“Se caía a pedazos el año 1861 en Europa, y acá, al oeste del país, llegó una ola de viejos pobres, gente enferma entre los piojos, el cólera, el escorbuto, viejas de pieles grises, viejos demacrados con ropa harapienta y seca. Hombres que venían de los barcos como ratas escondidas del sol”. Así comienza Papeles suizos, la última novela de José Arenas, que fue publicada por la editorial Pez en el hielo a finales del año pasado. Precisamente ese comienzo fue uno de los fragmentos elegidos por Arenas para responder a la invitación cursada por Helvecia Libros Café, la única librería de Nueva Helvecia, que quiso celebrar el Día Nacional del Libro compartiendo en sus redes sociales algunos videos de autores locales que quisieran leer sus propios textos. En el contexto de emergencia sanitaria y con los locales de espectáculos cerrados y los comercios trabajando con un mínimo de público, fueron varias las editoriales y las librerías en todo el país que invitaron a escritores y escritoras a leer fragmentos de sus obras y compartirlas en redes sociales.

El video en el que Arenas lee partes de Papeles suizos fue publicado en la cuenta de Facebook de la librería a media tarde del 26 de mayo, y las reacciones fueron casi inmediatas: entre saludos y felicitaciones al autor, empezaron a aparecer también los comentarios indignados de vecinos de la localidad que le reprochan el lenguaje o discuten la veracidad de sus afirmaciones.

También aparece un comunicado firmado por el propio autor, en el que afirma su derecho a contar desde su perspectiva la historia de la ciudad en la que creció, y aclara que se trata de una obra de ficción. Se disculpa, sin embargo, por haber dejado los nombres reales de dos personas que, dice, tienen en su recuerdo “un absoluto y unánime cariño”.

Poco después se publica en la misma cuenta un comunicado firmado por Pablo Cribari, dueño de la librería, en el que se lamentan “profundamente algunas repercusiones negativas” del trabajo del escritor, al que se reconoce como “un referente de la literatura de Nueva Helvecia”, que ha brindado talleres en diferentes instituciones de la ciudad.

El comunicado llama la atención sobre el carácter ficcional del texto y reclama que no sea leído literalmente. Además, expresa su pena “por varios comentarios que atacan al autor, y otros que lo hacen directamente a la dirección de esta librería y del medio de prensa Helvecia”. La librería sostiene en el documento su compromiso con “la difusión de todas las vertientes literarias sin excepción” y denuncia ataques que llegaron tanto en forma de mensajes directos como en forma de comentarios en Facebook, “solapados, intentando amedrentarnos, ‘invitando’ a no vender este libro”, en un hecho que se parece “más a una cacería de brujas o lo que es peor, a un retroceso en la mentalidad de varios personajes de nuestra ciudad a aquellos tiempos de listas negras, donde se publicaban nombres de personas a marginar, como así también ciertos locales comerciales en donde no comprar. La brecha que separa aquellos tiempos de estos comentarios intolerantes es finita”.

En conversación con la diaria, Cribari explicó que el libro “ya estaba en vidriera desde hacía un mes en la librería” –que también tiene un periódico y que guarda todo el archivo histórico desde 1914– y no había habido repercusiones, “salvo algún boca a boca”. Las reacciones empezaron cuando se publicó el video en las redes sociales, y llegaron incluso a que algún suscriptor del periódico se diera de baja, indignado por la forma en que, en el libro, se pinta a los suizos que fundaron la comunidad.

“Creemos que son pensamientos retrógrados, intolerantes y anclados en el pasado. Hay cierto sector de la sociedad de Nueva Helvecia que vive con su cabeza en el pasado. De todas maneras, más allá de la reacción de esos sectores de la sociedad, fue mayor el respaldo, fue mayor la cantidad de gente que nos apoyó. Nos piden que lo sigamos vendiendo, que siga en la vidriera. Esa es nuestra posición; vamos a seguir apostando a la venta del libro, y no sólo el de Arenas: nosotros nos negamos a sacar un libro de vidriera porque a cierto sector de la sociedad no le guste. Yo sé que esto puede tener consecuencias para la librería, y sobre todo para el periódico, pero no nos vamos a mover de esta posición que tenemos. Con mucho orgullo te digo que vamos a seguir firmes y sin dejarnos avasallar por mentes obtusas, retrógradas. Estamos viviendo un momento de una sociedad bastante radicalizada; esperemos que esto no siga avanzando porque es muy triste”.