El Peyote Asesino, que está cumpliendo 20 años. En el marco de este aniversario, además del relanzamiento en forma digital, la banda planea una reedición en CD y también en doble vinilo. Para este formato tuvieron que hurgar en busca de las cintas originales, que estaban perdidas, y al encontrarlas se toparon con un tema que estaba listo y no había sido incluido en Terraja: “Lo que querés” –que seguramente sea incluido como bonus track de la reedición en CD–. Ese nuevo viejo tema será uno de los tantos que sonarán el jueves 20 en Sala del Museo, donde El Peyote hará de las suyas a las 21.00. Mientras se preparan para el toque, Juan Campodónico, Fernando Santullo y Carlos Casacuberta arman canciones nuevas, que verán la luz en un próximo disco que aún está lejos de tener fecha de salida. la diaria interrumpió la vorágine de ensayos y sesiones de composición para charlar con los tres sobre lo viejo, lo nuevo y lo políticamente correcto.

Ustedes han seguido haciendo música en sus respectivos proyectos solistas, pero con El Peyote, en los últimos 20 años apenas sacaron un tema nuevo, “Bailando samba”, el año pasado. ¿Por qué?

Fernando Santullo (FS): –Porque en los anteriores 19 no nos propusimos componer. No teníamos más planes que ir haciendo los shows que nos daban ganas de hacer. Y en un momento, después de los toques en el Teatro de Verano en 2016, quedó plantada la semilla de si podríamos empezar a componer y ver qué pasa. El año pasado, cuando sacamos “Bailando samba”, fue la primera vez, después de un período de un año de estar toqueteando ideas. Pero recién ahora nos lo planteamos colectivamente, y componer dejó de ser una posibilidad y pasó a ser una tarea. Los proyectos que cada uno tiene por separado son mucho más fáciles, porque no precisan de esa dinámica de grupo, son una cosa más de entrecasa. Si me preguntás cuánto tardamos desde que nos propusimos componer hasta que empezamos: un año y medio.

O sea que a ninguno se le ocurre decir “tengo un tema terminado, puede ir para El Peyote”.

FS: –No, no funciona así. En nuestro caso, todas las ideas que cada uno tiene para sus trabajos solistas quedan ahí.

Juan Campodónico (JC): –El Peyote tiene una lógica muy distinta de la de los otros proyectos en los que estamos involucrados. Por ejemplo, de repente Santullo [el proyecto] está más ligado a la personalidad de él. Y en El Peyote, obviamente, hay un sonido y un trabajo que dependen del grupo pero también tienen unas características particulares: es bastante histriónico y expresivo, en el sentido de que es escénico. O sea, las canciones son como escenas de una película donde se dicen cosas. Es muy caprichoso, tiene un pegote de cosas y de ideas, y todo ese caos aparente tiene una lógica que hace que una canción de El Peyote tenga un estilo y sea reconocible. Y también hace que eso lo podamos montar un poco entre todos.

“Bailando samba” dista del estilo de Terraja; musicalmente es más tranquilo.

FS: –No tiene guitarras distorsionadas, pero ¿eso a esta altura del partido es tranquilidad?

JC: –Mucha gente dice que El Peyote es un grupo de hip hop, parcialmente... Otros, que es un grupo de rock, parcialmente... Otros piensan que es un grupo de metal pesado... Es una mezcla. Esa amplitud musical es parte del cóctel.

FS: –“Bailando samba”, por ejemplo, para mí refleja una parte mas aggiornada de la zona hiphopera de Peyote. Pero no quiere decir que vamos a hacer un disco con 14 canciones así.

En la letra no está la provocación más directa de Terraja.

FS: –Hay algunas letras de Peyote que tampoco provocan. Y aparte, otra cosa: ¿por qué yo debería buscar la provocación directa si en este momento no tengo ganas? ¿Tengo que ir a buscar a quien yo fui para hacer una letra? Ni en pedo. Prefiero rascar inventos ahora, y ver. Además, nadie sabe realmente cómo van a ser esas letras, porque estamos justo en ese proceso, las estamos componiendo. Seguramente no tengan esa provocación de cuando todos teníamos 25 años, pero tampoco en aquel entonces era una cosa súper programática de decir “queremos ir a provocar”, sino que era algo que aparecía.

“Bailando samba” tiene el acting de vos y Juan al principio del tema.

FS: –Eso sí es súper peyotero, porque siempre tuvimos esa idea de parodiar el gangsta [estilo de hip hop] y todo eso que los tipos decían: “Hijo de puta”, y que se cagaban a tiros. Lo nuestro era: “Bo, ¿quién va a comprar los bizcochos?”. Por eso “Bailando samba” arranca así, con esa conversación: “Acá hubo gente que se rompió el culo”.

Después de 20 años, ¿no sienten una presión enorme al componer?

FS: –No, al revés: nadie espera nada, todo el mundo te da por muerto desde hace años.

Pero va a existir la comparación de lo nuevo con lo viejo, como yo acabo de hacer.

FS: –Pero es que no hay nada que pueda hacer al respecto. Yo no puedo ir casa por casa, como si fuera un testigo de Jehová, explicándole a la gente cómo es el disco...

