Son los Crosby, Stills & Nash de la murga. Gerardo El Alemán Dorado, Emiliano Muñoz y Freddy El Zurdo Bessio han hecho –y siguen haciendo– de las suyas en carnaval, individualmente, gracias a sus prodigiosas voces. Pero cuando se juntan dejan plasmado aquel trillado latiguillo de que el todo es más que la suma de sus partes, como muestra el CD y DVD En vivo en el teatro El Galpón (2015), en el que mezclan canciones propias con clásicos como “Para abrir la noche”, de Rumbo. Los tres se presentarán el miércoles 9 de octubre en el Auditorio del SODRE con el espectáculo Cantores callejeros, que contará con la presencia estelar, como invitado, de Héctor Numa Moraes, y sobre eso conversaron con la diaria.

“El Alemán es segundo, yo soy primo y El Zurdo es sobreprimo, por eso se nos hace mucho más fácil armar las canciones. Y aparte, artísticamente, en nuestros discos tenemos maneras diferentes de decir las cosas”
Emiliano Muñoz

¿Por qué creen que funcionan como trío?

Gerardo Dorado (GD): La respuesta obvia es que la murga canta a tres voces: segundos, primos y sobreprimos, y cada uno de nosotros representa a una cuerda. Eso me parece fundamental. La otra es que somos murguistas, tenemos muchos años saliendo en carnaval y manejamos el código del carnavalero. Cada espacio tiene un código, una forma de dialogar, los chistes, la interna, etcétera, y nosotros tenemos ese código interno de murga que nos hace entendernos fácilmente.

Emiliano Muñoz (EM): Totalmente de acuerdo. El Alemán es segundo, yo soy primo y El Zurdo es sobreprimo, por eso se nos hace mucho más fácil armar las canciones. Y aparte, artísticamente, en nuestros discos tenemos maneras diferentes de decir las cosas, entonces una cosa se complementa con la otra.

Freddy Bessio (FB): ¿Cómo decir algo que no suene trágico para aquellos que quizá puedan tomarlo de una manera o de otra? Yo no sé si podría funcionar con cualquiera que pueda llevar una melodía y hacer una voz arriba. Creo que también hay una cuestión que se nos da; la suerte nos acompaña en que la tímbrica de cada uno calza perfectamente en lo que hacemos. Además, por fuera de la parte técnica, acá lo que predomina es que, encima de tener todo lo técnico para hacerlo, es con ellos, y a mí me llena mucho eso de que sea con mis amigos. Las personas que realmente quiero, encima, tienen una tímbrica que me calza de novela.

Quienes no conocen el carnaval suelen pensar que la murga se trata de borrachos gritando y que no requiere técnica. ¿Todavía sienten ese prejuicio?

FB: Hubo un cambio, pero es cierto que eso pasaba. Yo empecé en 1979, a los 13 años –tengo 53–, así que sé perfectamente a qué te referís con la pregunta, porque lo viví. Si bien cuando empecé era un gurí, salía con mi viejo y mis compañeros eran todos tan grandes como mi padre. Eso pasaba, y tampoco es que hace añares que se logró cambiar esa visión de que ser murguista es el escape para ir a bolichear, a tomar y a salir de casa. Seguramente en muchos casos pasaba eso. A mí me han preguntado si fui a estudiar canto, pero nunca estudié. Murguista se es o no, te gusta o no. El tema es que el paso de los años ha ido profesionalizando, en muchos aspectos, todo lo que tiene que ver con el carnaval y el género murga: la manera de cantar y el estilo de hacer arreglos. Hace años tenés un [Edú] Pitufo Lombardo, que agarra una guitarra y cada arreglo que hace tiene un contenido de notas cuidado y armado, con armonías y etcétera. Antes era mucho más de pasar el tono: estaba el primo, el de la segunda le hacía el dúo y después una tercia. No sé si existía la cuerda de sobreprimos como tal.

“El tema es que el paso de los años ha ido profesionalizando, en muchos aspectos, todo lo que tiene que ver con el carnaval y el género murga: la manera de cantar y el estilo de hacer arreglos”
Freddy Bessio

Se van a presentar en el Auditorio del SODRE. Cuando arrancaste eso también era impensable.

FB: Sí, y esa también es la muestra de lo que ha sido el paso de los años, cómo ha ido evolucionando. Pero, sobre todo, en el hecho de cómo la gente empezó a conocer más desde adentro, como para ver que hay un trabajo y que se hacen un montón de otras cosas, no sólo acodar el brazo en un mostrador.

El espectáculo se llama Cantores callejeros. ¿Por qué?

EM: Porque así nos sentimos. Si ves el afiche del primer espectáculo que hicimos en el teatro El Galpón, el arte era una esquina con el nombre de cada uno, como que nos encontramos en una esquina y nos ponemos a cantar. Eso está plasmado en el espectáculo, por ejemplo, después de que, junto con El Zurdo, cantamos con nuestra banda. Y antes de que pase la banda del Alemán, hacemos unos fragmentos de canciones a capela, bien despojadas del lado musical. Es un recurso que empezamos a usar para que nuestras bandas cambien y no quede un espacio muerto, pero al final nos terminó seduciendo muchísimo porque a la gente le gustaba mucho y es parte de la esencia de lo que hacemos.

