En la madrugada del martes murió, luego de varios días de internación en la unidad de cuidados intensivos del Hospital das Clínicas de San Pablo, el músico Ciro Pessoa, fundador de Titãs y autor de algunos de los éxitos de la primera etapa de la banda, como “Sonífera ilha”, “Homem primata”, “Toda cor” y “Babi índio”.
Nacido en San Pablo en 1957, Pessoa fue un músico precoz que ya se presentaba en público con su guitarra a los 12 años de edad, pero sería recién en la adolescencia, cuando estudiaba en el Colégio Equipe de su ciudad, que conocería a los que formarían con él la primera banda de rock: Arnaldo Antunes, Paulo Miklos, Nando Reis, Marcelo Fromer, Branco Mello, Tony Bellotto y Sérgio Britto, integrantes, además del pernambucano André Jung, de lo que empezó llamándose Titãs do Iê-Iê y poco tiempo después se transformaría simplemente en Titãs. El grupo nació en 1981, y para 1983, antes de que el primer disco hubiera visto la luz, las diferencias entre Pessoa y Jung terminarían en la retirada del paulista. En 1984 salió Titãs, un álbum de 11 canciones que incluía tres de Pessoa.
Ese mismo año Pessoa formó Cabine C, una de las primeras formaciones de rock gótico de Brasil, que duró hasta 1987 y dejó solamente un disco de estudio: Fósforos de Oxford, de 1986, grabado con el sello RPM Discos, de Paulo Ricardo y Luiz Schiavon.
Pero la música no fue la única inquietud de Pessoa: también obtuvo reconocimiento como cronista, como guionista de cine y como poeta. Su libro Relatos da existência caótica fue publicado por Chiado Editora en 2015. Además, sus crónicas y reflexiones pueden leerse todavía en el blog O mundo de Mantraman, que incluye textos subidos entre marzo de 2008 y junio de 2012.
Pessoa se había convertido al budismo hacia finales de la década del 90, y había adoptado el nombre dharma Tenzin Chöpel.
Enfermo de cáncer desde hacía tiempo, contrajo covid-19 en alguno de los varios períodos en que debió ser hospitalizado para recibir tratamiento. Fue precisamente el virus lo que terminó con su vida en la madrugada del martes. Tenía 62 años.
Adiós al hombre-robot
También ayer se dio a conocer la muerte de Florian Schneider, ocurrida en algún momento de la semana pasada. Schneider, que tenía 73 años y padecía de cáncer, fue el confundador, junto con Ralf Hütter, de Kraftwerk, la banda alemana más influyente del rock. Formado en música clásica pero inclinado a la experimentación, Schneider fue protagonista de la corriente que, con epicentro en Düsseldorf, unió vanguardia electrónica y música pop a partir de mediados de los años 60.
Schneider no sólo llevó adelante Kraftwerk, el buque insignia de lo que pasó a conocerse como krautrock, sino que también montó el estudio Kling Klang, donde grabó la mayoría de las bandas que conformaron esa movida. Era, según Hütter, un “fetichista del sonido” que podía pasar horas tras las perillas buscando el detalle final. Que, en el caso de Kraftwerk, se trataba de texturas y timbres absolutamente novedosos, surgidos de las posibilidades que brindaba el desarrollo tecnológico. Como pocos artistas, Hütter y Schneider inyectaron esos avances formales en el contenido de sus obras al crear una mitología propia alrededor de la automatización, lo cibernético, la hibridación con las máquinas.