¿Qué pueden tener en común China, la cultura mochica de Perú, Estados Unidos y el estudio del español? O, ¿cómo se pueden vincular las ideas de Sun-yat-set con las de la Revolución de Trujillo y las de José Carlos Mariátegui? El 4 de agosto, a los 94 años, falleció en Nueva York Eugenio Chang-Rodríguez, cofundador de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE), la que Francisco Javier Pérez, secretario general de la Asociación de Academias de la Lengua Española (Asale), calificó como una de “las más importantes”, por “la inmensa responsabilidad que tiene y tendrá cada vez más, en consonancia con el pasmoso crecimiento del español en los Estados Unidos”.

Chang-Rodríguez había nacido el 15 de noviembre de 1924 en Paiján, departamento de La Libertad, en Perú, poco más de 50 kilómetros al norte de la ciudad de Trujillo. Hijo de Enrique Chang On, natural de Guangzhou, China, un revolucionario vinculado al Kuomintang, que debió huir como perseguido político de su país, y de Peregrina Rodríguez (bisnieta de un vallisoletano e hija de una mestiza de ascendencia mochica), hizo estudios secundarios en el emblemático Colegio Nacional de San Juan (CNSJ), en Trujillo, donde estudiaron, entre otros célebres, César Vallejo, Ciro Alegría y Marco Antonio Corcuera. De allí, pasó a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en Lima, y en 1946 consiguió una beca para estudiar en Estados Unidos, país en donde se afincó hasta su muerte y donde desarrolló una prolífica trayectoria académica que incluyó un magíster en Historia y Ciencias Políticas (Universidad William Penn), otro en Relaciones Internacionales Trasnpacíficas (Universidad de Washington) y, finalmente, un doctorado en Lenguas y Literaturas Romanas. Su inquietud intelectual se vio reflejada en la gran cantidad de disciplinas que cultivó y en los más de 30 libros que publicó. Una de sus pasiones fue la lingüística matemática, que aplica estadísticas y esquemas matemáticos abstractos para entender los fenómenos lingüísticos.

En 1973, Chang-Rodríguez y los españoles Odón Betanzos y Jaime Santamaría, el chileno Carlos McHale, el puertorriqueño Juan Avilés y el ecuatoriano Gumersindo Yepe fundaron la ANLE, pero no fue hasta 1980 que esta fue admitida como miembro de la Asale.

Chang-Rodríguez fue profesor emérito del programa doctoral de la Universidad de Nueva York y codirector del Seminario Latinoamericano de la Universidad de Columbia. Fue presidente de la International Linguistic Association (ILA) en cinco ocasiones y académico de número de la Academia Peruana de la Lengua. Recibió el título de doctor honoris causa por la Universidad Nacional Federico Villarreal (Perú, 1979), por la Universidad Nacional Enrique Guzmán y Valle (Perú, 2004) y por la Universidad Nacional de Atenas (Grecia, 2008). También, desde 1983, fue codirector de Word, la revista de la ILA.

Lingüística política

Según cuenta Juan M Ossio, ex ministro de Cultura de Perú, en un laudatio escrito en homenaje a Chang-Rodríguez, uno de sus hermanos, Sadot Chang-Rodríguez, “participó en la revolución de Trujillo, de tanta repercusión histórica que influyó en Eugenio a volcar sus simpatías políticas hacia el Partido del Pueblo [más conocido como Alianza Popular Revolucionaria Americana, APRA]”. La Revolución de Trujillo comenzó el 7 de julio de 1932, cuando cañeros y estudiantes del CNSJ asaltaron el cuartel de artillería Ricardo O’Donovan, y terminó días después con una sangrienta represión por parte de las Fuerzas Armadas, que culminó en ejecuciones.

Chang-Rodríguez también se acercó al indigenismo, y al pensamiento político de Mariátegui (conocido como El Amauta, “maestro” en quechua), fundador del Partido Socialista Peruano, y de Víctor Raúl Haya de la Torre, fundador del APRA. Fue influenciado también por el pensador anarquista y poeta peruano José Manuel González Prada. “Pero en un sustrato más profundo posiblemente está la huella revolucionaria del padre Enrique Chang a favor de los sectores sociales más oprimidos. Asimismo sus simpatías por el APRA y sus pensadores más importantes también debieron ser un estímulo poderoso pues todos ellos interiorizaron este movimiento intelectual especialmente a partir de González Prada y posteriormente a través de los fecundos diálogos que sostuvieron pensadores como José Carlos Mariátegui y Haya de la Torre. Precisamente un compendio de su interés por estos estudiosos titulado Pensamiento y acción en Gonzalez Prada, Mariátegui y Haya de la Torre”, expresa Ossio.

Mariátegui ha sido considerado uno de los más importantes teóricos marxistas del continente americano. En 1983 se publicó en Madrid Poética e ideología en José Carlos Mariátegui. En el prólogo de esa obra de Chang-Rodríguez, el sacerdote jesuita e historiador peruano-estadounidense Jeffrey Klaiber dice: “Lector ávido de autores como [James] Joyce o [Marcel] Proust, Mariátegui se abría hacia la vida y las nuevas ideas; no se encerraba en el mundo estrecho y reduccionista de la literatura socialista de protesta. Admirador de Charlie Chaplin, Mariátegui comprendía que el humor también es un arma para humanizar la sociedad. El Doctor Chang-Rodríguez se refiere al ‘eclectomarxismo’ de Mariátegui: por él entiende una simpatía general hacia aquella filosofía, pero nunca al costo de despreciar el buen arte o la buena literatura. Para algunos, ‘marxista’ y ‘humanista’ son términos incompatibles. El Doctor Chang-Rodríguez propone que en Mariátegui eran compatibles, tal vez porque fue un marxista ecléctico, y por ende, heterodoxo”.

Chang-Rodríguez se fue, con sus ideas políticas heterodoxas, su español mandarín, su inglés indigenista, su lingüística revolucionaria. La globalización, ese fenómeno que para tantos es el demonio de los tiempos contemporáneos, empezó mucho antes de lo que se piensa, y nos regaló a alguien que supo aprovecharla para conquistar el oeste con palabras.