Muchos de los superhéroes más populares de DC Comics, o al menos sus primeras encarnaciones (como Flash o Linterna Verde), nacieron en la Edad de Oro de las historietas, hace más de 75 años. Los de Marvel, salvo honrosas excepciones (como el Capitán América), son producto de la Edad de Plata y están entre nosotros desde hace más de 55 años.

Esto significa que esos personajes, que últimamente se pasean por el cine y la televisión, tienen décadas y décadas de historias encima. Han comenzado relaciones, las han roto, se han reproducido y también han muerto. Claro que es difícil eliminar por completo a una propiedad intelectual que da buenos réditos, así que, uno por uno, prácticamente todos esos personajes han vuelto.

Algunos murieron más de una vez. Otros resucitaron más rápido que este muchacho de las Pascuas. Y la muerte en la narrativa superheroica se convirtió en una puerta giratoria, en un chiste que los guionistas comenzaron a incorporar en sus historias. Cómo olvidar a Superman en su panegírico al Detective Marciano, justo antes de su sepelio en la miniserie Final Crisis: “Lo extrañaremos. Y rezaremos por una resurrección”. Dos años más tarde, estaba de regreso.

La última encarnación de Hulk, creado por Stan Lee y Jack Kirby en 1962, da el próximo paso lógico y plantea desde el título lo que todos los lectores de historietas sabemos con toda claridad: mientras sea popular, este monstruo verde (o gris) seguirá entre nosotros. Hulk es, virtualmente, inmortal.

En junio del año pasado se publicó el primer número de The Immortal Hulk, en el que el guionista británico Al Ewing le devolvió al personaje las raíces sombrías de aquellos primeros números y la transformación monstruosa que originalmente ocurría durante las noches.

Todo comienza (cuándo no) con la más reciente resurrección de Bruce Banner, que había perecido luego de que Hawkeye le disparara una flecha especial en el cráneo. Sin embargo, no importa cuántas veces el debilucho Banner sea recibido por la parca: su álter ego, que apareció por primera vez luego de la explosión de una bomba de rayos gamma, volverá de la muerte tan pronto como se ponga el sol.

El arranque de la serie trajo aire fresco al cómodo presente de Marvel, que satura de títulos las estanterías de las librerías especializadas y salta de megacrossover en megacrossover. El primer número, sin ir más lejos, pivotea entre los relatos con moraleja de Cuentos de la cripta y el terror sugerido de Alien. Después de un asalto sangriento en una estación de servicio, un vagabundo Banner se transforma en el increíble Hulk para darles su merecido a los responsables de las víctimas mortales, entre las que se encontraba él mismo.

La pluma de Ewing está muy bien acompañada en la mayoría de los números por el brasileño Joe Bennett, quien evoca a Alan Davis y, en los momentos de mayor deformidad, al Yanick Paquette que dibujaba La cosa del pantano, con guiones de Scott Snyder. El portadista oficial es Alex Ross (Kingdom Come, Marvels), que regala calidad antes de llegar a la primera página.

Ver a Bruce Banner viviendo con lo puesto y haciendo dedo en la carretera tiene reminiscencias tanto de la serie de televisión (en la que Bill Bixby interpretaba a David Banner, ya que los ejecutivos creían que “Bruce” sonaba “demasiado gay”) como de otros momentos del cómic, como aquel en el que Bruce Jones y John Romita Jr. hicieron equipo allá por 2001.

Los dos números siguientes también son autoconclusivos, y no sólo colaboran en cimentar la atmósfera oscura, sino que definen la relación entre el doctor y su monstruo para estos tiempos. Si bien estamos acostumbrados a la historia del flacucho superlisto que se transforma en un tonto superfuerte, en 57 años hemos tenido Hulks superlistos, otros controlados por Banner y hasta uno de color gris que trabajaba de patovica en Las Vegas.

Esta vez, son dos personas diferentes obligadas a compartir el mismo organismo, con el grandote verde esperando pacientemente a que llegue la noche para salir a corregir injusticias, en especial si están relacionadas con los malditos (y cada día más complicados) rayos gamma.

Si bien Ewing y Bennett continúan con el horror como uno de los motores de la historia, con el correr de los capítulos se pierde gran parte de la frescura. Es tan difícil mantener a Hulk muerto como mantenerlo al margen del resto de su universo superheroico, así que sus coleguillas aparecerán en escena tan pronto como descubran que ha vuelto a hacer de las suyas.

Para el segundo arco ya tenemos a Betty Banner, Los Vengadores, Doc Samson y Rick Jones (esperen, ¿no estaba muerto?). Mientras tanto, la periodista que investigaba las apariciones de Hulk pierde importancia, y termina siendo un engranaje más de la lucha entre supergrupos que se disputan el favor del enorme protagonista.

En cuanto a la mitología específica de la serie, el costado “simbólico” del personaje nunca fue mi favorito. Allá por 1985, en el número 312 de The Incredible Hulk, Bill Mantlo y el mismísimo Mike Mignola (creador de Hellboy) nos contaban cómo los abusos sufridos por Bruce de jovencito lo condenaron a ser un monstruo desde muchos años antes de que estallara la bomba. Esa historia, que quedó en el corazón de la mayoría de los lectores y que Ewing cita en forma directa, era tan “conveniente” como la del padre de Bruce Wayne usando un traje de murciélago en una fiesta de disfraces (Detective Comics #235, setiembre de 1956).

A esto hay que sumarle que descubrimos que la radiación gamma combina elementos científicos con elementos mágicos, y es capaz de abrir una brecha (o una “puerta verde”) al infierno. O, tratándose de universos como el de Marvel, a “uno” de los infiernos. Así que la explosión fortuita de 1962, que en 1985 se convirtió en la manifestación de un monstruo interior, en 2019 es el primer paso hasta desatar el Averno en la Tierra. Esto podría ser demasiado para un lector casual.

Por suerte, en medio de tanta cita a autores destacados, disfrutaremos de momentos hermosos, como cuando diseccionan al doctor Banner y guardan sus órganos “hulkizados” en enormes frascos de vidrio. Tranquilos, que volverá a estar de una sola pieza. ¿Acaso no leyeron cómo se llama la serie?

The Immortal Hulk ya tiene tres tomos editados. Recopilaciones y números sueltos pueden adquirirse en formato digital por medio de ComiXology.

The Immortal Hulk Vol. 1: Or is He Both? (2018, 128 págs.). The Immortal Hulk Vol. 2: The Green Door (2019, 112 págs.). The Immortal Hulk Vol. 3: Hulk in Hell (2019, 112 págs.). De Al Ewing y Joe Bennett. Marvel Comics.