El año termina en Montevideo como empezó: con muestras de primer nivel internacional. Si Picasso en Uruguay, montada en marzo en el Museo Nacional de Artes Visuales (MNAV), puso a Montevideo en el circuito de las grandes exposiciones que llegan al Cono Sur, la actual Campos de Marte, de Héctor Solari, tiene la virtud de traer al país a un uruguayo que juega en las grandes ligas europeas. La obra de Solari, en el Museo Blanes, por forma y contenido, está en sintonía con los esfuerzos de los principales artistas contemporáneos de “leer” la actualidad, aislar los aspectos universales (de tiempo y lugar) que esos “acontecimientos” traen consigo, y ponerlos en sintonía con otras épocas del arte y otros sucesos de la historia local.
Es verdad que los dibujos de la sección “Té en Kabul” tienen la fuerza de su factura (que a veces parecen una versión punk de las líneas que apuntan como lanzas hacia el cielo de La batalla de San Romano, de Paolo Uccello, y otras un storyboard de una película bélica), pero lo que más asombra de ellos es su punto de vista. Primero se piensa en aquellos “28 de Pánfilov” que, en la defensa de Moscú, se lanzaron con granadas debajo de las orugas de los tanques alemanes. Pero luego se ve un pequeño detalle en una de las obras: una minúscula tortuga. Esa es la visión que propone Solari. No la épica, sino la mínima retina de quien está ahí porque no tiene más remedio. Algo que se reafirma en el sector “Mirando la guerra”, con sus siluetas que observan las batallas como curiosos en una rambla.
También hay postales de obras maestras a las que Solari agregó un pie que no corresponde al real, pero que le cae como argolla al explosivo. Es el caso de Los fusilamientos en la montaña del príncipe Pío (más conocido como Los fusilamientos del 3 de mayo), de Francisco de Goya, cuadro que Solari asocia con la batalla de Las Piedras. Todas las preguntas están abiertas. ¿Lo hace por razones históricas, ya que ambos episodios tienen cierto vínculo con las invasiones napoleónicas? ¿Es para cuestionar, con ese fusilamiento, el impoluto “clemencia para los vencidos”, y señalar que guerra y clemencia son antónimos? ¿O es un capricho?
Cualquiera sea la respuesta que se dé a las múltiples interrogantes que abre este compatriota nacido en 1959 y hoy residente en Alemania, lo cierto es que Campos de Marte es una de las citas imprescindibles de este final de año.
Si para entrar en el gran circuito del primer semestre no era necesario salir del MNAV y bastaba con bajar las escaleras desde la exhibición de Pablo Picasso hasta la genial Nostalgias africanas, de Pedro Figari, ubicada en la planta baja, ahora será imprescindible cambiar de barrio. Desde el Prado, donde Solari despliega sus dibujos y sus instalaciones de video en el Blanes, habrá que trasladarse hasta el Parque Rodó, donde el MNAV propone desde el jueves 28. Javier Raúl Cabrera: entre el olvido y la leyenda, con obras de Cabrerita y curada por Thiago Rocca. Difícil un mejor doble cierre de 2019.