JC: –Pensá que cuando salió El Peyote, como era una cosa muy provocadora, había muchísima gente a la que no le gustaba fervientemente, que venía y te decía: “¿Por qué no cambian al cantante? No sabe cantar, sólo rapea, el rap no es música”. Siempre molestó El Peyote.

FS: –Y pasaba también en el propio ambiente rockero. Para muchos rockeros El Peyote era una especie de traición porque no le cantábamos a la grisura, y, sin embargo, toda esa música fue una influencia. Lo que había en El Peyote era una intención distinta, que la mayor parte del tiempo no era agradar sino llegar hasta donde queríamos. Había cosas de las letras que Carlos [Casacuberta] me decía que no podíamos cantar.

“Dejate en paz ese pito”.

Carlos Casacuberta (CC): –A mí esa parte siempre me generó cierta incomodidad, porque es mi pito; pero bueno, la acepté.

JC: –Pero también hay algo en El Peyote más allá de las letras en abstracto: es cómo estás cantando, el contexto y el sonido. Hay cosas que son un capricho letrístico solamente para lograr una intensidad.

FS: –El ejemplo de Claldy es perfecto. En el momento en el que tema [“Perkins”] explota, el tipo dice: “Cuando yo digo yogur / estoy hablando de Claldy”. ¿Qué estás reivindicando? Un yogur de litro... No es la gran reivindicación.

Ya que estamos en los 20 años de Terraja, y que está disponible oficialmente en Spotify y hay planes para reeditarlo, ¿cómo ven las letras? Porque, en los tiempos políticamente correctos que corren, alguien les podría criticar más de una.

JC: –Nos pasaba hace 20 años. Todas nuestras madres se quejaban de las letras de El Peyote.

FS: –“Fernandito, ¿por qué estas escribiendo esas cosas?”.

JC: –El exceso de corrección política y literalidad que vivimos afecta a El Peyote pero no más que en aquel momento, porque ya estaba muy pasado de rosca.

CC: –Para serte franco, yo nunca he sentido gente que venga y exprese esa preocupación, que nos diga: “Che, en ‘Criminal’ están diciendo ‘ser sólo otro cuerpo muerto’, ¿qué quiere decir eso?”. De nuestro disco nadie dijo nada.

“Tengo algo peor que el síndrome de Down” [verso de “Mal de la cabeza”].

JC: –Si vos no lo ponés en el contexto de El Peyote, tendrías que interpretar que cuando decimos “tengo una bala y puede ser para vos” [“Guacho”], nosotros somos personas violentas que andan armadas. Pero en realidad somos personas extremadamente pacíficas, humanistas, que hacemos yoga y cosas así. Estamos haciendo un género y es un montaje escénico que describe una atmósfera. No quiere decir que nosotros sostengamos todo eso como personas. El que entra en la lógica de El Peyote se da cuenta de que cuando nos estamos riendo de Stephen Hawking [“Como el bueno de Stephen Hawking / sé que tengo mi vida arreglada, / y aunque él tiene ruedas, eso no le sirve para nada / ya que nunca la tiene parada”], una de las mentes más brillantes del siglo, estamos haciendo humor en ese micromomento, y es parte del lenguaje de lo que estamos poniendo arriba de la mesa. Y también era forzar el límite: “A ver qué cosa más desagradable podemos decir en este tema”.

FS: –“A tu reputísima madre ensartada en una boya” [“Perkins”].

CC: –La ironía tiene justamente eso, la persona que te escucha tiene que saber que vos te estás disociando por completo de lo que estás diciendo y que eso no te está representando; si no, no la agarra...

FS: –La ironía... Nadie nunca va a editar un libro con las letras de El Peyote, porque cumplen una función en el contexto de la canción; no es poesía.

CC: –El que va cantando “Mal de la cabeza” es un tipo absolutamente alienado, que se sube a un bondi, se empieza a pelear con el guarda y una vieja le saca el asiento. Entonces, esa persona alienada dice: “Yo no soy mejor que Charlie Brown, / tengo algo peor que el síndrome de Down”, pero ya está metida en ese mundo mental. Esa idea de que la canción expresa tu intimidad e individualidad no está en El Peyote. La canción es una puesta en escena, un elemento que se pinta y se despliega como una película.

JC: –Es como si le saltaras a Al Pacino porque es tremendo gángster...

FS: –También hace de ciego, y te juro que ve.

Con la reedición de Terraja, hasta en vinilo, ¿no tienen miedo de que alguien les diga que están robando la plata con el mismo disco desde hace 20 años?

FS: –Todo el tiempo me lo dicen, así que no me voy a poner nervioso ahora.

En el tema inédito que van a estrenar en Sala del Museo, “Lo que querés”, ¿con quién se meten?

FS: –Con nadie. En realidad, cita cosas. Es una de esas letras en la que todo es negro. “La muerte es más fuerte que todas las ganas de verte, / mejor que nunca despierte”, termina diciendo... No se mete con nadie pero es como para cortarse los huevos. Es una canción oscura, no es de las felices de El Peyote, aunque tiene un estribillo enjundioso.

CC: –Está sacado de otra canción, de “Cama biónica”.

FS: –Claro, cita un trozo de “Cama biónica” y arma un estribillo con eso.

Se roban a ustedes mismos.

FS: –No se llama robo, sino autohomenaje.

JC: –Eso se llama estilo.