Hacia fines de la década de los 80, la historieta mainstream estadounidense y DC Comics en particular recibieron una inyección de talento que llegaba desde las islas británicas, con guionistas que tomaron a los acartonados superhéroes yanquis y los dotaron de una muy necesaria tridimensionalidad, además de adaptarlos para “lectores maduros”, demostrando que no existen malos personajes, sino malos creadores. Alan Moore, conocido por dejar, junto a Dave Gibbons, un mojón gigantesco al crear Watchmen (1986), en La cosa del pantano (1971) jugó con un oscuro personaje de horror creado en los 70, y al mes de heredar el cargo de guionista en la serie, hizo que el protagonista descubriera que no era un hombre convertido en monstruo vegetal, sino un monstruo vegetal que creía falsamente haber sido un hombre. Mientras tanto, Grant Morrison tomó a Animal Man (personaje creado en 1965), un héroe de poca monta que podía imitar las habilidades de los animales, y lo embarcó en una aventura que terminó con el paladín teniendo una charla cara a cara con su creador... Grant Morrison.
Mientras esto ocurría, y se acumulaban las series enfocadas a un público adulto que luego se independizarían bajo el sello editorial Vertigo, la visionaria editora Karen Berger se reunió con Neil Gaiman, un joven talento del cómic británico, para que él también diera su toque a alguna propiedad intelectual de DC que estuviera en desuso. En este caso fue Sandman, nombre que había sido utilizado en un par de ocasiones, sin que quedara en el recuerdo de los lectores.
Gaiman tomó la idea de este personaje vinculado con los sueños, inspirado en la figura del Arenero que esparce su arena mágica en los ojos de los durmientes (y así forma nuestras lagañas). Con ello creó una mitología inmensa en la que Sandman era Morfeo, la encarnación del Sueño, y uno de los siete hermanos eternos, que incluían a Muerte, Destrucción, Destino, Desespero, Delirio y Deseo.
En su mente tenía la idea de “un hombre joven, pálido y desnudo, encerrado en una pequeña celda, esperando que sus captores murieran... delgado, con cabello largo y oscuro, y ojos extraños”. En los primeros ocho números, que el autor creyó que serían los únicos, ya que no era muy popular en la industria, Morfeo es atrapado durante 70 años. Al liberarse, primero recuperará su poder y luego reconstruirá su reino, cascoteado en su ausencia.
Historias corales
Durante 75 números (que se editaron entre 1989 y 1996), y con un plantel envidiable de talentosos ilustradores, Gaiman contó no solamente las aventuras de Sueño, sino las de sus hermanos y las de toda clase de seres que de una forma u otra se cruzaban en su camino. Incorporando elementos literarios y subtextos que siguen mereciendo análisis, The Sandman es una serie que genera un respeto al lector que todavía no la conoce, y confianza con el que la relee; a excepción de un par de números acerca de obras de William Shakespeare, el guionista logra transmitir ideas profundas en forma muy clara y comprensible.
Gaiman cuenta que una vez le pidieron que resumiera aquella gran historia, que dio origen a un sinnúmero de spin-offs, en menos de 25 palabras. El autor pensó unos segundos y dijo: “El Señor de los Sueños descubre que uno debe cambiar o morir, y toma una decisión”.
Una característica notable, inédita en la industria en la que se publicó esta serie, es que el cómic terminó cuando el autor se fue, pese a las enormes ventas. Gaiman tenía un final en mente y comenzó a dar pistas de ello a partir de la mitad de la serie. De paso, en cada entrevista que daba decía que su sueño (guiño, guiño) era que The Sandman no continuara con un nuevo equipo creativo cuando él la abandonara. Karen Berger no solamente se encargó de cumplir esa promesa en 1996, sino que durante décadas el personaje apareció en cuentagotas en otras historias de DC Comics, siempre con la “bendición” de su creador.
Antes de que el cómic dejara de publicarse ya se manejaba la posibilidad de adaptarlo al medio audiovisual. Lejos de la Edad de Oro de la televisión (Los Soprano recién se estrenaría en 1999), solamente se concebía el proyecto como una película o una serie de películas. Los fanáticos temían que el producto final no estuviera a la altura de las consecuencias, y Gaiman, que leyó algunos de los guiones tentativos, se encargó de confirmarles todos sus temores.
Por fortuna, ninguna de estas intentonas llegó a materializarse. A comienzos de esta década, los rumores fílmicos se cruzaron con los televisivos, y HBO fue la Tierra Prometida que sería capaz de preservar la calidad de la obra. Sin embargo, no aparecía un tratamiento que conformara a las diferentes partes involucradas, al menos hasta junio de este año.
Llegar a la TV
La llegada de The Sandman a la televisión parece deberse a la combinación de dos elementos. Primero, el constante desarrollo de nuevas tecnologías de filmación y efectos especiales, capaces de llevar a la pantalla (del tamaño que sea) el universo complejo y colorido que tantos artistas ayudaron a crear. Pero el segundo elemento es tanto o más importante. Vivimos en la era en que los servicios de streaming están dedicando cada vez más dinero a producciones originales, buscando conquistar (o mantener) a su masa de suscriptores. DC Entertainment, la compañía que engloba a DC Comics, anunció que esta será la serie televisiva más cara que haya realizado, y quien abrió su chequera y estampó la firma fue, cuándo no, Netflix.
“Desde sus ricos caracteres y tramas hasta sus intrincados mundos, estamos entusiasmados de crear una serie original épica, que se zambulle en este universo de múltiples capas, amado por los fanáticos alrededor del mundo”, dijeron desde Netflix. En la producción ejecutiva de su primera temporada de 11 episodios estará el mismísimo Gaiman junto a Davis S Goyer y Allan Heinberg.
Sueño, que en las historietas ya no se llama Morfeo (esa es otra historia), goza por estos días de una renovada popularidad en el medio que lo vio nacer. Gaiman regresó en un par de ocasiones a escribir a su hijo más preciado, y en esta ocasión lo que hizo fue montar una suerte de “editorial boutique”, un grupito de títulos “curados” por él, que continúan la historia del Arenero y de todo su universo.
Se trata de The Dreaming (1996), ambientada en el reino de los sueños y con personajes recordados de la historieta original; Lucifer (2000), acerca del antiguo gobernante del Infierno (que supo protagonizar una hermosa serie guionada por Mike Carey); House of Whispers (2018), que se nutre de la mitología del vudú, y Books of Magic (1990), que sigue a un joven de lentes llamado a ser el mejor mago del mundo y que fue creado por Gaiman siete años antes de que saliera el primer libro de Harry Potter. Para el año que viene se sumará Hellblazer, mítico título que albergó las aventuras de John Constantine.