Un monstruo enorme sale del agua ante el puerto de Montevideo, atraviesa la plaza Independencia y se trepa hasta llegar a la punta del Palacio Salvo, ante la mirada incrédula y sorprendida de turistas, vecinos y peatones que, al caer el día, emprenden el regreso a sus hogares después de una jornada laboral. Pero cuando la criatura anfibia, encaramada en lo más alto del edificio, abre su boca y comienza a lanzar contundentes columnas de fuego completando un círculo ardiente alrededor del Salvo, esa sorpresa e incredulidad se transforman inmediatamente en terror y muerte. Entre los escombros y cuerpos calcinados sólo se alcanza a ver, curiosamente intacta, la estatua de Artigas en medio de la plaza.

Así es como comienza, a poco de empezada la historia de Mega, el protagonismo de Montevideo en la última historieta de Salvador Sanz, uno de los grandes nombres de la nueva generación de creadores del género en Argentina. Autor de sagas que mezclan el terror con lo fantástico y la ciencia ficción, como Nocturno (2009), Angela della Morte (2011) y El esqueleto (2015), prácticamente durante toda esta cuarentena mundial Sanz ha estado publicando viernes a viernes en internet las páginas de lo que podría ser el primer álbum de su nueva saga. Dedicadas a desplegar un impresionante apocalipsis urbano, producto de la lucha ante los ojos del mundo de la destructiva Salamandra –así es como los medios bautizan a la criatura que aparece en Montevideo– y el otro monstruo que la enfrenta y bautiza la historia, esas entregas hoy llegan a su fin con la aparición del último capítulo de Mega en la plataforma online Stonebotcomics.com, vinculada a la editorial argentina Omni Press, que siempre ha publicado sus libros.

“Mucha gente me escribe y agradece que esté posteando gratis la historieta para acompañar la cuarentena, pero esto estaba planeado así desde antes”, aclara Sanz por teléfono desde su hogar en Buenos Aires, donde comparte el obligado encierro porteño con su pareja y su hija. “Para mí es algo nuevo, ya que mi trabajo nunca estuvo online. Siempre publiqué primero acá en la revista Fierro, luego en libro por Omni Press, y más tarde aparecen las traducciones en el resto del mundo”, cuenta Salvador, que explica que el site –donde las historietas también se pueden leer en inglés– forma parte del desembarco en el mercado anglosajón de la editorial con la que está vinculado.

“La idea, claro, era rematar la publicación online con la edición en papel, pero la pandemia ha atrasado todo”, se resigna el guionista y dibujante, que confiesa que, como todos los fanáticos argentinos de la historieta, no hizo más que pensar una y otra vez en El Eternauta apenas empezó la crisis. Pero ahora, explica, prefiere tratar de no pensar, ya que –a pesar de confiar en que todo saldrá bien– lo inquieta no saber cuándo terminará “esta aventura de futuro distópico en que vivimos”. Claro que, mientras tanto, en plena pandemia se ha dedicado a hacer luchar a sus monstruos en Montevideo, destruyendo, de paso, espectacularmente la ciudad, golpe a golpe, llamarada a llamarada, capítulo a capítulo.

Foto del artículo 'Montevideo agoniza: el argentino Salvador Sanz concluye hoy su historieta Mega'

La importancia del tamaño

Cuenta Sanz que la primera imagen que tuvo de su nueva historieta es la del monstruo subido al Salvo. “A lo King Kong”, se entusiasma al otro lado de la línea.

“En realidad, todo esto surgió cuando tuve que ilustrar un libro de [HP] Lovecraft, El llamado de Cthulhu, y ahí empecé a flashear con la idea del gigantismo, de crear monstruos enormes y con ellos contar una historia. Entonces me empecé a enviciar con las películas de kaijus japonesas, que no tienen nada que ver con Lovecraft, pero sí con esta cosa de los gigantes, que es un subgénero claramente definido”, explica.

Una obsesión que se podría resumir en una palabra: Godzilla. Sanz asiente, divertido, y cuenta que empezó a pensar en su proyecto desde un lugar más cercano. Porque eso es lo que le gusta hacer, dice. Trabajar con el género fantástico, pero involucrándose al narrarlo desde un lugar conocido. “Como quería salir de Buenos Aires, y también de otras regiones de Argentina, enseguida pensé: ¿por qué no ambientarlo en Montevideo? Y justo coincidió que estaba invitado a Montevideo Comics, así que viajé decidido a aprovechar esos días para tomar notas, y elegir y documentar los lugares donde se iba a desarrollar la historia”.

Sanz recuerda que cuando vino al festival, en 2018, ya tenía escrito el guion. “Hace bastante que vengo con esto”, se sorprende. Sacó entonces muchas fotos, y también caminó mucho por el centro, la Ciudad Vieja y los alrededores del Salvo, donde ya sabía que iba a suceder todo. “Me interesaban todos los detalles que marcaban las diferencias con Buenos Aires”, explica. “Las particularidades de los tachos de basura, por ejemplo. O los colectivos. Es una información gráfica que le suma al que conoce el lugar, porque le permite situarse inmediatamente”. También cuenta que decidió homenajear a sus anfitriones y colegas montevideanos en las páginas ambientadas en su ciudad, ofrendándoles el dudoso honor de ser los primeros en descubrir la aparición del monstruo. “Pero no les avisé que lo iba a hacer, porque en una de esas no me salían tan bien y no se reconocían”, ríe Sanz.

