Para María Eugenia Grau -investigadora y curadora de la exposición Irreverentes-, desde siempre las mujeres han reivindicado y afirmado “la igualdad de derechos y, a través de ella, una revolución reflexiva y combatiente del relato de la historia”. En el texto que acompaña la muestra, escribe que aún estamos “instalados en esa revolución cultural cuyos resultados, más allá de lo logrado, apenas vislumbramos”.

La curadora plantea que en los últimos años el Museo Nacional de Artes Visuales (MNAV) ha hecho una persistente conmemoración en torno a la fecha emblemática del Día de la Mujer, con el objetivo de evidenciar el vigor creciente del acervo relacionado con artistas mujeres locales. Sin embargo esta muestra, que abarca unos 80 años y que inauguró el sábado, se propuso romper las barreras nacionales e incluir a un pequeño número de artistas extranjeras, a partir de una pequeña selección que propone una “reflexión interiorista”, junto a “miradas ampliadas, sociales y técnicas, que van del óleo al grabado y la fotografía”.

Entre las seleccionadas se encuentran Sonia Delaunay, la pintora francoucraniana que militó en el movimiento conocido como orfismo (variante del cubismo y próximo a la abstracción); María Freire, una de las pioneras del arte abstracto uruguayo; la pintora ítalouruguaya Linda Kohen, con una obra que explora la subjetividad autobiográfica e intimista; Ana Mercedes Hoyos, escultora y pintora colombiana que indagó el cruce entre la geometría, la luz y el color; la montevideana Hilda López, con dos particularísimas obras que despliegan una personal propuesta plástica y gestual; Amalia Nieto y su extraordinaria atracción por la forma, que, junto con Petrona Viera –y su heterodoxo sencillismo del acontecer cotidiano– hicieron “el aporte más sustancial a la historia de las artes plásticas uruguayas”, según escribió Ángel Kalenberg en 1995 (cuando el MNAV le dedicó una retrospectiva a Nieto); la renombrada artista argentina Liliana Porter; y la magnífica Carla Witte, artista expresionista alemana que se instaló en Treinta y Tres, ilustró la señera revista literaria La Pluma, dirigida por Alberto Zum Felde, y retrató a varios artistas uruguayos contemporáneos, como Joaquín Torres García. En suma, se trata de nuevas e imprevistas interrelaciones que establecen correspondencias y distintos tratamientos, ofreciendo variantes del encuentro, de la mirada, del diálogo.

Otro recorte

La curadora explicó a la diaria que, como cada muestra, este recorte implica continuar con la reflexión sobre un acervo que es muy nutrido, y que no siempre cuenta con la posibilidad de exhibirse. “En esta oportunidad, como ya existe una proclividad a exhibir lo que antes no se mostraba tanto, se ha pensado en incorporar a algunas artistas nacionales y extranjeras, que también integran el acervo del museo”, para que así puedan observarse en relación con la producción de las artistas mujeres.

En esta misma línea, para Irreverentes “se sacrificaron algunos nombres por una cuestión de espacio y se incorporaron otras artistas que, seguramente, el público no sabe que tenemos, y que cuentan con un enorme valor”. Como ejemplo recuerda la serie de grabados de Mercedes Hoyos, “muy interesantes en vigor de color”, que despliegan una “alegría cromática a partir de un grupo de mujeres”; Carla Witte, con dos grabados “fascinantes y muy serenos”, “con mucho vacío” y pequeñas “imágenes que apelan a grupos indígenas del norte”. Sonia Delaunay, dice, “fue una vanguardista tanto en el diseño del grabado como de la pintura, el pensamiento y la acción, que propone una gran reflexión plástica”. Por último, de Gladys Afamado se incluyó Máquina para hacer micrograbados. Así, Irreverentes se piensa como una pequeña muestra de artistas mujeres que “acompañan procesos creativos a lo largo del mundo”, y que muchas veces quedan al margen de las exhibiciones. Para Grau, estos posibles cruces entre artistas nacionales y extranjeras se convierten en el eje de la muestra, a partir de diferencias o múltiples atracciones, “que no sólo responden al género”.

El año pasado, el director del MNAV, Enrique Aguerre, decía que cuando investigó cuántas exposiciones individuales de hombres se habían hecho en el museo el resultado que recabó fue superior a 140. De mujeres, en cambio, hubo 15, que se realizaron durante los últimos ocho años, pese a que el museo se inauguró en 1914. Aguerre se preguntaba: “¿Entre 1914 y 1995 no hubo una mujer uruguaya que mereciera una muestra individual? Es escandaloso. Desde 1937 hasta los años 2000, a las artistas que ganaban premios se las sacaban de encima y las pasaban a los liceos departamentales, y a las bibliotecas. Y no se exhibían. Ahí comprobás que existen varios criterios que hay que desarticular”, admitía.

Como se sabe, el arte va más allá, y en Irreverentes el público se encuentra con distintos medios expresivos y mundos reales inéditos, que atestiguan la profundidad de sus inagotables universos semánticos.