Probablemente, aquí en Uruguay conozcamos al argentino Juan Pablo Bertazza (1983) más por su desempeño como periodista cultural que por su trabajo en el rol de escritor. Cada tanto alguna de sus notas en el suplemento Radar de Página 12 ha sido divulgada en las redes de este lado del Río de la Plata, o hemos visto sus entrevistas en el ciclo Hipertexto, que se emitía por el canal CN23 de Argentina y que cuenta con numerosos seguidores en los cajones más abiertos de Youtube. Sin embargo, el joven argentino ya tiene una lista formada de libros de poemas entre los que se destacan Los que no hablan (2010), En base doble (2013) y el más reciente La revolución de terciopelo (2017). A esta lista se sumó, a principios de este año, su primera novela, Síndrome Praga, que salió a la calle de la mano de la editorial Adriana Hidalgo. En 2017 Bertazza ganó la beca Praga Ciudad de la Literatura, que le permitió ser habitante de la intrincada ciudad kafkiana durante varios meses y escribir esta obra.

Rodrigo es un joven argentino entre sincero y chanta, entre naíf y afilado, que abandona su oficio de animador de fiestas en la ciudad de Buenos Aires para llegar a Praga e integrarse a una agencia de visitas guiadas para turistas. El asunto es que, para el protagonista, la ciudad es un secreto tan bien guardado como el idioma; Rodrigo desconoce ambas claves que, en definitiva, son las que debería dominar para el ejercicio de su trabajo. Sin embargo, a fuerza de desaciertos y con la ayuda de Google, logra ir adentrándose en los secretos de la ciudad checa.

Pasan varios días hasta que la promesa de trabajo hecha por Iván, un español que dirige la empresa DeePrague, se concreta. El protagonista deja asentado cada día en su diario y así sabemos de su comienzo bochornoso en el trabajo, nos enteramos de algunos elementos de su pasado en Buenos Aires, tenemos noticia de los personajes que va conociendo, entre ellos Katka, una chica local que trabaja en la misma empresa, a la que conoció cuando vivió en Buenos Aires, que será el interés amoroso de Rodrigo. También nos enteramos de una noticia que introduce parte de la novela en el terreno de lo fantástico: relacionado con la leyenda del Golem, aparece este “síndrome de Praga” por medio del cual, con la luz del sol, a las personas se les puede leer un número de cuatro cifras en la frente, que anuncia la fecha en que cada uno morirá. Así sabemos del revuelo mediático y de la paranoia que este síndrome genera en la ciudad. Sin embargo, uno de los ejes narrativos más potentes consiste en ir descorriendo el velo que el narrador tiene ante sí y, con él, conocer Praga.

La estrategia de la escritura se vuelve absolutamente descriptiva, y el poder de observación que presenta Bertazza para hacernos saber acerca del corazón de la ciudad es muy poderoso; por momentos envidiable, por momentos demasiado enciclopédico. De alguna manera, es necesario que sepamos acerca de Praga y que el escenario de cada escena que el diario refiere esté bien descrito. Al mismo tiempo, Rodrigo, quizá en su atolondramiento por conocer su área de trabajo y asimilar algún dato que le permita no quedar como el farsante que es –y que, en verdad, son todos los guías de esa ciudad–, se olvida de que la idea de que estamos en la ciudad del Puente de Carlos ya nos quedó clara. De todos modos, la sutileza del juego narrativo y la observación sobre aquello que quizá se escape de Wikipedia es mucho mayor.

Varias historias se entretejen en la lucha del protagonista por ir detrás de un no sé qué, porque si bien su idea es trabajar allí, también hay un ideal de trascendencia; la necesidad de dejar algo atrás, de lograr algo más, de toparse con algunos amores, siempre contar a la familia alguna curiosidad sobre ese “nuevo mundo” que habita y que lo habita.

La tensión de la historia de amor con Katka va tomando uno de los carriles centrales de la narración. Así, entonces, no solamente el lector queda pendiente del tire y afloje de los personajes para lograr un encuentro amoroso, o del miedo de Rodrigo de encarar la situación y la forma en la que nuestra femme fatal checa deja en vilo a la pasión del porteño, sino que, en un punto de quiebre de la trama, surge la sospecha de que detrás de Katka hay una historia más intensa que la que se muestra, especialmente en el momento en que ella, expuesta al sol, deja ver en su frente la fecha fatal del “síndrome” que ya ha copado Praga.

De una manera simple pero muy alejada del lenguaje pobre, Juan Pablo Bertazza entra en el mundo de la novela por una puerta grande. Síndrome Praga se ubica entre la tradición argentina de la palabra clara pero contundente de Antonio Dal Masetto y un nuevo panorama posmilenio, bloguero, que lo sitúa entre las nuevas voces de la letra rioplatense. Entre la raíz bien crecida de un café de San Telmo y la vorágine cosmopolita de Praga.

Síndrome Praga, de Juan Pablo Bertazza. Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2019. 336 páginas.