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Por supuesto que el dibujante Matías Bergara y los guionistas Silvio Galizzi (alias Vlad Tepes) y Rodolfo Santullo –los homenajeados– se descubrieron en sus viñetas. “Salvador me había adelantado durante su visita a Montevideo Comics que su próxima historieta iba a estar ambientada acá, así que cuando arrancó a publicarla, en diciembre del año pasado, la fui leyendo semana a semana”, cuenta Santullo. “Y ahí me encontré. ¡Fue un honor! Además, me encanta Mega: es tremenda historia de monstruos, con la gran particularidad de la perfecta reconstrucción de lugares reconocibles. Encima, es gratis y en webcómic, ¿qué más se puede pedir?”.

Por su parte, Galizzi cuenta que descubrió su cameo porque un día entró en internet y tenía muchos comentarios desde un posteo que lo mencionaba, pero aún no había visto. “Lo abrí y me encontré con un monstruo de características lovecraftianas trepado sobre nuestro emblemático Palacio Salvo. Y lo peor: me descubrí ahí nomás, en la siguiente viñeta, cerquita del engendro, mirándolo con cara de atontado. A punto de ser el almuerzo de algo y todo por culpa del monstruo de Salvador Sanz... ¡el monstruo es Salva dibujando, no el bicho!”, se ríe Galizzi. “Hay por ahí un video de Snake con un ataque extraterrestre a Montevideo que llevó a Fede Álvarez directo a Hollywood. Un juego de niños al lado de esta destrucción que vi (y viví) en las viñetas de Mega”.

Puertas abiertas

Cuando durante la década del 90 las revistas argentinas históricas que publicaban historieta fueron cerrando, una nueva generación mantuvo vivo al género autopublicando sus trabajos en fanzines hechas a pulmón y reuniéndose en ferias de historieta, estrategias que sirvieron para mantenerse a flote hasta la llegada de internet, que multiplicó las publicaciones y los contactos, y terminó reiniciando el ciclo productivo, devolviéndolo incluso al papel y a los medios tradicionales. Salvador Sanz pertenece a esa generación, la que atravesó las crisis de formatos y de mercado, en su caso, cortando los dientes como creador en las páginas de una revista –llamada Catzole–, esforzadamente publicada junto a sus amigos apenas completó el secundario. “Recuerdo que a comienzos de los 90 me acerqué, de total caradura, a la revista Fierro, pero aún estaba muy verde como dibujante”, cuenta. “Claro que entonces no lo sabía, nadie se da cuenta cuando aún lo está”.

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Hijo de un padre ingeniero electrónico y una madre docente –hoy ambos jubilados–, Sanz señala que siempre hubo revistas de historietas en su casa, porque su hermano mayor era fanático. Así fue como pasó directamente de Patoruzito al Enki Bilal de La feria de los inmortales que publicó la revista Humor en 1985, sin necesidad de hacer escala en los superhéroes. Fanático de la ciencia ficción desde su más tierna edad, arrancando con Isaac Asimov, Arthur C Clarke y mucho Ray Bradbury, cuenta que le abrió la cabeza acceder rápidamente a Philip K Dick. “Muchas de mis primeras historietas están muy inspiradas en esa particular visión que tenía de la realidad”, recuerda Sanz, que explica que llegó a abandonar la historieta luego de que la crisis económica de comienzos de siglo hizo imposible seguir editando Catzole.

“Volví al género porque es mi gran amor, siempre lo fue”, confiesa, y agrega que durante esos años lejos del papel supo meterse en publicidad y animación, pero terminó volviendo a los globos y los cuadritos. A mediados de la primera década de este siglo, pasó a ser el autor que es hoy, un dibujante meticuloso y obsesivo, que construye con sus historietas mundos que piden a gritos ser continuados. “La verdad es que soy de los dibujantes a los que siempre les costó todo; sufro el dibujo más que disfrutarlo. Tal vez por eso es que soy tan cuidadoso con mis libros”, reconoce Sanz. “Y lo de los mundos es así, me encantaría continuar cada una de mis historias, siempre quedan puertas abiertas en todas ellas, y lo más curioso es que, a diferencia de lo que sucede en el cine mainstream, en mi caso creo que las segundas partes siempre son mejores, porque entiendo más a los personajes y me siento más cómodo al dibujarlos”. Lo que sucede, explica, es que hacer una historieta es un proceso muy lento, que lleva más de un año, y entonces para no aburrirse siempre tiende a buscar el desafío de una obra nueva, de empezar otra vez de cero.

Con Mega cumpliste con tu sueño de hacer una historieta con monstruos gigantes. ¿Te queda algún pendiente?

Aunque se me relaciona mucho con el terror, en realidad todas mis historietas coquetean con la ciencia ficción o la fantasía. Así que me gustaría hacer una historia de terror más puro. Me gustaría obligarme a eso.

Slvador Sanz. Foto: Mariana Liciaga

Slvador Sanz. Foto: Mariana Liciaga

¿Habrá una segunda parte de Mega?

Esa es la idea, pero quiero esperar un poco. Todo esto me desorganizó un poco, y ahora estoy con algunos proyectos de ilustración pendientes y también con otros libros. Pero el final que se publica hoy deja todo abierto, y queda la posibilidad de continuarla. Al menos un segundo libro me gustaría hacer.

No va a ser en Montevideo, calculo, ¡porque ya la destruiste!

Es verdad: aunque aún no está terminado, ya tengo un guion medio en la cabeza y sucede en otros lugares. Pero atención, Montevideo, porque les guardo una sorpresa: algo importante en la trama va a volver a suceder por allá.

Mega se puede leer completa y gratis en www.stonebotcomics.com, con opciones para hacerlo tanto en inglés como en castellano. En el mismo sitio se pueden encontrar otras historietas, entre ellas dos de Sanz: Angela della Morte y El esqueleto.