En los dos grandes universos de superhéroes de la industria estadounidense (DC Comics y el otro) existen personajes cuya popularidad se dispara de repente. Héroes o villanos con un “pasado” en la editorial, que luego de un cambio de guionistas o de estética se convierten en favoritos.

En Marvel ocurrió con Wolverine, quien luego de incorporarse a los renovados X-Men conquistó a los fans con su apetito por la violencia y su fachada ruda, que escondía un corazón de oro. O Deadpool, que surgió como un personaje noventero más, con armas letales y decenas de bolsillos, pero cuyo giro humorístico y tendencia a destruir la cuarta pared lo llevaron al estrellato.

Algo similar le ocurrió a Harley Quinn, la antiheroína (¿antivillana?) del Universo DC, que apareció por primera vez no en las páginas de una historieta, sino en la maravillosa Batman: la serie animada. Repasemos el camino recorrido por ella desde la pantalla chica hasta la pantalla grande.

¿Pastelito?

Paul Dini y Bruce Timm, los talentos detrás de la mencionada animación, necesitaban una ayudante para el Joker y crearon a esta arlequina de traje negro y rojo, que debutó en 1992 y cuyo origen recién conoceríamos dos años más tarde.

En la novela gráfica The Batman Adventures: Mad Love descubrimos el “origen secreto” de Harleen, una entusiasta estudiante de psicología que terminaba trabajando en el asilo Arkham. Cumplió el sueño de ser la terapeuta personal del Joker, pero terminó enamorándose de su paciente, a quien ayudó a escapar en más de una oportunidad.

Apasionada por su “Pastelito”, se puso un traje al tono y lo acompañó en sus nefastos planes. De él solamente recibió malos tratos, burlas e insultos, en una de las relaciones tóxicas más famosas de la animación para niños.

Pese a su popularidad en la serie, tardaría un tiempo más en incorporarse a la continuidad oficial del cómic. En 1999, mientras Gotham City quedaba aislada del resto de Estados Unidos luego de un terremoto devastador, Harley Quinn fue invitada a jugar en el arenero principal. Desde ese momento se la enfrentó a villanos más crueles que ella, para que el lector estuviera de su lado mientras se alivianaba su codependencia del Joker (aunque tuvo un par de tropezones).

¿Quién es esa chica?

En 2011, cuando DC Comics relanzó todas sus series y quiso rejuvenecer a sus personajes, la señorita Quinn sufrió uno de los cambios de look más resistidos en su momento. La bufona inocente mutó en una femme fatale del roller derby, y dejó el gorro de bufón con pompones para pasar a teñirse una coleta del pelo de negro y otra de rojo. Este viraje dark se había insinuado poco antes, con su rediseño para el videojuego Batman: Arkham Asylum.

Las primeras apariciones de “neo-Harley” fueron dentro del Escuadrón Suicida, grupo de supervillanos reclutado para cumplir misiones imposibles. Poco después recibiría su segunda serie regular. En su primer número, ella aparecía leyendo un cómic de DC y pensando en voz alta: “¿Qué tan genial sería tener mi propia revista de historietas y que los inadaptados sociales hagan cola esperando la salida de mi próximo número todos los meses?”.

Con la cuarta pared destrozada para siempre, surgió la comparación con Deadpool, el bufón de la competencia. Al igual que él, se volvió común verla aparecer en títulos menores que aumentaban las ventas por su presencia. Y al igual que él, se multiplicaron los cosplayers interpretándola en las convenciones de historietas.

¡Oh, Margot!

La consagración global llegaría en 2016 con el estreno de Suicide Squad, dirigida por David Ayer. La película fue abrazada por el gran público, aunque no por la crítica, pero entre los detalles rescatables por unos y otros estuvo la presencia de Margot Robbie como Harley.

Con vestuario y actitudes similares a la Harley pos-2011, el personaje tuvo que resignarse a ser sólo una parte de la acción. Por suerte, Robbie se quedó con las ganas y logró que los ejecutivos aprobaran la filmación de Aves de presa (y la fantabulosa emancipación de Harley Quinn) [Birds of Prey (and the Fantabulous Emancipation of One Harley Quinn)]. Tuve que pedir a la editora más caracteres para que entrara el título.

