Para haber creado a uno de los villanos más populares del siglo pasado, Thomas Harris no tiene un nombre tan conocido. Este escritor es autor de apenas seis novelas, pero las cuatro del medio fueron adaptadas en cinco películas (sí, una se filmó dos veces) y una deliciosa serie de televisión.

Después de Black Sunday, de 1975, Harris escribió Red Dragon y en 1981 el público conocería a Hannibal Lecter, un tipo brillante, de modales refinados, que ocasionalmente gusta de comerse a otras personas, porque nadie es perfecto.

The Silence of the Lambs, la novela de 1988, fue llevada al cine por Jonathan Demme tres años después y catapultó al personaje a lo más alto de la veneración pop, en especial por la interpretación de Anthony Hopkins. Brian Cox ya había sido Lecter (o Lecktor) en Manhunter, de Michael Mann (1986), pero fue la dupla que Hopkins formó con Jodie Foster como Clarice Starling la que marcó una época.

En la gran pantalla, la creación de Harris nunca volvió a acercarse al nivel de calidad y popularidad, pero a esa altura era una propiedad intelectual pronta para ser explotada. La novela Hannibal (1999) fue adaptada por Ridley Scott en 2001 y en 2002 llegó la segunda versión de Red Dragon (Manhunter fue la primera), que, al ser una precuela, debió vendernos a Hopkins más joven que diez años atrás. Y nos hizo recordar que sus dos primeras aventuras eran bastante parecidas. De Hannibal Rising (2007) mejor no hablar, ni de la novela ni de la adaptación.

Sí corresponde mencionar a Hannibal, la serie de televisión emitida entre 2013 y 2015. Allí Bryan Fuller realizó una suerte de remix de los grandes éxitos de Lecter, excepto The Silence of the Lambs, por un tema de derechos. Y transformó a Mads Mikkelsen en un segundo Hannibal Lecter perfecto.

Harris disfrutaba mientras tanto de los ingresos por derechos de autor, pero no se mantendría quieto para siempre. Y en 2019, 13 años después de su último libro y 34 después de su única obra sin Lecter, llegó a librerías (y farmacias) Cari Mora. Una obra que recuerda el amor de su autor por los personajes monstruosos, pero que difícilmente convierta a su villano en un ícono mundial.

Bienvenidos a Miami

La acción transcurre en el “presente”, aunque un presente sin coronavirus, por supuesto. En Bahía Vizcaína, una laguna tropical de Miami, existe una mansión que fue propiedad del mismísimo Pablo Escobar. En la actualidad apenas si se utiliza para filmar publicidades, por su notable vista al agua, pero encierra un secreto.

Parece que en algún lugar de esa vivienda existe un botín de millones de dólares en oro, lo que llama la atención de varios seres de la peor calaña, incluyendo a uno que hace que en comparación los otros parezcan Cariñositos.

Se trata de Hans-Peter Schneider, un hombre completamente lampiño cuyas conductas sádicas se muestran literalmente desde la segunda página de la historia. Habrá otros personajes con gustos igual de terribles, incluyendo aquellos relacionados con la dieta del doctor Lecter, pero Harris concentrará sus esfuerzos en convencernos de la maldad imposible de Schneider. Tanto, que por momentos ese esfuerzo suena un poco desesperado.

Mientras tanto, conoceremos a la heroína de la historia, que da título a la novela. Sí, Cari Mora es Caridad, una inmigrante que se encuentra en Estados Unidos como una suerte de refugiada y trabaja manteniendo la problemática mansión.

Ella quedará en la mira del lampiño, que tiene como primer objetivo hacerse con la fortuna de Escobar, pero no le molestaría invitar a Mora a su cuartito del horror, en el que pasan cosas inenarrables. Excepto para Thomas Harris, claro.

Como en toda narrativa que se precie de tal, cada uno de los personajes tendrá dificultades para lograr su objetivo. Schneider deberá enfrentarse a una banda rival, que también tiene el oro entre ceja y ceja. Mora, como hizo desde que fue reclutada por las FARC a una edad muy temprana, seguirá intentando sobrevivir y terminará convertida en una suerte de Joan McClane.

Devolved el oro (¡minga!)

Todo comienza con los planes de las dos facciones rivales para hacerse con el tesoro, aunque por momentos la trama se parezca al sueño húmedo de un ingeniero, por el detalle con el que se describen las herramientas necesarias para liberar los lingotes de su escondite. La información será clave para no morir en el intento, así que habrá personajes cambiando datos por dinero y otros que servirán de lección a los que creyeron que la extracción sería sencilla.

Recién en la mitad del libro el asunto comienza a ganar en ritmo y emoción, aunque por allí aparezca una caricaturesca academia de ladrones que recuerda a la serie animada de Carmen Sandiego.

Harris introduce personajes interesantes un poco tarde en la acción, como un policía que sufrió un atentado violento en su domicilio, y que rápidamente pone de manifiesto el tipo de historias que el autor adora escribir.

Esa segunda parte tiene momentos de máxima tensión, que parecen pensados para una posible adaptación cinematográfica. Incluyendo lo que sería la última escena, que mantiene varios clichés de los filmes de acción de Hollywood.

En tiempos de sagas voluminosas, Cari Mora es un libro que se lee en forma ágil, que está estructurado en capítulos cortos y que pinta para audiovisual. Esto es un arma de doble filo, ya que la historia no se acerca a la profundidad de la obra anterior de Harris y algunos personajes aparecen y desaparecen sin pena ni gloria.

Lejos estamos de Clarice versus Lecter, aunque Cari versus Schneider también incluya momentos atrapantes. Pero no me extrañaría si, por esta vez, la futura película fuera mejor que el libro.

Cari Mora. De Thomas Harris. Suma de Letras, Penguin Random House, 2019. 336 págs.