Era 30 de abril de 2019 y los ejecutivos de Paramount brindaban con champán caro y drogas de diseño por la inminente viralización del tráiler de Sonic: la película, film basado en el recordado personaje de los videojuegos ochenteros. Por estos días, alcanza con subir las imágenes a Youtube para que el público haga el resto del trabajo en forma gratuita: compartir, comentar, replicar, retuitear.
Sin embargo, a los pocos minutos se dieron cuenta de que algo no estaba saliendo como debía. El primer avance de las aventuras del puercoespín azul no estaba teniendo la recepción deseada, algo que suele ocurrir en estos tiempos hipercínicos. Pero la cosa iba un poco más lejos: el público odiaba a Sonic con toda su alma, les deseaba lo peor a sus creadores y amenazaba con arrancarse los ojos si ese animalejo continuaba apareciendo en sus pantallas.
Esta catarata de odio se debió al diseño del personaje, que poco tenía que ver con aquel simpático bichito de ojos enormes que entretuvo a quienes tenían una consola Sega y más bien se asemejaba a un humano disfrazado de peluche, con músculos cargados de sensualidad y una dentadura que podría aparecer en la peor de tus pesadillas.
Internet había hablado. Y, esta es la parte más extraña de la historia, el estudio de cine escuchó. Apenas semanas después, el director Jeff Fowler utilizó su cuenta de Twitter para hacer un anuncio: “Nos tomamos un poco más de tiempo para hacer bien a Sonic”, junto a un cartel que indicaba que la fecha de estreno pasaría de noviembre a febrero (de este año) mientras el equipo de efectos especiales modificaba a la criaturita protagonista. Lo hicieron en tiempo récord, y cuenta la leyenda (y los sitios de noticias) que luego de terminado el trabajo los echaron a todos. ¿Sentido común del estudio, o una pulseada perdida contra una audiencia demasiado vocal? Habiendo visto el producto final y sin poder olvidar aquella dentadura de Sonic cada vez que cierro los ojos, creo que esta vez (¡sólo esta vez!) los internautas tenía razón.
Máxima velocidad
A la hora de analizar la película, queda claro que el mayor de los riesgos asumidos en su creación había sido el de pifiar de manera grosera con el look del animalillo. Sonic: la película transita por un montón de lugares comunes de las historias del “personaje que llega a nuestro mundo y es perseguido por un montón de gente”, pero será lo suficientemente entretenido como para que el tiempo pase... bueno, rápido.
Los primeros segundos del film transcurren en el mundo nativo del puercoespín, que retrata con bastante fidelidad los paisajes de sus videojuegos, aunque debo confesar que siempre fui más hincha de Super Mario Bros. y el resto de la troupe de Nintendo. Sin embargo, por más que tenga la camiseta puesta, no puedo defender la película de 1993, protagonizada por Bob Hoskins y John Leguizamo.
Aquí todo está al servicio de la diversión familiar. Sonic termina en el planeta Tierra, por lo que todo se vuelve menos colorido, y se radica en un pueblito tranquilo, con un sheriff que tiene muy poco que hacer allí (James Mardsen, quien también tiene poco que hacer). La futura pareja dispareja está, cada una por su lado, deseando un cambio. Y un exceso en el uso de los poderes del bicho azul desencadenará la aventura.
Mr. Robot(nik)
El gobierno descubre que algo extraño está ocurriendo en Green Hills, Montana, y decide llamar a un excéntrico científico para investigar el asunto. Excéntrico científico es la forma políticamente correcta de llamar al científico loco conocido como el Doctor Robotnik, quien históricamente ha sido la némesis de Sonic.
Interpretando a Robotnik y regresando por un ratito al exceso actoral por el que muchos aprendimos a amarlo, está el señor Jim Carrey. Mientras en sus redes sociales continuaba compartiendo caricaturas de los integrantes más pérfidos del gobierno de Donald Trump (o sea, todos), se metió en un papel que parece perfecto para él. Y eso que vi la película doblada al español, porque la copia en inglés me quedaba un poco lejos de casa. Dicho esto: ¡gracias por traer al menos una copia en inglés!
Todo lo que el sheriff Tom Wachowski tiene de normal, con los pies en la tierra, el Doctor Robotnik lo tiene de grandilocuente y bombástico (adjetivo que deberíamos utilizar más seguido). El doctor es, en definitiva, un villano de videojuegos, llevado a la pantalla de la mejor manera.
Del resto del elenco cabe mencionar a Tika Sumpter como Maddie, la pareja de Tom. De Ben Schwartz haciendo la voz del protagonista no puedo decir una sola palabra, por lo mencionado dos párrafos antes.
Carrera de postas
Con el diseño renovado y efectos especiales que se lucen en el cine, hay suficientes elementos para mantener atento al público menudo. Quizás los más grandes tendrán alguna dificultad para lidiar con la trama que involucra a Tom y Sonic en su búsqueda del objeto perdido mientras recorren Estados Unidos y tienen simpáticas interacciones con elementos de la fauna local. Y mientras aprenden la lección: quizás el lugar en el que estás no sea tan malo después de todo.
Cada nueva aparición de Robotnik, quien tiene una creciente obsesión con el extraterrestre capaz de generar tanta energía, será una bocanada de aire fresco para el espectador. Y así, entre persecuciones, drones asesinos y escenas que recuerdan (obviamente) a las de Quicksilver en las películas de los X-Men, llegaremos velozmente a los títulos de cierre.
Mencionaba a Mario (y Luigi), y es que las películas de videojuegos han tenido tan mala fama, por las razones correctas, que la de Sonic se destaca con facilidad junto con Pokémon: detective Pikachu (Rob Letterman, 2019). Ojalá estas adaptaciones sigan llegando y alcancen un nivel cada vez más alto, hasta que podamos disfrutar de Day of the Tentacle o Monkey Island en la gran pantalla. Y si entendiste estas dos referencias, seguro tenés hijos o sobrinos para llevar a ver a Sonic.
Sonic: la película. Dirigida por Jeff Fowler. Canadá/Japón/Estados Unidos, 2020. En varias salas.