Aves de presa y la fantabulosa... blablabla la colgó de un abedul

Detrás de este proyecto se encuentran la directora Cathy Yan y la guionista Christina Hodson (la misma de Bumblebee). Las tres mujeres pergeñaron una película “de superhéroes” como no se había visto en el cine, al menos entre las provenientes de los universos de DC Comics y el otro. Colorinchuda en el mejor de los sentidos, lúdica por donde se mire y con personajes femeninos que escapan de los estereotipos y pueden ser disfrutados por todos.

De nuevo, Deadpool es un buen punto de partida para entender el encare de Aves de presa... desde el punto de vista narrativo. Como en las películas protagonizadas por Ryan Reynolds, Harley es quien nos va guiando a través de su mundo, presentando a los personajes y yendo hacia atrás o hacia adelante conforme la historia lo necesite. O conforme ella lo vaya deseando, que para el caso es lo mismo.

Los primeros minutos, menos vertiginosos que el resto, son necesarios para entender dónde está parada esta Harley Quinn. Su emancipación llegará por la fuerza, luego de que Joker (a quien no vemos) decida prescindir de sus servicios profesionales y sentimentales.

Comenzar una nueva vida tiene un montón de beneficios, pero una gran dificultad: dejar de ser la primera dama del delito en Gotham City significa despedirse de una protección virtual de toda clase de atentados violentos. Así que la reconstrucción vendrá al mismo tiempo que la lucha por la supervivencia.

¿Y el resto de las aves?

La historieta Aves de presa contaba las aventuras de Barbara Gordon, quien dejaba de ser Batichica debido a una herida, pero se convertía en una suerte de “oráculo” de información para superhéroes, llamada (precisamente) Oráculo. Su principal aliada era Canario Negro (Jurnee Smollett-Bell), una vigilante experta en artes marciales. Por allí pasaron varias heroínas y el ocasional héroe, pero nada queda aquí de la dinámica entre la informante detrás de la computadora y sus agentes.

Lo que sí tenemos es un puñado de personajes de DC que giran alrededor de Harley y que, a los ponchazos, terminan formando un supergrupo. Eso incluye a Canario Negro, quien trabaja como cantante en un club nocturno; la Cazadora (Mary Elizabeth Winstead), con un rol vengativo similar al de los cómics, y Renée Montoya (Rosie Perez), detective abnegada que nació en la misma animación que Quinn. Cruzándose con todas ellas está Cassandra Cain (Ella Jay Basco), una jovencita envuelta en problemas mucho más grandes que los que puede resolver.

Buscando problemas

Hablando de ellos, las películas de DC han sabido nutrirse de un catálogo de villanos muy amplio, y esta no es la excepción. Ewan McGregor dinamita su represa de emociones actorales y nos entrega a un Máscara Negra digno de pertenecer a la galería de villanos de Batman y sus increíbles patiños. Delirante y sádico, es como el Joker pero más predecible.

La trama, sobre el típico objeto que todos añoran, no es un tributo a la originalidad, pero se diferencia en la forma de contarla, golpeando nuestros sentidos (vista y oído, y más en la versión 4D). Las escenas de acción son muy disfrutables y al menos una de ellas incluye a Harley Quinn haciendo algo que difícilmente hagan los blanditos del Universo Cinematográfico Marvel.

Algunos personajes tienen más tiempo para desarrollarse en pantalla, al tiempo que otros quedan relegados a invitados de lujo, pero en conjunto todos son más que la suma de sus partes. La acción irá in crescendo, con la música acompañando el ritmo, y nos divertiremos viendo cómo las Aves se coordinan para patear traseros y lograr la victoria.

Desde las trincheras de DC se sigue apostando al autor por sobre la producción industrial. A veces les sale mal (Zack Snyder, David Ayer), a veces surgen aventuras irrepetibles como esta. ¡Sonrían!

Aves de presa. Dirigida por Cathy Yan. Estados Unidos, 2020. En varias salas.