“Cuando asumió un gobierno de izquierda, hubo murgas que dijeron: ‘Queríamos esto, lo logramos, vamos a mantenernos un poco en este lugar’, pero la gran mayoría de las murgas siguió criticando lo que pensaba que estaba mal de este gobierno, y casi siempre la crítica fue por izquierda”
Gerardo Dorado

Hay cierta idea de que la murga, y el carnaval en general, es parte de la cultura oficial desde que el Frente Amplio (FA) está en el gobierno. ¿Cómo ven eso?

GD: Son construcciones. Toda la música es en sí un relato y, con todo respeto, no conozco música de derecha. En la forma de decir, la gran mayoría de músicos está vinculada con la izquierda. Capaz que algunos son más o menos directos, pero esa sensibilidad está presente. Lo que pasa es que la murga siempre se involucra políticamente, entonces, al hacerlo, hay que decir lo que sentís, y era romper con algo que venía establecido hacía mucho tiempo: gobiernos de derecha. Cuando asumió un gobierno de izquierda, hubo murgas que dijeron: “Queríamos esto, lo logramos, vamos a mantenernos un poco en este lugar”, pero la gran mayoría de las murgas siguió criticando lo que pensaba que estaba mal de este gobierno, y casi siempre la crítica fue por izquierda, por supuesto. Yo estoy de acuerdo con que el FA ha tomado eso, pero también ha tomado el rock & roll.

FB: Yo soy muy de hablar de la murga porque es de donde vengo, y me animo a decir que en carnaval es el formato que más se ha dedicado a exponer críticas con lo que pasó durante el año, en la política y en todo. Pero, si me remonto a años atrás, la murga era la que expresaba y llevaba al escenario la “voz del pueblo”, sobre todo cuando se instalaron la Falta [y Resto] y la Reina [de la Teja], cuando estaba acompañada también de otros formatos que eran mucho más simples y que no necesariamente eran de izquierda, de derecha o de ningún lado. Eran formatos de una murga que estaba participando en la fiesta. Te cuento un ejemplo: yo empecé en 1979, en una murga que se llamaba Amantes al Engrudo, y ese año, si bien podía haber murgas que tocaran temas que tenían que ver con lo social, teníamos una presentación que era un saludo de “buenas noches, hola, qué tal, acá estamos”, el cuplé de John Travolta, y estábamos vestidos de charros mexicanos, o sea que nada iba con nada. ¿Me entendés lo que te quiero decir? Después, con el paso de los años, se fue instalando más el hecho de aprovechar –en el mejor de los sentidos– que arriba de un escenario, con la posibilidad de tener micrófonos, los repertorios fueran lo más inmediato y lo más generalizado posible, así fuera para una declaración de amor o la acusación más directa a un político.

EM: Para mí la murga es como dice El Zurdo, “la voz del pueblo”, y va a ser siempre así. Y cuando vino un gobierno de izquierda la murga siguió criticando. Pienso también, como El Alemán, que no hay música que se identifique con la derecha. No lo había pensado y, ahora que lo dijo, me puse a analizarlo y es tal cual.

GD: La otra vez estábamos en Organología, una materia que da un profesor que es un crack, en el [Instituto de Profesores Artigas] IPA, y hablábamos de los orígenes del candombe. El tipo hablaba de la construcción social para tomar un género o una especie musical como propia y como ícono de tu cultura. Eso tiene que ser construido, no hay manera de que se imponga solo. Cuando surgió la canción de Montevideo [en el marco de una convocatoria de la Intendencia de Montevideo, en 1993], de Mauricio Ubal, una de las consignas era que la canción tenía que ser candombe. Eso es una forma de construir. Seguramente no tendría que haber estado la consigna, porque si hacés una canción sobre Montevideo, enseguida pensás en murga y candombe, pero eso demuestra que también es una construcción.

Ahí tenés un ejemplo del Estado dirigiendo algo y haciéndolo oficial.

GD: Totalmente, pero es que el Estado somos nosotros. Yo no puedo pensar que el Estado es una cosa que está ahí. Lo voté yo, son conciudadanos míos y confío en los tipos que están ahí, y si son otros, confío en que mis conciudadanos votaron a esas personas.

Para terminar, que cada uno me diga su retirada de murga preferida y por qué.

EM: Una que me marcó en su momento, porque estaba empezando con la murga y hacía pocos años que estaba en carnaval, fue la de “El tren de los sueños”, de Contrafarsa, en el 2000. La historia estaba buenísima, el espectáculo era un disparate y cerraba con esa retirada, que era impactante.

GD: Digo una de la Falta porque la canté y la sentí, la de “1811”, de 1984. Es como toda “la redota” cantada con una clarinada larga que tiene tremenda polenta.

FB: Ahora se me viene a la memoria, porque vamos a hacer un fragmento, la despedida “Las madres”, de Falta y Resto, de 1989, que decía [canta]: “Un cariño para vos, dulce mujer, valiente sos, por tus ganas de vivir y de entregar el corazón. Madre altiva de la patria, este grito de la Falta es un regalo para vos, sólo un clavel por tu valor”.