El martes 19 de enero se dio un hecho singular. Aquellos habitantes de la capital que tuvieran la intención de salir a ver una película tenían una única opción: el Cine Universitario. “Fuimos la única sala en Montevideo que dio cine”, contó a la diaria Luis Dufuur, delegado de la Universidad de la República en la institución.

“Fue gracias a los esfuerzos, sobre todo, de Pablo Silva, que es el administrador del cine y quien hace todos los trámites. Como nuestra sala tiene 300 butacas, nos habilitaron 80, que para nosotros es un montón”, cuenta Dufuur. “Tomamos todos los recaudos, hicimos todas las gestiones, tenemos todos los permisos y abrimos. Y hemos tenido una respuesta moderada, pero respuesta al fin, de los socios”.

Duffur lleva más de una década en el Cine Universitario, colaborando con la conservación de la tradición del cineclubismo, “eso que siempre parece estar extinguiéndose, pero resurge. Ese cineclubismo que apunta a observar determinado cine que no se exhibe en los circuitos comerciales. Estudiar autores, temas o cine de países que por distintas circunstancias no son observados”.

“Nosotros tenemos un público para el que cada tanto tenemos que proyectar, por poner un ejemplo, Lo que el viento se llevó (Victor Fleming, 1939). No hay esa urgencia por la cartelera, sino esa urgencia por el gusto por el cine a través de un actor, o un tema que distintos directores ven de distintas perspectivas. Eso es lo que tenemos”.

La pandemia golpeó al Cine Universitario, pero Dufuur se encarga de aclarar que el problema venía de antes. “Lo que nos igualó con los demás fue que todos tuvieron el mismo problema, pero nosotros lo tenemos desde antes. Recuerdo que cuando llegué el cine estaba por cerrar. Tenía serios problemas de habilitaciones y, de hecho, estuvo un día cerrado. A partir de 2020 todos estamos en el mismo club: el club de la incertidumbre”.

“Nosotros subsistimos con un convenio de Socio Espectacular, gracias al vínculo que tenemos con el teatro El Galpón; tenemos un convenio con la Intendencia de Montevideo; y un convenio que firmamos con la Universidad. Estos convenios funcionan si el cine está abierto”.

Al hablar del futuro, desliza una fina ironía. “La institución no tiene futuro, pero no porque nosotros no lo veamos: vemos el día a día. Nuestra situación es crítica, pero a nosotros no nos asusta, porque es parte de nuestra tradición”.

“A veces el cine está mejor, a veces el cine está peor. A nosotros algunas de las cuestiones de la pandemia nos beneficiaron, como la baja de los gastos de luz y agua, que para nosotros es un pulmón de aire. Después está la solidaridad de socios y amigos que apostaron al cine. Tuvimos a fin de año un incremento de socios anuales, cuando el socio no sabía si íbamos a abrir. Los socios nos acompañan, son porfiados. Y la institución se convierte en algo porfiado que no quiere cerrar”.

Si bien les han negado préstamos “sistemáticamente”, fueron una de las propuestas ganadoras de los Presupuestos Participativos del ciclo 2018, pero también hubo problemas: el proyector digital lleva meses en el puerto, a la espera de un documento ministerial que requiere firmas, trámites y cartas. “La llegada del proyector implica el armado de una nueva pantalla y el armado de una nueva sala con el dinero que nos concedió la Intendencia. Allí comenzará la segunda parte de la obra; la primera fue el acondicionamiento acústico del techo”.

El intercambio con el gobierno departamental no terminaría ahí. “Estamos intentando generar una especie de centro cultural que pueda explotar la documentación y el archivo. La exhibición es importante, socios y espectadores son importantes, pero creo que el cine debería volver al dictado de cursos, a las charlas con invitados... Lo hemos hecho, pero se podría hacer mucho más”.

“El Cine Universitario tiene que virar hacia ese tipo de conversatorios, presentaciones de cine y de charlas, y dejar que las salas comerciales desarrollen su actividad de exhibición de cine de estreno. Con el proyector digital tomaríamos parte de ese cine de estreno, que en este momento no podemos exhibir, haciendo lo que históricamente se llamaba un ‘cine de cruce’. La película que se baja de las principales salas, en segunda instancia se pasa en Cine Universitario a un precio mucho más barato”.

Con reformas, mejoras tecnológicas y aspiraciones culturales, la institución mantiene su espíritu: “Es todo el tiempo un enfrentamiento constante contra el destino”. ¿Una quijotada? “Siempre lo fue, pero en estos tiempos mucho más”.

Cómo asociarse

Aquellos que quieran sumarse a la quijotada del Cine Universitario del Uruguay “tienen que ir a la calle Canelones 1280, entre Aquiles Lanza y Carlos Quijano. Pablo Silva les va a contar las distintas formas de hacerse socio. Hay convenios con la Universidad para estudiantes, docentes, egresados y funcionarios. Después están las formas clásicas: mensual, semestral y anual”.

“Estamos abiertos de 16.00 a 18.30, hay un corte para las medidas sanitarias, y se reabre de 19.00 a 22.00 con todo el protocolo”. Los precios de las entradas y de los convenios también pueden revisarse en la página web.