En este bendito país hay tres millones –y medio– de directores técnicos y de libros sobre fútbol. Los textos peloteros florecieron en las librerías, como nunca, luego del cuarto puesto de Uruguay en el Mundial de Sudáfrica 2010. Hay para todos los gustos y camisetas. Sobre la era de Óscar Washington Tabárez como director técnico de la selección –que no terminó–, sobre las carreras de Edinson Cavani y Luis Suárez –que tampoco se acabaron– y hasta sobre un tal Iván, el hincha celeste de Islas Feroe... En fin, de todo, en su mayoría libros sobre personajes o temas que rompen los ojos. Pero, entre tanto bullicio tribunero, faltaba un texto como Beckham nunca conoció Durazno (y otras historias insólitas del fútbol uruguayo), de Miguel Méndez. Justamente, porque –como lo indica su subtítulo– elude lo obvio y se mete en lo insólito, raro, inaudito, extraño y bizarro –un famoso comentarista seguiría tirando sinónimos– para armar un interesante compendio de anécdotas –y algo más– de nuestro fútbol.

La solapa del libro nos informa que Méndez nació en 1990 en Montevideo, pero creció en Salto, donde vive actualmente. Estudió Ciencias de la Comunicación y dirigió el portal Aguanten Che (2012-2014), entre otros trabajos relacionados con el periodismo y el fútbol. En ese portal había una sección titulada “El día que”, en la que aparecieron varias de las historias que se desarrollan a lo largo de las 200 páginas de este libro, que está escrito de forma muy amena, ágil y descontracturada, lo que incluye algunas vueltas de tuerca narrativas que funcionan como pequeños chistecitos. Gracias a esto, el libro se puede leer de un tirón en una tarde de domingo con resaca y sin fútbol.

Pero, más allá de cómo están contadas, la mayoría de las historias son más que interesantes. Lo insólito no pasa por cuestiones meramente cuantitativas, como récords, hipergoleadas, zancadillas al reglamento y la mar en la estadística, sino que sobresalen por ser cualitativamente raras o curiosas. Por ejemplo, una historia de 1979, cuando Rentistas compró al jugador Daniel Allende, de Central Español, por 550 costillas de carne, porque había buenas intenciones pero no plata. U otra de 1954, cuando Deportivo La Coruña jugó en el Campeonato Uruguayo. O la historia del lejano 1971, cuando la sanducera Claudina Vidal fue la primera mujer en fichar por un club de fútbol masculino.

Para contar las historias el autor recopiló información de diarios y revistas de época y de una docena de libros –que no son los dedicados a Tabárez, Suárez y compañía–, que están debidamente citados y resultan un buen incentivo si queremos profundizar. Por ejemplo, Historia de Peñarol, de Luciano Álvarez (Aguilar, 2004) e Historia de Nacional (Aguilar, 2010), de Andrés Reyes. El buen uso del archivo logra que hechos harto conocidos para cualquier futbolero medio, como el polémico gol de Juan Ramón Carrasco a Defensor, en 1997, o el igualmente polémico uso del shot gol y la tarjeta azul en un clásico de 1996, se vean profundizados gracias a algún testimonio o información que seguramente no recordábamos o nunca supimos.

Seguramente, los fanáticos del fútbol que peinan canas o ya son pelados sabrán con lujo de detalles muchas de las historias, pero quienes somos de la generación del autor disfrutamos entusiasmados con anécdotas conocidas pero que, por una simple cuestión de edad, en su momento no las vivimos con uso de razón como para leerlas en los diarios. Como el breve pero intenso paso del jugador brasileño –y mundialista– Paulo Silas por Central Español, gracias a los famosos pases puente, en 1990, así como el también breve e igual de intenso paso del temperamental bosnio Ljupko Petrović como director técnico de Peñarol, dos años después.

Pero, sin dudas, los más jóvenes y que además de futboleros son gamers disfrutarán particularmente del capítulo que cuenta los entretelones de la aparición del ignoto jugador Claudio Elías en el videojuego FIFA 98, nada menos que con la camiseta 10 de la selección uruguaya, cuando en la vida real apenas había jugado algún que otro partido amistoso (lo más insólito no terminaba ahí: los programadores de EA Sports habían gastado tiempo y megabytes como para que el relator del juego lo nombrara a toda pompa, como si fuera Enzo Francescoli).

En total, nos topamos con 32 historias. La mayoría, de esas que, para bien o para mal, sólo pueden pasar en Uruguay; entre ellas se incluye el bizarro y corto paso del relacionista público argentino Gaby Álvarez como manager de Durazno Fútbol Club, en 2009, que, entre tantas promesas megalómanas, había anunciado que iba a traer al galáctico inglés David Beckham a jugar un partido. El final ya se sabe: está en la tapa del libro.

Se juega mañana

Beckham nunca conoció Durazno se presentará mañana a las 19.00 en el Salón Rojo de la Intendencia de Montevideo, en el marco de la Feria Internacional del Libro. Habrá una charla sobre fútbol y literatura que contará con Méndez y nuestros compañeros Agustín Lucas, editor de Cenizas, cuentos del fútbol uruguayo, y Fermín Mintxo Méndez, autor de Toda la verdad es imposible, un conjunto de relatos relacionados con el deporte rey.

Beckham nunca conoció Durazno (y otras historias insólitas del fútbol uruguayo). Miguel Méndez. Montevideo, Tajante, 2019. 224 páginas.