El viernes, a los 88 años, murió Dina Díaz Maynard, poeta, narradora y docente que ocupó la presidencia de la Casa de los Escritores del Uruguay entre 2008 y 2010. A pesar de su sostenida labor como docente, tallerista y escritora y de su actividad militante en Casa de los Escritores, la obra de Díaz circuló siempre por carriles laterales, casi secretos, y fueron pocas las personas, incluso en el ambiente literario, que la leyeron lo suficiente como para hacer un repaso justo y completo de su estilo, sus temas y su trayectoria. En marzo de este año, en un encuentro en su homenaje que se llevó a cabo en la sala Mario Benedetti de AGADU, la poeta Melba Guariglia hacía referencia a esa circunstancia afirmando que Díaz había realizado en el campo de las letras “un trabajo constante, pero silencioso y poco visible”.

Como autora, publicó tres libros de poesía (De los modos de morir, Del Lagrimal Trifurca, Rosario (Argentina), 1986; En este lugar otro, Banda Oriental, Montevideo, 1991; y Sospechas y silencios, Ático, Montevideo, 2006, que incluye poemas reformulados de los libros anteriores y agrega nuevos) y cuatro de narrativa (Una ventana para el pájaro, 2005; No cambies nada de lugar, 2010; Hombrecillos, hombrecillos, comportarse, 2012; y La ballena de Jonás, 2014, todos a través de la editorial Letradura, que ella misma fundó y en la que fueron publicados varios autores uruguayos). Pero Díaz ya había participado mucho antes en aventuras editoriales: fue la redactora responsable de la revista Mito, que salió entre 1951 y 1952 y en la que publicaron autores como el español José Bergamín y los uruguayos Emilio Oribe, Amanda Berenguer, José Pedro Díaz y Luis Gil Salguero, entre otros.

En la reseña de No cambies nada de lugar publicada por la diaria en 2011, Inés Carriquiry decía que, así como rodeaba a su obra, el silencio parecía ser el signo de la escritura de Díaz: una poética en la que lo omitido, lo inconcluso, el espacio en blanco ocupaba un lugar central y hacía discurrir el relato por andariveles distintos a los del género policial al que, en principio, parecía pertenecer. La noticia de su muerte, sin embargo, fue recibida con manifestaciones de pesar entre los escritores uruguayos, que casi unánimemente la recordaron como una persona brillante y generosa que consagró su vida a las letras en casi todos los terrenos en que esto es posible.