Hay películas animadas que presentan universos familiares en los que viven algunos personajes con habilidades especiales (los de Frozen: Una aventura congelada, o los de Moana: Un mar de aventuras, por citar dos ejemplos) y el público entiende su funcionamiento de inmediato. Sin embargo, algunas obras de Pixar suelen tener reglas más complejas de explicar.
Los juguetes de las cuatro entregas de Toy Story no tenían mayor misterio: se desplomaban ante la llegada de un ser humano... hasta que dejaban de hacerlo para darle a un pobre niño una lección. Los autos de Cars tienen un mundo complejo, pero no es necesario preguntarse dónde están sus órganos vitales para seguir la historia (aunque haya muchos internautas obsesionados con el asunto).
Títulos como Coco o Unidos presentaban alguna complejidad mayor; en el primero mostraban el mundo de los muertos y explicaban que ellos siguen presentes mientras alguien los recuerde. En el segundo era necesario dar algunos lineamientos acerca del funcionamiento de la magia en un mundo en el que había sido reemplazada por la ciencia.
Y después están las películas de Pete Docter. El director de 52 años estuvo detrás de la melancólica y a la vez increíblemente graciosa Up: una aventura de altura (2009). Esta historia partía de una premisa sencilla, siempre y cuando uno creyera que una casa podía ser elevada por un montón de globos. Son sus otras tres historias las que vinieron con reglas un poco más complejas. Sobre todo si pensamos que iban destinadas a un público menudo.
En Monsters, Inc. (2001) se presentaba un mundo plagado de monstruos, muchos de los cuales trabajaban para la empresa generadora de electricidad que daba nombre a la película. Esta energía se juntaba de los gritos de terror de los niños, así que monstruos especialmente entrenados ingresaban por puertas especiales a las habitaciones infantiles con el objetivo de lograr los alaridos más fuertes. Después pasarían otras cosas.
En 2015 llegaría Intensa-Mente, en la que Docter y los suyos tenían que vendernos la idea de que en nuestras mentes existen emociones antropomórficas que intentan mantener estables a cada una de las personas, aunque circunstancias movilizadoras (como una mudanza o la adolescencia) pueden dejar una emoción distinta al mando y cambiar el curso de una vida.
Pero Docter, responsable del montaje del matrimonio en Up y de la partida de Bing Bong en Intensa-Mente, iría por más. Y, como decían algunos usuarios de Twitter, ahora buscó hacer llorar a grandes y chicos con la angustia existencial. Bienvenidos a Soul.
La insoportable levedad del ser
Joe (Jamie Foxx) da clases de música a jovencitos entusiastas, pero su sueño es integrar una banda de jazz. Por eso, luego de romperla en una audición para tocar junto con la legendaria Dorothea Williams, se emociona tanto que no es capaz de ver el agujero en medio de la calle por el que termina cayendo.
Recién en ese momento comienza la aventura (por si no notaron que esa palabra se repite una y otra vez en los títulos latinos de Disney y Pixar). Nuestro protagonista aparece entonces en un camino inexorable hacia el Más Allá. A un Más Allá sobre el que ni Docter ni el resto de los involucrados tiene interés en dar definiciones, por lo que cada espectador se hará su propia película.
La acción continúa en los territorios intermedios entre la Tierra y esa posible Eternidad, así que el guion de Docter, Mike Jones y el codirector Kemp Powers tendrá que comenzar a explicarnos cosas. Por ejemplo, qué es ese campo fértil medio etéreo por el que pululan personitas levemente definidas.
Resulta que es el Antes, donde las almas se preparan para encarnarse en nuestro plano adquiriendo características innatas (justamente). Y así como el viejo Carl se cruzaba con el pequeño Russell y ambos aprendían del otro, el músico conocerá al alma más cínica de ese Antes, llamada tan solo 22 (Tina Fey). Una cruza de Bugs Bunny y el Pato Lucas para el pobre Elmer Joe.
Al igual que ocurría con Up, todo el mecanismo de publicidad se centra en los aspectos más emocionales o emocionantes de la historia. Y, como ocurrió en 2009, lo que ocupa gran parte del segundo acto es humor que también podría integrar un buen corto de los Looney Tunes. En su intento por regresar a su cuerpo, tanto el músico como 22 quedarán atrapados en una comedia de enredos en la que, de paso, el primero aprenderá acerca del sentido de la vida, y la segunda, acerca de la vida, a secas.
¿Somos lo que somos o lo que hacemos? ¿Cumplir un gran sueño es lo que realmente hace que esto (en general: “esto”) valga la pena? Por supuesto que tampoco habrá respuestas en tres minutos, ya que Docter, por suerte, no quiere ser Darío Stajnszrajber.
Igual que en Intensa-Mente, hay una misión que cumplir contrarreloj, con misiones paralelas y todo, y para eso ambos personajes deberán superar sus diferencias y trabajar en conjunto. Mientras tanto, están en la mira de la burocracia del Más Allá, que sólo quiere que sus números cierren.
El mágico mundo del color
Estaba previsto que Soul llegara a los cines a mitad de año, pero finalmente le tocó un estreno hogareño por Disney+. Sin embargo, incluso en los televisores queda claro que Pixar sigue dando la nota (guiño) en materia de animación. Los humanos son un poco menos redondeados que de costumbre, y llaman mucho la atención los dedos huesudos de Joe tocando el piano, mientras que en el Más Allá están los burócratas lineales y las almas con sus hermosos bordes borrosos.
Cabe mencionar la presencia del primer protagonista afrodescendiente en una película de Pixar, aunque la historia toque tangencialmente el mundo que lo rodea, más allá de la música siempre presente.
Al final, el éxito o no de la cinta estará en el permiso del espectador de dejarse manipular un rato, que no es otra cosa que lo que buscan la mayoría de las películas al elegir un plano, una secuencia o la entrada de un tema musical. Pixar, como pocas, ha sabido llevarnos de la risa al llanto, y está en nosotros darle o no ese permiso. De ahí a repensar lo que le queda de vida a cada uno ya hay un paso bastante más largo.
Soul. Dirigida por Pete Docter. Estados Unidos, 2020. Animación. En Disney+.